Aída García López nunca se ha resistido a hacer lo que le apetecía porque "no fuese de chicas". Se podría comenzar enumerando deportes y terminar por su pertenencia durante trece años al Cuerpo de la Guardia Civil. Unas oposiciones que preparaba levantándose a las cuatro y media de la madrugada, quitando horas al sueño antes de ir al Instituto. Sin que nadie en la familia lo supiera. Puso fin a esa etapa por no callarse, por no concordar con las normas que se establecían para la presencia de la mujer en la Benemérita.
Es cántabra, ha crecido pegada al Sardinero, al Cantábrico. Con el tiempo y las circunstancias recaló en el Atlántico, en la ría de Vilagarcía y en la ciudad que le da nombre. Llegó ya como técnica superior en Actividad Física y Deporte. Entre las prácticas deportivas que acumula y que detalla en PontevedraViva Radio no aparece la carrera de vallas; pero su trayectoria vital se la ha puesto y a buen seguro que si lo hubiera, tiene podio.
Sus hijas Paula y Lía le tienen repetido que no es una madre normal, porque no hace "cosas normales de madre". Y es que para cuando llega ese momento en la vida profesional de un deportista, de repensar su continuidad; es cuando Aída García comienza a practicar duatlón y triatlón y conseguir títulos y metales.
El MotoBike Poio Galaico la tiene en sus filas. Ha sido Pontevedra la ciudad donde, hasta la fecha, ha vivido su momento más álgido: dos oros en el Mundial ITU de 2019 consiguiendo la mejor marca femenina en todos los rangos de edad. Una experiencia que califica de "regalo de vida", como recuerda en La Playlist.
Ha comenzado el año con su primera lesión. Algo que ha trastocado su trabajo y su modo de vida, pero no le vence porque "lo que está pasando en los últimos año es un regalo". Y es que, lo mejor de esta galerna cántabra, todavía está por venir.