El oficio resulta clave cuando de jugar finales se trata y verdaderas finales son cualquier partido de un play-off. A veces la ilusión supera a ese oficio, pero el resultado casi siempre estará condicionado por el acierto en la definición. Tres factores claves en un partido. Dos de ellos dependen en gran medida del poderío económico de los clubs, el tercero no se compra, pero queda la mayor parte de las veces a expensas de los otros dos, que si funcionan suelen imponerse.
Podría ser un apresurado resumen de lo que sucedió en Pasarón. El Real Murcia tiene el dinero y con él se permite contratar jugadores con oficio y calidad. El Pontevedra opuso a ello la ilusión de sus hombres y el empuje de un estadio casi lleno. No fue suficiente. Los pimentoneros aguantaron el empuje inicial de los granates, que fallaron una ocasión de las que no se puede perdonar para adelantarse, y luego supieron esperar su momento, durmiendo el partido, bajando las revoluciones y el ritmo, congelando el balón hasta aplicar su picadura mortal en sus dos primeras llegadas al área gallega y dejar la eliminatoria vista para sentencia.
Claro que hubo un tercer ingrediente con el que pocos contaban. Vestido de juez ayudó a los murcianos cambiando su papel para ejercer de verdugo. Si la afición granate, desde hace muchos años, recibe con recelo la designación de colegiados asturianos en los partidos del Pontevedra, ya tiene un motivo para añadir otro a la larga y nefasta lista.
Los de Luisito salieron con valentía, tratando de llevar la iniciativa y apoderándose del balón. Con el equipo dispuesto en un sistema 4-3-3, Íker Alegre era el jugador con las ideas más claras, si bien en la zona ancha Abel tenía problemas para asumir el papel de organizador. Atrás pronto se vio que el Murcia sabía dónde estaba el punto débil, la espalda de Portela, que sufrió en cada balón profundo que los murcianos metían buscando a Guardiola. Y por ahí llegaría precisamente el principio del fin.
Pero antes la ilusión local dio para poder adelantarse en el marcador. Fue en una gran salida de Íker Alegre, que esperó la llega de Eneko por la izquierda. Éste puso un centro magnífico para David Añón, pero el punta granate no pudo evitar a Simón, que salvó con el cuerpo cuando la grada cantaba el gol. Iban sólo ocho minutos de partido.
Hasta cumplido el primer cuarto de hora el Real Murcia no salió de la cueva, pero comenzó a enfriar el partido, escondiendo el balón en su zona de atrás. Los granates estaban siendo mejores, pero sin haber pisado el área, el cuadro pimentonero lo hizo para abrir el marcador. Un balón profundo sobre Sergio Guardiola le bastó a éste para deshacerse con calidad de Jacobo Trigo, que había acudido a intentar tapar. El disparo del delantero lo rechazó como pudo Edu, pero Víctor Curto aprovechó para empujar a puerta vacía.
Los granates acusaron el tanto. No en su lucha, pero sí en su juego, en la misma medida que el Real Murcia reforzaba su apuesta. Dejando pasar los minutos, los de Vicente Mir no sufrían atrás, defendiendo las acciones a balón parado con seriedad y contundencia, hasta que llegó su segundo "picotazo". Y sería precisamente cuando el Pontevedra comenzaba a reponerse del palo del primer gol. Un balón despejado por la defensa local es devuelto por los murcianos. Lo recibe Sergio Guardiola en clarísima posición de fuera de juego, después de tocar en Portela al intentar despejar. No señalan ni el árbitro ni el asistente, y Guardiola bate por bajo a Edu.
Incluso pudo hacer el tercero antes del descanso. Edu salvó el remate de Javi Saura.
Luisito dio entrada a Mateu al comienzo de la segunda parte, buscando mayor poderío ofensivo para al menos intentar meterse en el partido, pero no hubo tiempo para poner a prueba la posible reacción, ya que el Real Murcia sacó de nuevo a relucir su eficacia, ayudado esta vez por la blandura defensiva granate. Un centro desde la izquierda llega a Víctor Curto, incomprensiblemente desmarcado al borde del área de meta, para que remate de cabeza a la red. Quedaba un mundo, pero fue como cuando en los juegos sale el rótulo de "game over".
Pese a ello, y justo es reconocerlo, el Pontevedra tiró de raza para morir de pie, negándose a agachar la cabeza. El técnico local agotó cambios en busca de soluciones, pero fue entonces cuando de nuevo el Real Murcia echó mano de su otra arma, el oficio, para apagar los conatos de rebelión que surgían del orgullo de los granates.
Pudo marcar Eneko. Se reclamó penalti por manos que, a decir verdad, no lo parecieron, incluso se pidió gol en un balón que el portero visitante pudo atajar sobre la línea. El Pontevedra siguió empujando sin perder nunca el respaldo de los suyos, entregados a la dignidad de un equipo que caía sin rendirse nunca.
Y llegó al menos un mínimo premio a esa fe que tantas alegrías ha dado esta temporada cuando un mal árbitro, que hasta entonces había visto casi todo de color murciano, decretó penalti por mano de Golobart en un salto, cuando el Pontevedra más empujaba. Bonilla se permitió el lujo de lanzarlo con frialdad y calidad, a lo "panenka" para satisfacción de los suyos que incluso jalearon una posible remontada. De evitarlo se encargó el oficio visitante, incurriendo en constantes pérdidas de tiempo y simulación de lesiones que alargaron el final hasta siete minutos, entre el enfado de la afición local, que no entendió la actitud forastera, puede que lógica, tanto como a todas luces antideportiva.
Al filo del tiempo reglamentario, Elady pudo ampliar, con un disparo lejano que acabó estrellándose en el larguero y Bonilla tuvo en sus botas el segundo, pero su volea salió fuera.
Se necesitará un milagro en la Nueva Condomina, pero pase lo que pase la afición granate termina la temporada orgullosa de su equipo. Así lo dejó claro cuando un muy mal árbitro pitó el final. ¡Qué cruz, señor! con los colegiados en las fases de ascenso.
PONTEVEDRA CF (1): Edu; Miguel, Portela (Mateu, minuto 46), Bruno, Bonilla; Kevin Presa, Jacobo Trigo, Abel; Íker Alegre (Álex González, minuto 64), David Añón (Jacobo, minuto 57) y Eneko.
REAL MURCIA (3): Simón; Juanjo, Golobart, Josema, Pumar (José Ruiz, minuto 80); Armando, David Sánchez, Adrián Cruz, Javi Saura (Benito, minuto 65); Víctor Curto (Elady, minuto 86) y Sergio Guardiola.
Árbitro: Pablo Fernández Pérez (Asturias), auxiliado en las bandas por Miguel Oses Arasa y José López Abilleira. Amonestó a Bonilla, Íker Alegre, Jacobo y Mateu, por el Pontevedra, y a Pumar, José Ruiz y Víctor Curto, por el Real Murcia.
Goles: (0-1) Minuto 20: Víctor Curto. (0-2) Minuto 39: Sergio Guardiola. (0-3) Minuto 48: Víctor Curto. (1-3) Minuto 79: Bonilla, de penalti a lo "panenka".
Incidencias: Estadio Municipal de Pasarón (Pontevedra). Partido de ida de la primera eliminatoria de la Fase de Ascenso a Segunda División. Unos 10.000 espectadores.