La programación previa a la gala de entrega de los Premios Feroz el 25 de enero ha traído este fin de semana a Pontevedra a Rodrigo Sorogoyen, uno de los cineastas más premiados de las últimas ediciones. Este sábado se proyectaron los cinco primeros capítulos de una de las series revelación del año, Los años nuevos, que suma cuatro nominaciones en esta edición, incluyendo mejor serie dramática.
Vamos hasta las tripas de la serie, que ya se ha proyectado en cines antes y ha llegado a Venecia o a Tokio. Tranquilas y tranquilos, no trae spoilers. Y, por supuesto, no queda atrás su conexión con la provincia de Pontevedra, donde veraneó de pequeño y rodó As Bestas. "Cuando oí Feroz, Pontevedra, hubo algo en el corazón que dije: mira. Y me gustó", confiesa.
Hoy justo están proyectando en el Teatro Principal los cinco primeros episodios. Ya tienes experiencias en la proyección en cine. ¿Cómo vives las proyecciones?
Las veo muy bien, ya he hecho muchas; ya he ido a muchos coloquios. Estoy tranquilo porque la serie funciona muy bien, a la gente le gusta mucho. Supongo que hay gente que se va, que no le gusta, evidentemente, pero hay un gran público que conecta muchísimo. Nos emocionamos con gente que conecta tanto. Es que tú puedes rodar muy bien algo, puedes hacer una película, pero si no emociona... Y Los años nuevos ha emocionado muchísimo. Me encanta escucharles y ver qué tienen que decir.
Supone un poco sacarlo del hábitat natural para el que fue pensado, para la televisión, para la intimidad del hogar. ¿Se disfruta de forma diferente?
Sí. Hay dos conceptos. La pantalla grande y el sonido, que es innegable que cualquier ficción gana más, y luego, con Los años nuevos también pasa mucho la comunidad, verlo juntos. De repente, yo he estado en proyecciones y, aunque nadie dijera nada, notabas la emoción en toda la gente. Son proyecciones muy potentes.
Hablando de lo que nos trae aquí, después de los éxitos de El Reino, Antidisturbios y As Bestas, parece que los Feroz te quieren. ¿Cómo afrontas esta nueva edición con cuatro nominaciones?
Muy ilusionado, muy contento. Es una gala siempre divertida, además. Ya no solo la gala, sino estar con las creadoras y con Francesco y con Iria y compartir un momento festivo y, a la vez, sentir que perteneces, sentir que, en este caso la asociación de informadores, han decidido que tú, con otros cuantos, estés ahí. Esa experiencia es muy bonita. A mí me gusta mucho siempre compartirla con el equipo. En una serie, no hay muchas ocasiones, solo los Feroz. Además, este año que ha habido buenas series, hay dos-tres series que son buenísimas. Yo creo que va a ser una celebración de lo bien que se está haciendo.
En tu caso, ¿crees que alguno de esos reconocimientos, los Feroz, los Goya o los que has tenido en festivales, han cambiado el curso de tu carrera?
Los reconocimientos, sí, claro. No sé si cambian el curso, pero modelan, van modelando. No es lo mismo hacer una película o que una persona se interese por tu película si has ganado un Goya o si se te refrenda un festival o en unos premios. Sí, claro, claro, por eso también tienen su importancia.
Con esta serie, acompañáis a una pareja a través de diez años. Algo que parecía manido y que habéis contado de forma copletamente diferente. ¿Cómo lo habéis conseguido?
No lo sé. Intentando ser, por un lado, originales. Sois vosotros y vosotras que tenéis que decirlo, pero creo que el rasgo distintivo es un muy fuerte compromiso con la honestidad, con la realidad, con la verdad y con la verosimilitud. La historia ya la hemos visto mil veces, sabíamos que había que echar el resto en cómo lo hacemos. Yo veo pocas ficciones hoy en día donde se disfrutan esos silencios, hay esas conversaciones o esos diálogos que parecen muy realistas, que parece que estás escuchando esa chica de ahi.... (queda en silencio mientras escuchamos una conversación real en las inmediaciones). Eso es dificilísimo verlo en una ficción, pero la gente habla así. Entonces, nosotros hemos intentado recrear y trasladar eso (vuelve a detenerse a escuchar). En una ficción no se hace normalmente.
Vamos, la vida misma.
Bueno, lo hemos intentado. Es un reto. Todo cineasta, con sus géneros y sus tonos, a priori, lo que quiere es retratar la vida. En este caso, había que ir con todo.
Al margen de la historia en sí, ¿qué es lo que querías contar con Los años nuevos?
