25N | La madre de las niñas asesinadas en Moraña: "Nosotros tenemos tatuada la violencia de género en la piel y ni somos víctimas"

Umia
25 de noviembre 2020

Rocío Viéitez empleó una publicación en sus redes sociales para relatar su sufrimiento como mujer que está viviendo una situación que ni tiene nombre, perder un hijo.  Autodenominada "huérfana de hijos", recuerda a "muchas otras" que están "sin hijos, sin futuro, años después recibiendo aún palos legales" 

Campo Lameiro y Moraña recuerdan a las niñas Amaia y Candela Mónica Patxot

Rocío Viéitez está viviendo la pesadilla de toda madre. Su ex marido, David Oubel, asesinó sus dos hijas de 4 y 9 años hace cinco años y este 2020, por primera vez en un 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia sobre la Mujer, quiso alzar la voz y contar lo que sufrió y sufrirá toda la vida por tan brutal parricidio. 

Muy poco dada a las intervenciones públicas, este miércoles empleó una publicación en sus redes sociales para romper ese silencio habitual y relatar su sufrimiento como mujer que está viviendo una situación que ni tiene nombre, perder un hijo.  Autodenominada "huérfana de hijos" -hijas en su caso-, recuerda a aquellas madres con la misma tragedia

"Nosotros tenemos tatuada la violencia de género en la piel y ni somos víctimas", resume, recordando a "muchas otras" que están "sin hijos, sin futuro, años después recibiendo aún palos legales", algunas sin poder trabajar porque "no levantan cabeza, adictas a los antidepresivos para vivir la supervivencia".

En una publicación llena de tanto dolor como valentía, Rocío explica que hasta ahora nunca se había expresado en esta fecha porque no lo había sentido así y porque por ley no es víctima de violencia de género, pero ahora quiere que se escuche a las que están pasando una experiencia tan terrible, que se pasan la vida recordando sus hijos asesinados "para mantenernos respirando"

Hace esta publicación para que se escuche también la voz de las silenciadas y silenciados y pide que se difunda para pedir cambios y leyes de protección para estos "huérfanos de hijos", pues cada 25 de noviembre suele recordarse a las víctimas y pedirse medidas para frenar la violencia machista, pero olvidar a las que siguen vivas sufriendo condenas como la suya.  

"Ellas murieron y merecen ser recordadas, pero mirad también lo que queda", pide. En su caso, el ex marido acabó condenado l prisión permanente revisable -el primero en España- y tiene que pagarle una indemnización de 300.000 euros en concepto de responsabilidad civil, pero no solo no verá nunca ese dinero porque solo tenía deudas, sino que tiene que pagar 25.000 euros de costas de abogado que pagó con su trabajo como traductora y afrontar una hipoteca de 130.000 euros por la casa en la que  Oubel mató sus hijas con una sierra radial

Rocío explica que a lo largo de los cinco años que pasaron desde lo brutal  parricidio conoció "madres rotas, fuertes, pero dañadas de por vida" para las que el sufrimiento no finalizó con la "pérdida brutal, execrable de nuestros úteros", sino que "sigue después" con los gastos derivados del proceso judicial, las deudas que les dejan las personas que matan sus hijos y la certeza de que llegado un momento los asesinos empezarán a tener permisos mientras ellas siguen llorando la pérdida.  

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