Las Fiestas de la Peregrina son para los primos Araújo un recuerdo lejano, a la vez que entrañable. El mayor, Miguel, con 66 años recién cumplidos lleva cincuenta años sin vacaciones, salvo días sueltos. "Recuerdo llevar a mis hijas a las barracas y la Batalla de Flores, pero ya hace mucho tiempo", apunta. El menor, Benito, conocido como "Koki", con diez años menos, vivió la fiesta con intensidad hasta que con 16 años se incorporó al negocio familiar. "Paré para hacer la mili", confiesa con una sonrisa.
Ambos están al frente de Ferretería Gallega, en la calle Real, 30, uno de los establecimientos más emblemáticos de Pontevedra. Casi sin darse cuenta, encuentran una conexión actual con la Semana Grande pontevedresa en la trastienda de su establecimiento. "Mira, estas son las bandejas para colocar los balines, como los de Tiro Madrid que venía a la Peregrina, allí sí que fui cuando era un chaval", nos descubre Benito. Una de las muchas curiosidades que guardan en una ferretería con más de setenta años de historia.
Entre Luis Miguel Araújo Cortegoso y Benito Araújo Fernández, insisten en poner el apellido de sus madres, muestra más de esta fuerte vinculación familiar, rememoran la historia de Ferretería Gallega. Fue en el año 1947 cuando Daniel Araújo, "otro tío nuestro mayor que nuestros padres", que tenía una carpintería-ebanistería, montó la actual ferretería. Al poco tiempo, se dio cuenta de que "esto no es para mí" y decidió emigrar a Venezuela. Entonces, les ofreció a los padres de Miguel y Benito, que ya trabajaban con él, continuar con el negocio.
"Más tarde, Miguel no quiso estudiar más y… para aquí, y yo tampoco quise estudiar y… para aquí", reconoce Benito entre risas. A partir de entonces aparcaron los libros de texto pero nunca dejaron de estudiar. Se empaparon de catálogos y aprendieron a localizar los miles de productos que atesora Ferretería Gallega. "Recuerdo que al mostrador le tenía pánico, pero luego con los años ya superé el miedo escénico", admite Benito. De hecho, si tuviesen que destacar la "marca de la casa", ambos primos aseguran que es el buen trato con el cliente. "Es el trato que nos enseñaron nuestros antepasados", matiza Miguel.
MILES DE REFERENCIAS
La pregunta del millón es ¿cómo logran memorizar todas las referencias? La respuesta tiene truco. "Aprendías el oficio barriendo, metiendo piezas en los tornillos, ordenando cajitas, rotulando, y vas poco a poco hasta que te aprendes todas estas referencias, y aún así no sabemos todo porque siempre nos estamos preguntando el uno al otro. Mi padre en cambio tenía buena memoria para los números y todavía se acuerda de referencias de cerraduras antiguas que ya no se usan, y eso que ya ha perdido memoria a sus 95 años", explica Benito.
Para hacernos una idea del volumen de existencias en Ferretería Gallega, Miguel señala una cajonera detrás del mostrador y hace sus cuentas. "16 cajones por 9 filas nos da 144, y esto por los 3 módulos que tiene cada cajón serían 432 referencias solo en este mueble, que ya ves que ocupa una pequeña parte de la tienda". Además de la zona de venta al público, plagada de cajas y cajones, hay que sumar todos los productos de la trastienda, distribuidos por varios pasillos y estantes hasta el techo, además de los dos almacenes que poseen próximos.
PIEZAS CON HISTORIA
Durante años, la Gallega fue adquiriendo mercancía de ferreterías que cesaban su actividad. "Se compró a Coruña, a Ferrol, a Lleida, a Barcelona…". De la Ciudad Condal llegó uno de los cargamentos más copiosos. "Vino un tráiler, aparcó en Tafisa y luego con furgones pequeños hubo que trasvasarlo hasta aquí", asegura Miguel. De Barcelona también provino uno de los pedidos más extraños: bisagras para una nevera de madera. "No sabemos cómo dieron con nosotros, a lo mejor por haber subido alguna foto a Internet". Suponen que el cliente quiso montar algún tipo de decoración imitando los bares antiguos que tenían neveras de madera donde se guardaban las barras de hielo. "Son piezas que ya hace 50 años que no se fabrican" y de las que, de momento, en esta ferretería pontevedresa siguen teniendo existencias.
Otro de los productos que viene con historia es una curiosa pieza que hace unos cinco años descubrieron en una caja. Ni Miguel ni Benito fueron capaces de discurrir el uso de ese artilugio. Por su pequeño tamaño, intuían que debía ser un instrumento para un trabajo de precisión. "Pensé incluso que era un arpa de boca, pero tampoco me encajaba", admite Benito, "hasta que vino el chaval, subió una foto a Internet y a través de una aplicación identificó que había uno a vender en la página web Todocolección". Y de ahí concluyeron que el aparato en cuestión era un abrochador-desabrochador de corsés. "Debía ser para llevar en el bolsillo, porque es plegable, y con el ganchito las mujeres iban tirando de los cordones y aflojando". Benito comenta que los tuvieron a la venta en el mostrador con el cartel "aflojacorsés" y que rápidamente se agotaron. De esa remesa, se han reservado cinco, que no están a la venta.
Las pesquisas para darle nombre al "aflojacorsés" partieron de Sergio Abilleira, la última persona que se incorporó al equipo de Ferretería Gallega y que procedía de la antigua Ferretería Varela. "Aquí llegamos a estar ocho y hoy estamos tres. Todos se fueron jubilando. Yo ya tengo la edad, pero este es un negocio familiar y no quieres tirar con todo lo que han hecho tus padres, llevo 50 años aquí", anota Miguel.
De momento, se plantean tener la tienda abierta diez años más, cuando Benito alcance la edad de jubilación. Han capeado varias crisis económicas y en los últimos tiempos la competencia del comercio online está siendo muy dura. Pero hay un aspecto en el que portales como Amazon nunca podrán rivalizar: el trato exquisito que se le da al cliente que, siempre, encuentra una solución. "Por ejemplo, cosas que ya no se fabrican, sobre todo en cerraduras antiguas de llave grande que todas las hace prácticamente un único fabricante del País Vasco. Se las pedimos y hacen una partida de ellas para Ferretería Gallega. La gente dice que aquí es el único sitio en donde las encuentra". Y para aquellos productos en los que ya no hay repuestos, incluso el propio Benito, "el mañoso", como lo define su primo, adapta otras piezas para que el cliente nunca se vaya con las manos vacías. "Soluciones, aquí, es el día a día, desde hace 76 años", sentencian.