Isla de La Palma…Isla Bonita…CD Mensajero. Por derecho son desde hace casi 31 años parte importante de la historia deportiva de Pontevedra y del Pontevedra CF. Allí vivió el club granate y un puñadito de pontevedreses desplazados para la ocasión, el primer y único ascenso (hasta ahora) a Segunda B. Eso sí, no sin sufrir, después de disfrutar primero de los encantos de una isla diferente al resto de las Canarias, bella como ninguna y de la hospitalidad de sus gentes.
Fue un 2 de junio de 1984. Era el tercer intento después de tres temporadas hundidos en tercera división. Y aquí comienzan las similitudes con la situación actual, porque si bien son cuatro las temporadas en tercera, será nuestro tercer asalto al ascenso. El resto iremos detallándolos poco a poco. Antes, déjenme que les cuente algunas cosillas de lo que sucedió en aquella eliminatoria, en aquel larguísimo viaje y en el partido de vuelta.
Cuando tocó el Mensajero en el sorteo, poco sabíamos, apenas nada, del rival ni de sus circunstancias. Y así nos subimos al primero de los tres aviones necesarios para llegar a la isla. Hasta Madrid. De allí a Las Palmas. Y de Las Palmas hasta Santa Cruz de La Palma. Este último vuelo para no olvidar. Algunos cuando vieron el aparato al que había que subirse dudaron si era mejor ir a nado. Se trataba de un modelo Focker, de hélice, que debía proceder de la segunda guerra mundial. Para entrar en su cabina había que hacerlo agachado para no dar con la cabeza en el techo, y eso sin ser excesivamente alto. Del ruido y los vaivenes durante la travesía, mejor no acordarse.
Aterrizar en el aeropuerto de Santa Cruz de La Palma (por entonces casi mejor decir aeródromo) nos transportó de pronto a paisajes que recordaban la época colonial. Estacionado el avión, se accedía a la terminal a pie, cruzando la pequeña pista, a través de la terraza de la cafetería donde un importante número de clientes de la misma disfrutaban plácidamente del sol.
El presidente, Miguel Domínguez Vaz, no viajó a La Palma por su pánico a los aviones
Además del equipo de jugadores cuyos nombres me permito recordar todos, que bien se lo merecen: Paco, Marsillas, Milucho, Andrés, Churruca, Tapia, Amigo, Tito, Domingo, Collazo, Cal, Carlos, Milo, José Emilio, Soneira, Prol, Taboada, Joseíño y Toti, allí estaban Fernando Castro Santos (entrenador), Rafa Lino (delegado) el mítico “Rulo” Castro Ruibal (masajista). Con ellos como directivo y médico viajaba también Rafael Domínguez Vaz, hermano del presidente, Miguel Domínguez, a quien su pánico a los aviones había dejado en Pontevedra. Y aquí llega la segunda coincidencia con lo actual, en el que la presidenta, Lupe Murillo, tampoco viajará, si bien en este caso no por miedo a volar, sino por respetables motivos familiares.
Sé que había algunos más, creo que el recordado Carlos Saburido, por entonces secretario del club, y Benigno Abelleira, directivo. Perdonen si me dejo alguno atrás, que ya son muchos años. Con ellos un puñadito de periodistas locales. Pocos, pero algunos más de los que en esta ocasión acompañaremos al equipo, que los tiempos cambian y no siempre para bien. Estaban el admirado Amador Larriba, que por cierto regresó enfermo de la isla pero aguantó como un jabato. A su lado el fundador de la “dinastía” de fotógrafos Vázquez, el abuelo Rafa, para Diario de Pontevedra. Tino Rascado, que por aquel entonces retransmitía los partidos para la desaparecida emisora Antena 3 de radio, para completar la lista con Perfecto Sangiao y un servidor, que lo hacíamos para Radio Pontevedra.
Unos de nuestros primeros anfitriones fue el entrenador del CD Mensajero. Un gallego. José Ramón Lamelo. Tercera coincidencia. También esta vez en el banquillo rival habrá un técnico gallego, Miguel Cid. Tanto se empeñó el bueno de Lamelo en hacernos agradable la estancia en la isla que cuando abandonó el sábado el hotel en que se alojaba la expedición pontevedresa, la madrugada del domingo se había consumido y el sol había asomado venciendo a la noche.
