25N | Los agentes protectores, velando por la seguridad de las víctimas de violencia de género las 24 horas

Pontevedra
20 de noviembre 2022

Cada víctima registrada en el sistema VioGén, tiene asignado un agente protector que está a su disposición las 24 horas del día. Están en contacto permanente en persona y por teléfono, las protegen, las acompañan a gestiones complicadas y se convierten en su apoyo. En la Policía Nacional de Pontevedra son David y Rebeca. Hablamos con ellos  

Agentes de la UFAM encargados de la protección de las víctimas de violencia de género
Agentes de la UFAM encargados de la protección de las víctimas de violencia de género / Mónica Patxot

Cada víctima de violencia de género registrada en el Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (VioGén), tiene asignado un agente protector que está a su disposición las 24 horas del día. Están e contacto permanente en persona y por teléfono, las protegen, las acompañan a gestiones complicadas y se convierten en su enlace con el resto de la Policía. Están ahí cuando las necesitan y se convierten en su apoyo.

En la Policía Nacional de Pontevedra, los nombres propios de este servicio son David y Rebeca, oficial y policía, que se encargan de la protección de las víctimas de violencia de género de la ciudad. En esta tarea, cuentan con el apoyo de toda su unidad, la UFAM (Unidad de Atención a la Familia y Mujer), y también derivan víctimas a agentes con sus mismas funciones y perfil en la Policía Local y la Unidad Adscrita, la conocida como Policía Autonómica.

Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el 25N, hablamos con ellos y nos acercamos a su día a día y a su trabajo con las víctimas, con las que entran en contacto cuando presentan la denuncia -o entran en el sistema por otros cauces-, pero nunca saben por cuánto tiempo. Cada caso y cada víctima son diferentes y es imposible de prever. 

Los agentes protectores son policías especializados en proteger a las víctimas de violencia machista y su trabajo es integral. Protegen tanto a las mujeres que tienen orden de alejamiento en vigor de su agresor como a aquellas que, sin orden, están dentro del sistema VioGén. "Con el sistema activo, se activa la protección", indican en conversación con PontevedraViva

Cada víctima tiene asignado a uno de ellos. "Cada mujer, un policía asignado", es su lema. Su finalidad es que se genere la confianza suficiente como para que la víctima le cuente todo lo que sucede y se sienta a gusto con su protector. Cada mujer es diferente, "algunas quieren un trato más distante y otras lo quieren más cercano", indican David y Rebeca. 

Ellos adaptan su modo de trabajo a ellas. Con cada denuncia o cada mujer que entre en el sistema VioGén, mantienen una entrevista con la víctima y luego también se entrevistan con el agresor, con su entorno, con su familia, con los psicólogos o personal del Centro de Información a la Mujer (CIM) si son usuarias.

El objetivo es tener un abanico lo más amplio y completo posible de la situación, pues aunque la denuncia suele ser por un hecho en concreto, todo tiene un contexto y unos antecedentes que les conviene conocer para protegerlas de la manera más eficaz posible. "A veces ellas tienen dependencia emocional y no quieren protección" o no cuentan todos los detalles a sus agentes, de modo que, conociendo al entorno, los agentes logran una radiografía más completa de la situación.

 "Cada mujer, un policía asignado", para generar confianza

En todo caso, insisten en que "si ellas colaboran, es más fácil".

Para desempeñar su trabajo, cuentan con una formación específica. Antes de empezar a trabajar en la UFAM, deben realizar un curso de especialización que es "uno de los más amplios que hay en la Policía" y, luego, resulta fundamental la formación continua y la actualización, asistiendo a todas las actividades formativas que se convocan sobre la materia, pues "la violencia de género también está en continuo cambio", la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género es siempre la misma, pero los protocolos se actualizan.

Ese curso previo incluye una entrevista con psicólogos que resulta la principal criba, pues se busca un perfil específico de policía. Van a tener un trato "muy personal" con la víctima y se requiere agentes con la empatía y sensibilidad suficiente para abordar el tema cómo se merece. Ellos siempre van de paisano y su uniforme es la cercanía y el trato familiar. 

