Pablo Vázquez, el último 'One Club Man' del Pontevedra CF

Pontevedra
24 de junio 2020

Ha sido unos de los Capitanes, con mayúsculas, de la historia reciente del Pontevedra Club de Fútbol, pero Pablo Vázquez es mucho más que eso, es el último resquicio de una manera romántica de entender el deporte profesional. Así lo demuestra que a lo largo de su trayectoria, desde categorías inferiores, sólo haya vestido la camiseta granate. Hace ya 18 años de su retirada, pero sigue siendo el último 'One Club Man' que han podido disfrutar los seguidores en Pasarón

Pablo Vázquez, ex-jugador del Pontevedra CF Mónica Patxot

Ha sido unos de los Capitanes, con mayúsculas, de la historia reciente del Pontevedra Club de Fútbol, pero Pablo Vázquez Fontaiña (1971) es mucho más que eso, es el último resquicio de una manera romántica de entender el deporte. Así lo demuestra que a lo largo de su trayectoria, desde categorías inferiores, sólo haya vestido la camiseta granate. Hace ya 18 años de su retirada, pero sigue siendo el último 'One Club Man' que han podido disfrutar los seguidores en Pasarón.

Ese término anglosajón se ha popularizado en los últimos años por lo extraño de encontrar casos de tanta fidelidad en el fútbol de categorías profesionales, y es una etiqueta que encaja a la perfección con Vázquez, lateral derecho que defendió el escudo del equipo de su ciudad durante 12 temporadas, desde la 90-91 hasta la 2001-2002, cuando una grave lesión de rodilla le obligó a dejarlo.

- ¿Sabías que desde tu retirada, nadie más puede considerarse como 'One Club Man' en el Pontevedra?

La verdad es que ni me lo había planteado. Lo mío además no fue sólo la etapa profesional. Empecé con 12 años, que antes era cuando se empezaba a jugar al fútbol, entré en el infantil y pasé por todos los equipos que había por aquel entonces en la base hasta llegar al primer equipo, y ahí lo dejé. No pensaba que no hubiera nadie más desde entonces.

- Sin duda el equipo de tu vida

Yo es que además empecé a ir al fútbol prácticamente desde recién nacido porque mis padres eran aficionados, eran socios, y recuerdo ir a la grada de Pasarón desde muy pequeñito. Entonces llegar al equipo de tu ciudad, tu equipo de toda la vida... por lo menos mis aspiraciones las colmó por completo. Ese punto emocional es un estímulo para estar más orgulloso.

- Pero no fue un camino de rosas, porque los inicios fueron complicados, ¿me equivoco?

A ver yo es que tuve una trayectoria extraña porque exploto el tercer año de juvenil. Fue un salto muy rápido. Después hay otra circunstancia, que con 18-19 años me voy a estudiar a Santiago, y el club decide cederme a un Tercera, ahí hubiera cambiado de equipo, pero empecé con el filial y llegó un traspaso, creo que era de Mauricio, que dejó la defensa un poco coja por lo que me ofrecieron venir de Santiago dos días a entrenar y empezar con un contrato del primer equipo y jugar en el filial.

- Y una lesión casi te lo impide

Sí, la primera semana que empecé a entrenar con ellos me rompí el tobillo jugando con el filial, una rotura además con luxación, una lesión grave, pero recuperé y ya debuté y empecé la dinámica del primer equipo.

- ¿Cuesta dar el salto al primer equipo?

Sí que cuesta. Yo creo que ser el equipo de tu ciudad por un lado sí que me siento muy valorado, pero al principio es complicado porque tú mismo te metes mucha presión, están tus amigos en la grada, está tu familia. Sientes más las cosas.

- Y aquella grada de Preferencia era exigente además.

Era dura, sí, pero tengo que decir que los dos primeros años me imponía, pero a partir de ahí Preferencia era mi grada preferida, y jugaba mejor cuando jugaba por el lado de Preferencia que cuando lo hacía por Tribuna. Es una grada que era exigente pero también era la que empujaba.