El Pontevedra había pedido delegado federativo para el partido, del que poco se supo más que verlo comer un bocadillo de chorizo con una cerveza a las cinco de la madrugada
Por allí andaba también un personaje clave en el fútbol español. Lo había hecho famoso el inolvidable José María García, apodándole despectivamente como “Fernandete Cubatas”. Era el secretario general y asesor jurídico de “Pablo, Pablito, Pablete”, también conocido como Pablo Porta, entonces presidente del fútbol español. El Pontevedra había solicitado la presencia de un delegado federativo para el partido, y el que compareció fue Fernando Vara de Rey. Durante el fin de semana únicamente se dejó ver arrimado a la barra de la cafetería y luego el lunes después del partido, al ir a coger el avión de regreso, sobre las cinco de la mañana, dando cuenta de un bocadillo de chorizo convenientemente regado por una cerveza, para reponer fuerzas antes de partir hacia Madrid, con escala en Tenerife.
El segundo anfitrión, en la mañana del domingo, fue el propio presidente del CD Mensajero. José Luis Ramos, creo que era su nombre. Me encantaría tener el placer de volver a saludarle. Nos enseñó toda la isla (a los acompañantes, claro, que los jugadores tenían bastante con descansar y prepararse para el partido). Nos llevó a ver una de las principales fábricas de tabaco de Canarias, de la que era propietario, lo que aprovecharon algunos para regresar con la mochila hasta arriba de puros canarios, alta calidad a un precio de saldo.
El campo, situado al pie de un barranco, se llenaría hasta la bandera. Y en la cima de ese barranco, cientos de aficionados en un curioso “banquillo de los sastres”
Luego, comidita rápida y hacia el Silvestre Carrillo. El antiguo, pero como el actual un estadio singular. Al llegar, primera sorpresa, el autobús no llegaba al campo. Había que dejarlo a unos 500 metros de distancia y recorrer esos metros andando. La cantidad de público que había ya esperando era importante. El campo, situado al pie de un barranco, se llenaría hasta la bandera. Y en la cima de ese barranco, cientos de aficionados en un curioso “banquillo de los sastres”. Daba miedo pensar que pasaría si alguno resbalaba y se venía abajo.
Ceniza volcánica. Esa era la superficie del terreno de juego. Bien cuidado, pero una auténtica pista de patinaje para los nuestros, que nunca se habían visto en nada igual. Sin el calzado adecuado, cuando dejaron de resbalar ya perdíamos 2-0 (uno de ellos de penalti inventado por la figura local, Ayala) y apenas habían pasado 15 minutos.
Situados sobre el tejado del edificio que ocupaban los vestuarios, Perfecto Sangiao y un servidor casi no sabíamos cómo explicar que nos veíamos otro año más en tercera división. Pero no, marcó Domingo un gol de cabeza poco antes del descanso y luego el equipo aguantó una segunda parte interminable de forma heroica.
Recuerdo con un cariño especial el programa especial (Mosaico Deportivo) que para Radio Pontevedra hicimos desde la habitación del hotel, con toda la expedición metida en nuestra habitación, en la que cada uno contaba sus experiencias y Pachi Soneira era el más gráfico explicando que le habían dado una patada en todos los “cataplines” que casi le deja sin sus atributos masculinos. Con Rafael Domínguez informando a través del mismo programa a su hermano y presidente Miguel con todo detalle y preparando el partido de vuelta.
En la vuelta Pasarón, con más de 30 grados de temperatura y un sol radiante durante toda la semana, estaba “milagrosamente” encharcado
De lo que pasó en Pasarón ya ni les cuento, que muchos de ustedes lo habrán vivido o leído. Únicamente que cuando el bueno de Lamelo llevó a su equipo en la mañana del domingo a ver el campo, con un césped espectacular, fruto de los buenos cuidados de Benigno Abelleira, directivo encargado de tal tarea, el entrenador les soltó a sus jugadores: “chicos, en este campo el que no sepa jugar, pasta”, de pacer, claro está. Eso sí, la cara de asombro de los jugadores no era para menos. Con más de 30 grados de temperatura y un sol radiante durante toda la semana, el campo estaba “milagrosamente” encharcado. Dicen algunos que por allí estuvieron de noche dotaciones de bomberos, probando el correcto funcionamiento de sus mangueras.
Si los nuestros habían tenido que aprender patinaje en la ida, el Mensajero tuvo que aprender a nadar en la vuelta. Y se ahogó. El 5-0 final (Taboada, Domingo, Prol, Collazo y José Emilio) nos llevó a la siguiente eliminatoria y ascenso contra el Eibar (¿quién nos ha visto y quién nos ve a cada uno?), pero esa es otra historia.