3.920 kilómetros separan Marín de Ucrania. 3.920 euros que el colegio La Inmaculada, en colaboración con la ANPA Martín Herrera, quisieron recoger mediante la actividad 'Quilómetros de Solidariedade'.
En el parque Eguren se reunieron por turnos los escolares de infantil, primaria y secundaria, junto a las familias que asistieron a apoyar la causa, para dibujar con monedas dos palomas de la paz que se irían llenando por los viandantes dispuestos a hacer un donativo. El objetivo era "poder enviar o diñeiro a Ucraína e que poidan sobrevivir á guerra", segundo indicaba el alumnado.
Vestidos de azul y con los colores de la bandera pintadas en la cara, el profesorado acompañó a cada curso a fin de dejar cada uno su contribución. Los estudiantes tienen la esperanza de poder "axudar á xente de Ucraína con todo o noso corazón" a pesar de que "estamos a moitos quilómetros de Ucraína pero queremos que xa remate a guerra porque queremos paz no mundo".
Cada día en este colegio, perteneciente al Departamento Pastoral, la juventud se conciencia sobre la guerra mediante rezos por el pueblo ucraniano, noticias y charlas con sus allegados acerca de los sucesos, además de previas donaciones de ropa y comida para los afectados por el conflicto bélico.
KATE Y ARTEM, ACOGIDOS POR UNA FAMILIA DE VILABOA
Asimismo, el centro recibió la visita de dos personas ucranianas que relataron su experiencia para mentalizar al alumnado con datos en primera persona. La maestra de inglés sirvió de intérprete para facilitar la comunicación.
Kate y Artem, una pareja joven procedente de Odesa, llegaron hace tres semanas a Bértola, en Vilaboa. Allí una familia de acogida, con la que habían contactado vía Facebook, los ayudó con todo lo necesario, como la documentación pertinente o el transporte a diferentes localizaciones. Durante su estadía, establecieron amistades con las que se sienten seguros.
Kate relató que su vivencia huyendo del país no fue tan estresante como la de otras personas que salieron en días sucesivos, puesto que marcharon cara Moldavia en el primer día de guerra con la mentalidad de que la pesadilla solo duraría dos semanas. Antes de llegar a España también pasaron por Alemania, mas después de tres días se enteraron de que no cuadraban con su estilo de vida.
Sus familias y amistades no corrieron tanta suerte. En algunos casos, de acuerdo a la información de Kate, los trenes de evacuación iban tan llenos que debían esperar doce horas hasta que pasara el siguiente. Al final, sus familiares lograron escapar, separados y repartidos por Austria, Israel y Suiza. En el caso de las amistades, algunas acabaron en Suiza, mientras otras quedaron en Odesa protegiendo la ciudad. Aun así, no todos consiguieron sobrevivir.
Durante la charla aprovecharon para denunciar la difusión de las noticias falsas y la censura de la información por parte del gobierno ruso. Negaron la marginación de las personas rusoparlantes en Ucrania y destacaron que la ciudadanía odesana tiene seres queridos en Rusia, por lo que nadie sale beneficiado de esta lucha.
En cuanto a la visión de futuro, confían en el triunfo de Ucrania por ser un pueblo fuerte que defiende la democracia, aunque lamentan no poder comprender los actos de Putin.