Fue una larga pero muy feliz noche. Cuatro años esperando bien merecían una fiesta por todo lo alto. Concluido el partido contra el Haro Deportivo con la victoria y ascenso del Pontevedra a Segunda B, las calles de la ciudad se convirtieron en una inmensa marea de color granate. Cánticos, abrazos, celebraciones y vítores al equipo.
Mientras, jugadores, cuerpo técnico y consejo de administración, con sus familiares y amigos más íntimos, se reunían en el Pazo da Cultura para reponer fuerzas con una cena. Ataviados con camisetas alusivas al ascenso en las que no podían faltar los agradecimientos a una afición que volvió a dar ejemplo de apoyo a sus colores, los hombres de Luisito dieron rienda suelta a sus emociones.
A medida que transcurrían las horas el foco de atención se concentraba en la Plaza del Teucro. Cerca de las 2 de la madrugada eran ya centenares los aficionados allí congregados que esperaban la aparición de sus ídolos. Hicieron acto de presencia pasadas las 2:30 horas. Llegaron caminando por la calle Real.
Y se desató la locura colectiva. Bengalas, banderas, cánticos. Uno a uno los jugadores fueron vitoreados por los suyos y alguno manteado, especialmente Pablo Carnero, Edu Sousa y el héroe de la final, Jorge Rodríguez, que fue izado a hombros. Para entonces en el Teucro no cabía un alfiler. Fotos, selfies, abrazos y lágrimas de emoción mezcladas con gritos de "Voltaremos a ser grandes, voltaremos a ascender". Y mucha, mucha alegría.
La madrugada puso punto y seguido a la fiesta. Este domingo no está previsto ningún acto. Será día de resaca, preparando la recepción que el Concello de Pontevedra hará el equipo en la tarde del lunes, en hora todavía pendiente de confirmar. Todo apunta a que entonces habrá un nuevo encuentro multitudinario de equipo y afición.