- ¿Tuviste ofertas u opciones para cambiar de equipo? Con una trayectoria así en la Segunda B seguro que alguna propuesta llegaría.

Hubo momentos que estuve cerca, opciones de categorías superiores. Una vez que salí en junio de las negociaciones, con 24 o 25 años, y digamos que estaba fuera del club, y fue salir y al llegar a casa me pegó un bajón que por suerte al final se retomaron en agosto las negociaciones. Estuve hasta agosto sin firmar. Entrenaba por mi cuenta con Milucho, que estaba en el Gran Peña, para no perder la forma, pero no había firmado en ningún lado porque no quería irme de aquí. No se me pasó por la cabeza nunca más.

- Después llega la capitanía, un motivo más de orgullo.

Fui muy joven sí. En el Pontevedra de aquella, bueno ahora creo que pasa un poco igual, cada año había muchos cambios de jugadores, quedaban muy pocos siempre y cuando llevabas tres o cuatro años ya eras el más veterano. Al principio empecé a serlo con Gustavo Blanco, en sus últimos años, pero como ya jugaba menos prácticamente era el capitán, y después de primer capitán con 25 o 26 años.

(Fase de ascenso 94-95) "Es quizás de los momentos que más me han quedado grabados, como pena, porque lo tuvimos muy cerca y no nos dimos cuenta"

- Fueron en toda tu carrera 288 partidos oficiales con la granate, 6 de ellos en aquel play-off de ascenso a Segunda (94-95) en el que si hubiéseis ganado en Soria en la última jornada se habría subido. ¿Es tu principal espina?

Es quizás de los momentos que más me han quedado grabados, como pena, porque lo tuvimos muy cerca y no nos dimos cuenta. Fue algo extraño, porque el último partido teníamos aún opciones, aunque fueran remotas, pero hasta los jugadores creían más que la directiva o el entrenador. Pero no hubo esa sensación de que te la jugabas en el último partido, parecía que era imposible. Al vestuario llegaba que no interesaba mucho el ascenso, interesaba más hacer un equipo fuerte el siguiente año e intentarlo. 

- ¿Y la principal alegría? ¿Quizás la salvación en la última jornada en Ourense en la temporada 2000-2001?

Fue el otro momento que tengo. Después viví el ascenso como segundo entrenador, pero la sensación de liberación que sentimos en Ourense, o por lo menos que sentí yo, no lo sentí con el ascenso a Segunda. El equipo estaba prácticamente descendido. La entrada de Nino y de Milucho fue fundamental, y al final lo sacamos. Es quizás el recuerdo más bonito por la liberación que supuso el final del partido y porque descender de aquella hubiese sido un palo muy gordo. Empezaba incluso a plantearme dejar el fútbol. Yo creo que si llegamos a descender posiblemente no habría seguido jugando. Fue un año de mucho sufrimiento.

- Y sólo una temporada después llegó la retirada, con sólo 31 años, por una grave lesión de rodilla.

"Mi principal ambición no era firmar con un equipo de Primera, mi principal objetivo en el fútbol era ascender con el Pontevedra"

Salí del quirófano y me dijeron que no podía jugar más, pero aunque hubiera podido los últimos años lo pasé muy mal, me llegaba a pinchar tres veces por semana para poder jugar el domingo. Tenía la rodilla hecha una porquería, con el cartílago dañado, así que aunque hubiera podido seguir no me costó decidirme por todo eso. Yo no recuerdo el entrenar sin sufrir.

- No era el final de tu relación con el Pontevedra. Después tocó empezar en la parte técnica, siendo partícipe del ascenso a Segunda como segundo de José Aurelio Gay, ¿cómo lo viviste?

No es lo mismo, me quedó siempre la espina de haberlo vivido como jugador, porque mi principal ambición no era firmar con un equipo de Primera, mi principal objetivo en el fútbol era ascender con el Pontevedra. Pero creo que de los últimos años fue quizás el acontecimiento más grande que ha vivido Pontevedra. Recuerdo cómo estaba la ciudad, la cantidad de abrazos, de aquella no había el coronavirus y fueron semanas que te abrazaba todo el mundo por la calle. La alegría que había en la ciudad… era un objetivo de 27 años y la gente tenía las mismas ganas que posiblemente tenía yo. Fue una explosión de alegría muy grande.

