Que el nombre no invite a confusión. Sarria no es gallego, es tan malagueño como la biznaga o el boquerón. Su nombre, Nacho. Nacho Sarria forma parte del elenco de artistas y bandas que actuarán durante este fin semana en el Festival Rio Verbena de Pontevedra.
El pasado julio ya debutabas en tierras gallegas con el PortAmética, ¿qué impresión te llevaste?
Antes de nada, gracias a Galicia porque pronunciáis bien mi nombre, en el resto de sitios me colocan la tilde y me llaman Sarriá.
Lo de PortAmérica fue muy bonito. Estuvimos en una edición muy especial hace tres años en un formato acústico y reducido. Es un festival que siempre nos ha tratado muy bien. Se come muy bien, para mí lo mejor del festival es la comida. Música buena hay en muchos festivales, pero comer tan bien como se come en el PortAmérica es complicado en otros sitios.
Y del Río Verbena, ¿qué te han contado?
Pues la verdad es que poco. En la oficina nos han puesto en contexto y lo que me hace mucha ilusión es que vamos a coincidir con algunos amigos como Los Zigarros, vamos a ver a Amaral en directo y una serie de amigos coincidimos allí ese día y me hace ilusión el reencuentro. Además, a nosotros del sur cada vez que nos llaman de Galicia es una maravilla porque ahora mismo estamos aquí a cuarenta grados y subir para allí es una alegría.
¿Qué es y a qué suena el rock retrofuturista? (para quienes todavía no hayan tenido ocasión de verte y escucharte)
Las canciones de este proyecto son como mi diario personal. Las cosas de las que hablo, son las cosas que me pasan, que voy viviendo, que voy digiriendo. Siempre lo he hecho desde chiquitito a través de la música. El sonido del grupo responde a mi intención de rescatar las texturas, las maneras de entender y cocinar la música de los 60 y 70 desde una perspectiva actual y mezclándola con sintetizadores, con elementos más modernos de sonido e intentar hacer algo clásico en su receta pero futurista de alguna manera en el sonido.
Hay canciones más tradicionales, otras que lo son menos, y al final es un proyecto muy abierto que recoge todos los sonidos que me van gustando y que hago confluir en el disco.
Hablando de discos. En 2021 publicabas tu primer elepé, 'Sarria' y esta pasada primavera el segundo, 'El mundo es cruel (pero creo en él)'. ¿Entre uno y otro hay una evolución o un salto importante?
Para mí es complicado responder a esta pregunta porque como al final estoy tan dentro de mi propio proyecto, que mi día a día es trabajar en canciones; y no tengo una perspectiva como a lo mejor se puede tener desde fuera. Yo lo veo evolución, tanto en sonido como en temática de las letras porque también he tenido una evolución vital de encontrarme mejor, más optimista que cuando hice el primero. Tengo ahora el apoyo de un sello discográfico gallego, Esmerarte, que han hecho posible que este trabajo salga adelante. Entonces yo lo considero evolución porque el proyecto ha crecido y yo he crecido con él también y el equipo que tenemos alrededor es más grande que en 2021.
Yo quiero pensar que mi música es una evolución constante; y ahora que estoy trabajando ya con temas para un tercer disco, sigo buscando esa evolución sonora y en las letras.
Para cuando se materializaba ese primer álbum en 2021, Nacho Sarria - con lo joven que todavía eres (29 años) -, ya tenía una trayectoria musical. ¿Cuándo empezó la trayectoria amateur y cuándo dirías que pasó a ser una trayectoria profesional?
Yo empecé a tocar en grupos y dando conciertos con trece años y estuve hasta los dieciséis tocando de vez en cuando por Málaga, en proyectos de chavalillos que no tenían mucha pretensión. Pero con diecisis empecé con un grupo de Málaga que se llamaban Denís y Los Histéricos, un grupo glam de la Costa del Sol y hago mi primera gira por España. Y ya con diecinueve, veinte años, es el punto de inflexión con la llamada de Los Labios, una banda de Sevilla que yo admiraba mucho. Me llevan de gira por medio mundo porque estuvimos en Estados Unidos, en Chile, en Méjico, Países Bajos, Inglaterra,... Si mi infancia y adolescencia fue Primaria y Secundaria, con ellos llegó la universidad, el máster y el postgrado.
