"El crossfit era un entrenamiento para militares, pero evolucionó hacia la salud. Cualquier persona que quiera ponerse en forma, recuperarse de una lesión, que tenga sobrepeso o problemas psicológicos viene a entrenar con nosotros". Palabra de Luis Lalín, el empresario que introdujo esta disciplina en Pontevedra hace casi una década y que acaba de lanzar la primera franquicia de crossfit en Galicia bajo la marca BOX 004.
La explosión de este deporte no es casualidad. Los inicios "fueron aplastantes" y el crecimiento, a pesar de la pandemia y algún que otro fracasado intento de expansión, sigue siendo constante. "Tuvimos miedo de muerte por éxito, teníamos lista de espera de hasta tres meses y el centro no tenía capacidad para mover a toda la gente que quería entrenar con nosotros, no teníamos material ni instalaciones adaptadas", recuerda Lalín los dos primeros años de una actividad que ahora ofertan la mayor parte de los gimnasios pero que entonces no existía en la provincia.
Las razones de este expansión las sitúa este emprendedor natural de O Caballiño en un cambio drástico en el perfil de usuario. "El tipo de usuario que empezó con nosotros era el tradicional de gimnasio, con un estado de forma óptimo pero quería ponerse todavía más en forma. Era gente que buscaba estar por encima de la media: militares, bomberos o policías.
Pero el perfil evolucionó hacia todo el mundo, los usuarios vienen a hacer deporte y despejar la cabeza. También evolucionaron los entrenamientos. Antes eran una locura, ahora hay programaciones perfectamente estructuradas. Y gracias a Dios el mito de que crossfit es levantar ruedas de camión está desterrado", explica.
La buena salud de la que goza actualmente este deporte ha llevado a Luis y a sus dos socios a volver a innovar. Después de crear el primer box de crossfit en Pontevedra, ahora han creado la primera franquicia de gimnasios especializados en esta disciplina de Galicia.
Debutaron con un nuevo box en el centro de Pontevedra, luego abrieron otro en Marín para dar después el salto a Vigo. Y de ahí, a Santiago, donde levantarán la verja en pocas semanas. "Nuestro plan de futuro es copar Galicia", adelanta Lalín, que pretende abrir un box en cada una de las grandes ciudades gallegas antes de dar el salto a nivel nacional.
Por el momento, el plan está saliendo a pedir de boca y los motivos los tiene muy claros. "Nos centramos en una parte del fitness que no estaba copada, que es la atención al cliente. La gente busca atención, que llegues a un sitio y te atiendan por tu nombre. Creamos centros más pequeños, con mejor atención, con mejor programación y centrados en la salud. E intentamos llevar ese concepto de familia a todos lados", detalla.
Tampoco la idea de familia, que muchos identifican con una secta, es infundada. "Es por la piña que se forma", confiesa Luis, antes de reconocer que parte del crecimiento de su negocio se debió a que "la gente está contenta y la que entra viene llamada por los demás, de ahí ese movimiento sectario de atraer a gente, pero nosotros le llamamos familia porque mola más que el concepto de secta", admite entre risas.
Y como toda buena familia, cuando las cosas vienen del revés, la ayuda es innegociable. Por problemas administrativos, el Box que abrió sus puertas allá por el 2013 tuvo que cerrar de forma abrupta en la Avenida de Lugo y trasladarse a otra ubicación en el polígono de O Vao.
"Cerramos un viernes y el lunes abrimos en otro lado. Fue espectacular. A las siete de la mañana estaba un usuario desmontando la jaula, otro de Marín se plantó allí con un camión, otros con furgonetas, otros pidieron el día libre en el trabajo para echar una mano... La gente llegaba allí diciendo: 'qué hay que hacer'. Unos descargaban, otros barrían, otros cogían una brocha para pintar. Empezamos a trabajar el viernes por la mañana y el domingo descansamos. Lo hicimos todo en dos días", relata Lalín sin palabras para agradecer el apoyo de toda la comunidad de usuarios.
Como contrapartida, desde el Box tratan también de devolver todo ese apoyo a través de la organización de eventos solidarios. El pasado fin de semana celebraron una concentración de motos clásicas por el centro de la ciudad en beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer.
"Siempre que hacemos algo intentamos que tenga un componente social: ayudamos a una protectora, donamos ropa, comida, etc. Juntamos mucha gente y ese poquito de cada uno hace mucho", explica Lalín recordando actividades benéficas organizadas como clases de surf, pádel surf o caminatas.
También durante la pandemia, una época de incertidumbre para todas las empresas, mantuvieron ese carácter altruista. "Los usuarios tuvieron mucha comprension con nosotros y para intentar ayudarlos creamos entrenamientos gratuitos online. La gente, sin espacio en casa, entrenaba con garrafas de agua, con mochilas... Era más un entrenamiento psicológico y para que se mantuviera el contacto, pero no era un entrenamiento como tal. De hecho hubo muchísimas lesiones porque muchos empezaron a hacer deporte con garrafas de agua, en su casa y sin supervisión. Para matarse", rememora el entrenador.
Sin embargo, la pandemia, que los pilló en plena fase de lanzamiento de las primeras franquicias les sirvió para reinventarse y crear un nuevo sistema de trabajo individual que ha llegado para quedarse. "A la normalidad no volvimos nunca. El tema de compartir material hubo que erradicarlo y aun hay gente que no volvió por el tema de las mascarillas y porque es reticente a juntarse con otros. Creamos un formato nuevo con trabajo y espacios individuales que cuajó mucho y no vamos a volver al concepto que teníamos antes", argumenta.
En Pontevedra ya no bastan los dedos de una mano para contar los establecimientos que ofertan esta disciplina, sin embargo el desembarco en el Lérez de este entrenamiento diseñado para los militares estadounidenses se debe a la base militar de Figueirido y a la Escuela Naval Militar de Marín. "La única gente que conocía este entrenamiento hace diez años eran los militares. Y las ciudades militares por excelencia en Galicia eran Ferrol o Pontevedra".
Luis Lalín, con pasado como entrenador en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva, apostó por la Boa Vila y en menos de una década la ciudadanía pontevedresa ya forman parte del corazón de la primera franquicia gallega de crossfit.