- Entrando un poco en el fútbol actual, parece que ahora cuesta más dar oportunidades a los jóvenes, en el Pontevedra y en cualquier club.

"Parece que hoy si eres infantil y no te vas para el Celta ya no vas a salir como jugador. No hay esa sensación de yo lo voy a conseguir estando en el equipo de mi vida y llegando hasta arriba"

El fútbol ha cambiado mucho, como la sociedad. La gente quiere tener cristianos, messis, como la juventud que quiere todo demasiado pronto. Parece que hoy si eres infantil y no te vas para el Celta ya no vas a salir como jugador. No sé, no hay esa sensación de yo lo voy a conseguir estando en el equipo de mi vida y llegando hasta arriba. Es cierto que después dan pocas oportunidades, yo creo que el Pontevedra siempre careció de apostar un poco más por la gente de casa, y apostar es darle continuidad, no sacarte dos, tres o cuatro partidos. Un poco como pasó en aquella época con Couto y conmigo, posiblemente fue por las circunstancias económicas que había que tirar de cantera, pero a nosotros se nos puso en el equipo recién salidos del filial y con sólo 17 jugadores en plantilla.

- ¿Qué se puede hacer para cambiarlo?

A lo mejor es la exigencia esa de que el Pontevedra tiene siempre que ser aspirante al ascenso, y parece que con los chavales de aquí no puedes serlo, tiene que venir gente de fuera, y no es así. Una de mis salidas cuando dejé el cuerpo técnico fue porque había una generación muy buena con Serafín Neira en el juvenil de División de Honor, con Aitor Díaz, Fran Castaño, Fran Rico, Hugo Soto, Manu Rodríguez… había una generación para coger 4 o 5 chavales y llevarlos arriba, y era la idea que había, pero de repente se cambió y se empezó a traer jugadores de fuera que en algunos casos sí aportaron, fue cuando vino Charles, Yuri o Igor, pero hubo otra serie de jugadores que no aportaron nada y taparon a esa gente. Estoy plenamente convencido de que tres o cuatro jugadores de ese equipo hubieran jugado años en Segunda B con el Pontevedra, y hubieran aportado ese sentimiento que quieras que no aporta el de casa, ese compromiso.

"Al Pontevedra le sale mal un año y cambia todo, se cambia de entrenador y 10-12 jugadores, no hay una base de equipo. Tienes que tener un proyecto a largo plazo y confiar en ese proyecto"

- Y ahora como aficionado, ya alejado del fútbol, ¿cómo ves al equipo?

Este fue un año un poco irregular, pero es que seguimos partiendo de un punto con demasiada prisa. Yo creo que la mejor etapa que tuvimos aquí a nivel de trabajo y de hacer las cosas bien fue cuando llegó Nino, sus primeros años hasta el ascenso, que vino muy bien pero a la vez fue el final de esa etapa porque cambió la mentalidad. Pero esos primeros años se trazó una línea, hubo continuidad con el entrenador, un proyecto vamos, que es lo que muchas veces el Pontevedra no ha tenido. Al Pontevedra le sale mal un año y cambia todo, se cambia de entrenador y 10-12 jugadores, no hay una base de equipo. Tienes que tener un proyecto a largo plazo y confiar en ese proyecto y en la gente e la que apuestes, dar tiempo, no querer correr demasiado.

- Para ir cerrando, hay un jugador actualmente que aunque no es canterano sólo ha jugado a nivel profesional con el Pontevedra, como es Edu Sousa. ¿Lo ves como digno sucesor?

Yo creo que es un tío que ya con la edad que tiene ya se debería plantear quedarse aquí y el propio club que Edu sea el estandarte del Pontevedra durante los próximos años mientras pueda jugar, yo creo que es un tío que se lo ha ganado. Debería ser el próximo ‘One Club Man’.