Y en el tránsito de ser guitarrista a ser un artista con nombre propio, ¿qué te resultó más fácil, componer o escribir; o tanto monta, monta tanto?
Me cuestan más las letras. Me como más la cabeza con ellas. Cantar fue un paso muy progresivo, lo he aprendido sin presión, de forma muy relajada a lo largo de los años. Las letras siguen siendo mi quebradero de cabeza, donde me frustro y me peleo conmigo mismo hasta que encuentro la letra que creo que es la adecuada.
No hace mucho veía un reportaje con artistas jóvenes y la conclusión a la que se llegaba es que actualmente, casi la excepción entre tu generación es dedicarse a hacer rock en lugar de músicas urbanas, ¿te sientes así?
Sí, pero en general en mi vida entera. Desde chico me ha apasionado tanto la música y el rock de los 70 que siempre he sido raro en el mejor de los sentidos. Creo que ahora lo que prima en esta industria es otro tipo de música y también lo que interesa a los chavales, pero el rock sigue estando muy vivo.
Nunca he entendido por qué llevan matándolo desde el 69 cuando géneros como el jazz, el reggae, o el blues, que tienen un público mucho más minoritario y selecto que el rock y nadie los da por muertos. Entonces yo creo que aunque seamos pocos hay una generación que está empujando para que esta música siga viva en un papel menos protagonista que el que había antes. Creo que el rock tiene mucho complejo de estar muerto, de no estar de moda. Hay mucho llorica en el rock y lo digo con todo el cariño del mundo, y muchas veces somos los propios músicos que nos dedicamos a esto los que utilizamos ese tipo de expresiones: que este género está muerto, que no conecta con la juventud. Creo que son cosas pasajeras, que cada música tiene su momento y la buena música siempre encuentra el suyo, independientemente del estilo de cada uno.
Pienso que cuando yo era chaval si te gustaba el rock te tenías que vestir de una manera y juntar con un tipo de personas. Ahora todo eso de tribus urbanas y segregarse por el tipo de música ha pasado y los chavales lo mismo te escuchan a Bad Bunny que los Beatles. Creo que en ese sentido es una buena oportunidad para la música que hacemos, la gente tiene las orejas más abiertas y están abiertos a conocer tipos de música distintos y yo lo veo de una forma optimista.
Pasado el verano y este momento top festivales, todavía te quedan compromisos importantes para lo que resta de año.
Sí, en septiembre anunciamos la gira de otoño e invierno que viene con muchas fechas incluso fuera de España. Y tenemos una cita el 23 de noviembre que nos ilusiona mucho y es que los chicos de Sidecar nos han invitado a hacerles de teloneros y abrir su dieciocho aniversario en el WiZink Center. Para nosotros es una pasada tocar ahí. Les mando un abrazo y un gracias enorme por contar con nosotros porque es una oportunidad muy bonita para un grupo de Málaga hacerse un estadio, eso no pasa todos los días.
Has nombrado tercer disco. Entiendo que sin pausa pero sin prisa, sin presiones, poco a poco.
De momento tenemos que tocar este disco y girarlo, que como salió en marzo el recorrido largo será en otoño y primavera que viene. Lo que pasa es que estoy ya recopilando ideas nuevas, tengo un montón de canciones preparadas para cuando toque grabar. Estoy contento porque normalmente siempre llego al estudio con los temas justos para hacer un disco y ahora tengo para hacer un par de ellos. Tengo muchas opciones de cara al próximo trabajo.
En esta industria hay mucha prisa por lanzamientos y que haya un chorreo constante. Yo siempre he pasado un poco de eso, pero ahora tengo muchas ganas de volver a grabar porque tengo mucho material nuevo. No sé cuándo será pero espero que pronto podamos ir empezando a trabajar y darle forma con tiempo, tranquilamente, pero tengo muchas ganas.