Apenas dos meses después de que Rajoy fuera agredido durante un paseo por Pontevedra, la ciudad dio al presidente del Gobierno una segunda bofetada. Esta vez, simbólica. Pero probablemente mucho más dolorosa para él que la física. Pontevedra, su ciudad, le declaraba persona non grata. Fue en medio de una gran expectación mediática y tras un pleno tenso.
El motivo de esta decisión, las decisiones adoptadas por su Ejecutivo para prorrogar la continuidad de ENCE en la ría durante 60 años más. La moción, presentada por Marea y el PSdeG-PSOE, contó con el apoyo del BNG y un único voto en contra, el de Ciudadanos. Los siete concejales del PP, visiblemente enfadados, abandonaron el pleno antes de votar.
Frente a las acusaciones de "traición", de ser un vecino "indigno" o de condenar a Pontevedra a "cadena perpetua", los populares -arropados por simpatizantes y trabajadores de Ence- aseguraron que esta medida "avergonzaba" a la ciudad y era "injusta y desagradecida", acusando a Pablo Iglesias y Pedro Sánchez de querer "humillar" a Rajoy en su ciudad.
Fue tras un pleno bronco y lleno de tensión que tuvo que ser suspendido en dos ocasiones ante los gritos y abucheos de los cientos de personas que, a partes iguales entre defensores y detractores de Ence, llenaron el Teatro Principal para asistir al debate de esta moción, que fue noticia en medios nacionales e internacionales.
Pontevedra daba este guantazo simbólico a uno de sus vecinos más ilustres, que desde entonces ostenta el dudoso honor de ser considerado como 'persona non grata' en la ciudad en la que ha vivido desde niño y en la que fue concejal y presidente de la Deputación.
El propio Mariano Rajoy reaccionó a la noticia. Esa misma noche, en una entrevista en televisión, aseguro haber recibido "con dolor" la decisión de la corporación municipal de su ciudad. "Podría decir que me importa un bledo lo que digan estos señores que son unos radicales, pero no me gustó", explicó entonces.
No se quedó ahí. Días después en otra entrevista llegó a afirmar que "ni a Hitler ni a Stalin les declararon ' persona non grata' en Pontevedra".
Eso sí, en el Partido Popular se pusieron manos a la obra para resarcir al presidente del Gobierno de ese mal trago. Lo lograron, en parte, meses después. En la campaña electoral que, a la postre, le convertiría de nuevo en presidente. Un mitin en el mismo lugar, en el Teatro Principal, sirvió para que Rajoy se reconciliase con Pontevedra.