Tras casi dos años al frente del gobierno gallego, del que se hizo cargo tras el salto de Alberto Núñez Feijóo a la política nacional, Alfonso Rueda ya es presidente de la Xunta "por méritos propios". Lo logró tras revalidar su mayoría absoluta en las elecciones celebradas en febrero.
Y eso que Ana Pontón, la líder del BNG, no se lo puso fácil. El llamado 'efecto Pontón' llevó a los nacionalistas a unos resultados históricos. Suyos fueron 25 diputados -ocho de ellos en Pontevedra-, pero el descalabro del PSdeG-PSOE, que quedó en 9, impidió el vuelco electoral.
El Partido Popular, con 40 diputados, renovó su cómoda mayoría absoluta. Fueron dos menos que en 2020 pero, en todo caso, dos más de los 38 que necesitaba para que el político pontevedrés pudiese seguir gobernando en solitario.
Las elecciones del 18F permitirán además la entrada de un cuarto partido en el Parlamento gallego. Fue Democracia Ourensana, que sentó a su candidato en el Pazo do Hórreo.
Los demás partidos que se presentaron a estos comicios en Galicia se quedaron muy lejos de conseguir diputado. Los gallegos no dieron ni a Vox, ni a Sumar, ni a Podemos opción alguna.
Cerca de dos meses después, a mediados de abril, Rueda tomaba posesión como presidente. En su discurso defendió el "estilo Galicia", basado en la moderación, la prosperidad y el 'sentidiño' con el que prometió gobernar los siguientes cuatro años.
Y no tardó en rodearse de los nuevos miembros de su gobierno, entre los que quiso contar con otra pontevedresa, María Martínez Allegue, como una de sus personas de máxima confianza y a la que encomendó la cartera de vivienda y planificación de infraestructuras.
En su ejecutivo, al que se sumó el exalcalde de A Estrada, José López Campos, como conselleiro de Cultura, se mantuvo el pontevedrés Román Rodríguez como responsable de Educación.
En estos ocho meses de gobierno, el ejecutivo que lidera Alfonso Rueda ha mantenido una estrecha colaboración con el Concello de Pontevedra, al que de manera recurrente ha puesto como ejemplo de lealtad institucional en sus relaciones.
Así, en 2024 se han desatascado proyectos prioritarios para la ciudad como la variante de Alba, que la Xunta acepta ahora construir para unir la N-550 y la PO-531 o la construcción de vivienda pública, con más de dos mil viviendas entre Valdecorvos, A Parda y San Mauro.
La humanización de la PO-546, conocida como carretera vieja de Marín, y, sin duda, la esperada rehabilitación del Pazo de Lourizán, que tendrá una nueva vida como centro de referencia forestal y turístico, son otras de las intervenciones que han tenido este año un impulso innegable.
A ellas se han sumado proyectos como la humanización de la PO-531 en el entorno del colegio de Campañó o la intervención para rehabilitar el puente medieval de Ponte Sampaio, una actuación celebrada por los dos ayuntamientos que une, Pontevedra y Soutomaior.