La actividad judicial fue intensa durante el año 2024, con juicios mediáticos y otros con no tanta atención, pero que dejan resultados llamativos.
Una de las sentencias más esperadas del año non se dictó en Pontevedra, sino en Madrid, en la Audiencia Nacional. Fue la relativa a la última causa judicial que sentó en el banquillo al clan de Los Charlínes, que se refería a hechos entre los anos 2000 y 2010 y que se demoró trece años en los tribunales.
Ya se había juzgado en 2023, pero la sentencia se conoció en 2024. Estaban acusados de blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico, como resultado de la bautizada como 'operación Repesca', que puso al descubierto el patrimonio sospechoso de tres generaciones distintas del clan familiar, pero una sentencia les absolvió a todos, dejándolos libres de toda sospecha por falta de pruebas.
Ya en Pontevedra, hubo varios sobre asesinatos o tentativas de asesinato, entre los que se podría destacar el de un hombre juzgado y condenado por acuchillar a una mujer en una calle de Marín en febrero de 2023 porque el diablo se lo había ordenado.
La sección cuarta de la Audiencia Provincial le condenó a tres años y seis meses de prisiónsin que el caso llegase a juicio por alcanzarse un acuerdo de conformidad entre las partes. La condena fue por asesinato en grado de tentativa con la agravante de alevosía y la eximente incompleta de alteración psíquica.
No muy lejos de Marín, en la parroquia pontevedresa de Estribela, ocurrió otro de los crímenes que acabaron en condena este 2024. En este caso, el acusado no llegó ni a sentarse en el banquillo, pues hubo acuerdo previo entre las partes.
La sección segunda de la Audiencia le condenó a doce años de prisión por matar a golpes a una mujer en una casa okupada en mayo de 2023. Según la sentencia, la "golpeó repetidamente con un rollo de madera, botellas de cristal y un paraguas", todo "con el propósito de causarle la muerte".
La sección cuarta de la Audiencia juzgó y condenó otro caso muy mediático, el de Andrés de Vicente Fuentes, 'Capi', conocido porque en 2015 agredió al ex presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la ciudad, por intentar matar a un periodista de La Voz de Galicia.
Fue condenado por asesinato en grado de tentativa, daños y resistencia a agentes de la autoridad a cinco años de prisión y el pago de dos multas de 810 euros. El tribunal aplica la circunstancia eximente incompleta de alteración psíquica y la atenuante de reparación del daño y le impone, como medida de seguridad, el internamiento en centro psiquiátrico adecuado a las diferentes patologías de las que está diagnosticado.
Entre las sentencias salidas de la Audiencia Provincial figura también la dictada por la sección segunda al arousano Carlos Silla por el alijo de tres toneladas de cocaína del velero Benirrás, que llegó a la Ría de Arousa en tres planeadoras en marzo del año 2020, en pleno confinamiento por la pandemia de la covid-19.
Deberá cumplirquince años de cárcel y pagar dos multas de 360 millones de euros cada una como autor de un delito grave contra la salud pública porque, según el tribunal, estaba al frente de la organización de narcotraficantes. Carlos Silla se encuentra en una prisión en Portugal cumpliendo otra condena de catorce años por otro transporte de droga de 5.200 kilos de coca.
Junto con el tráfico de drogas, los delitos más habituales que pasaron por las salas de la Audiencia de Pontevedra este 2024 son los abusos y agresiones sexuales, con un importante número de juicios celebrados, si bien la mayoría a puerta cerrada para proteger a las víctimas y su intimidad.
Una de las condenas de mayor duración impuestas por los tribunales pontevedreses, 17 años de cárcel, la dictó la sección cuarta a un hombre por cometer un delito continuado de agresión sexual sobre la hija de su exmujer, menor de edad en el momento de los hechos, y de un delito de lesiones.
Los episodios de agresión sexual comenzaron cuando la víctima tenía ocho años y convivía toda la familia bajo el mismo techo -la denunciante, su madre, el acusado y los tres hijos fruto del matrimonio- y se perpetuaron en el tiempo hasta que la recurrente abandonó el domicilio al alcanzar la mayoría de edad.
No muy inferior, 16 años y 10 meses de prisión, fue la condena a un hombre que agredió sexualmente y maltrató de forma habitual a su pareja en Pontevedra durante toda su relación sentimental, que duró un año.
Condenado por un delito continuado de agresión sexual, un delito de maltratos habituales y seis delitos de lesiones leves en el ámbito de la violencia sobre la mujer, controlaba y restringía todas sus relaciones de amistad y familiares, su actividad laboral, sus salidas, sus redes sociales y los demás aspectos de su vida.
Para conseguirlo, recurría a la violencia física "para imponerle su voluntad", lo que generó en la víctima un "ambiente constante de opresión y miedo" en el que ella "acataba todo lo que este decía", al tener anulada su propia voluntad y personalidad.