"Tenemos un trato cercano con ellas, nos gusta que estén a gusto y ellas poco a poco se van soltando", explican sus protectores. Ese vínculo de confianza que se genera hace que, cuando termina su protección porque salen del sistema o expira su orden de alejamiento, ellas sigan teniéndoles de referencia.

Ellos siempre van de paisano y su uniforme es la cercanía y el trato familiar

Se dan casos incluso de mujeres que cambian de domicilio y pasan a protegerlas los agentes de su nuevo lugar de referencia, pero siguen recurriendo a ellos cuando los necesitan. O de mujeres que inician una nueva relación, viven de nuevo el infierno de la violencia machista y les contactan para contárselo. "Ya te llaman a ti porque te conocen de otra época" y, con su segundo agresor, confían en ellos de nuevo

Mientras sigue la protección, tener esa confianza es también clave para que informen a sus protectores de cambios en su vida como, por ejemplo, empezar una nueva relación. "Necesitamos saberlo porque a veces cambia el nivel de riesgo" y  un agresor que no se acercaba a su víctima puede volver a hacerlo al conocer la existencia de esa tercera persona, creando potenciales situaciones de peligro. 

Se dan incluso casos en los que, "cuando acaba la orden de protección, ahí empiezan los problemas".

La dedicación exacta a cada víctima la marca el nivel de riesgo y también el día a día de ella y de su agresor. "No hay un protocolo estricto, cada agente es distinto y cada mujer es distinta". Así, por ejemplo, la acompañan en sus visitas al juzgado o para gestiones de la vida cotidiana como llevar a los hijos al colegio o mantener una reunión en el centro educativo.

 "Se trata de que ellas se sientan seguras y protegidas"

Por regla general, "si pueden coincidir, si puede encontrar al agresor", ahí está su agente protector, que puede llegar a tener contacto con la mujer a diario si existe riesgo extremo o con mayor periodicidad si el riesgo es menor. Contacto, en todo caso, siempre hay y es constante. El teléfono de David y Rebeca suena las 24 horas y por los motivos más variopintos. Aunque al final sea por un temor infundado, ellos siempre les animan a "que nos llamen siempre", prefieren que pequen por exceso que por defecto. 

David y Rebeca no entienden su trabajo sin el resto de la UFAM pontevedresa, conformada por 10 agentes con la inspectora Maite Pampín al mando. Todos colaboran y, cuando una situación así lo requiere, también aquellos agentes adscritos a la otra especialidad de la unidad, investigación, se implican en la protección. Llegado el caso, también se implican las unidades de seguridad ciudadana para garantizar la protección que requiere la mujer en ese momento en concreto.

"Si hace falta algo más, se pide", aseguran. Es habitual que realicen vigilancias y contra vigilancias en la casa, el lugar de trabajo o aquellos puntos que frecuente la víctima y siempre está uno de estos dos agentes protectores, pero este tipo de tareas suelen hacerse en pareja, de ahí que con frecuencia colaboren con los compañeros de seguridad ciudadana. 

En esas vigilancias, "se vigila a ella y a él", pues lo más importante es que el agresor sepa "que se está cumpliendo la protección", que no piense que las órdenes de alejamiento no se vigilan. "Si hay una orden de protección, se asegura que esa orden se cumple".

Además, "se trata de que ellas se sientan seguras y protegidas", llegando incluso a hacer vigilancias o seguimientos extra para garantizar que la víctima tenga esa sensación de seguridad necesaria para recuperar su vida al margen de su agresor. 

Tener ese concepto claro es fundamental para su trabajo, pues también se encuentran con casos en los que la víctima, por la situación de dependencia de su agresor o por múltiples circunstancias, puede convivir con él a pesar de tener una orden de alejamiento. En cuanto los agentes lo detectan, proceden y se notifica al juzgado ese incumplimiento. A la mujer no le pasa nada, pero sí queda constancia legal de la actividad del hombre que puede tener efectos a nivel de reincidencia

Entre las víctimas, insisten, no hay un perfil, "cualquiera puede tener un problema de violencia de género" y eso se lo trasladan a sus protegidas. 

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