No, no, en este caso, nunca me he planteado contar más. En As Bestas, el thriller era buen vehículo para llegar a esa mujer, para entender o sufrir o emocionarte con esa mujer. Aquí, queríamos contar la vida de dos tipos que podíamos ser nosotros y cómo diez años pasan y cómo a veces tiene uno una sensación de no avanzar o a veces te ha arrollado la vida y han pasado muchas cosas. Era acompañar a los personajes. Supongo que estamos hablando de nosotros, que yo ya tengo una edad y, claro, cuando tienes 20-30, no estás pensando nunca en lo que ha pasado, no tienes un concepto del tiempo; tienes un concepto del futuro, supongo. Pero con 40, o con 30 y muchos, ya empiezas a pensar en el pasado y en lo que has vivido; ya empiezas a pensar en tu vida y en lo que queda. No es una reflexión para nada, pero sí un compendio, una recapitulación de los años. De la vida.
Es casi como un retrato generacional. ¿De tu generación o de cualquier otra?
Lo dice mucha gente. Me parece muy delicado decir: esto es una generación. Es que dentro de una generación hay muchísimos colores. No creo que lo sea, no hemos querido hacerlo, todos decís que lo es. Bueno, no sé, pues lo será. Es verdad que es algo que era lógico; nosotros hemos querido contar la historia de estas dos personas, que tienen sus satélites, que tienen sus amigos, sus padres, sus trabajos. Es un retrato. ¿De una generación? No, de esa gente, que, evidentemente, se toca mucho con mucha gente, por supuesto. A lo mejor nosotros tres estamos ahí, pero estoy convencido de que muchísima gente de nuestra generación no está ahí.
Es como que muchas veces le ponemos nombres rimbombantes a las cosas.
Rimbombantes, y que queremos calificar todo el rato. Nos pasó con Antidisturbios y con As Bestas también.
Está escrita a seis manos. Sin embargo, no se notan cambios de estilo. ¿Cómo lo lográis?
No lo sé. Trabajando mucho, poniendo mucho ojo. Sara y Paula han hecho un trabajo impresionante. Ellas son las que han escrito. Yo les daba muchas ideas por notas de voz, pero las que han hecho esto han sido ellas y hemos trabajando mucho, nos hemos juntado, hemos revisado guiones. Y es importante que no se noten las manos, las manos en el guión y las manos en la dirección. Eso era muy importante.
Hay series en las que se nota...
Aquí no. Ellas siempre trabajan juntas, creo que escriben una escena una y una escena otra. Están conectadas por Zoom, se ven todo el rato y hablan. Están todo el día, como de 10 a 6, con su hora para comer. Comparten pantalla, una está viendo lo que escribe la otra. Y luego yo, antes y/o después, les digo por aquí o por allá; esto sí, esto no.
Esta serie tiene pericias como el capítulo final, con un plano secuencia de 45 minutos. ¿Cómo y por qué te metes en ese follón?
Sí, me gustan los follones, soy muy kamikaze, soy muy consciente. Lo he contado alguna vez, también; de repente, a dos o tres días del rodaje, me pregunté: "¿por qué me meto en esto? Puede ser un fracaso estrepitoso”. No me arrepentí ni nada, pero sí que dije buf.. a lo mejor... Es mi naturaleza. Me gusta ponernos retos. Ahora estoy preparando una película y el otro tuvimos una reunión y les dije: esto que vamos a hacer, no lo hemos hecho nunca y todos: jajaja, venga, otra vez, empezamos bien. Creo que es una forma de estar vivo. Y es que me gusta mucho mi trabajo, me gusta mucho trabajar con gente a la que admiro, con amigos. No sé, es bonito ver a seres humanos talentosos que encima sientes un amor por ellos devanarse los sesos, usar su talento, usar sus pericias para contar una historia. Es que tenemos un oficio tan extrañísimo... Voy a ponerme un poco turras. Estamos muchísimo tiempo hablando de cosas que no son reales, he llegado a discutir horas con una persona, con Isabel, con Sara, con Paula, sobre si una persona que no existe lleva esas botas o no. Nuestra materia prima son cosas que no existen. Me parece un oficio tan bonito y tan extraordinario que me gusta aferrarme y agarrarme a esa vida y a ese movimiento. A los directores o directoras que ruedan siempre igual o que hacen siempre la misma película los espeto, pero no me atrae nada.
Los cambios de registro en tu caso son evidentes, este es como un regreso a algo más íntimo. ¿En dónde te sientes más cómodo?
Estoy cómodo en todos lados. Como me gusta el follón y como me gusta la vida... Me he sentido muy cómodo con Los años nuevos. Si la historia ha nacido de mí, como suele ocurrir, o de Isabel, estoy comodísimo. Ahora estoy preparando una película en Fuerteventura, con Javier Bardén y con Victoria Luengo, y es como As Bestas, pero en el desierto. Con Antidisturbios, me encantó meterme en esa furgoneta, porque me apasiona las historias que contamos. Es que yo no concibo contar de otra forma.
Por lo que he leído, una de las cosas con las que sí que te sentías muy cómodo en esta película es con la música. Y con Nacho Vegas en particular. ¿Por qué él?
Porque conecto muchísimo con él, es mi cantautor favorito. Tampoco hay una razón. Supongo que soy racionla, pero muchas decisiones que tienen que ver con el proceso, con las películas, no tienen que ver con: a ver, vamos a elegir un músico, ¿cuál puede ser? Se te ocurrre. De repente, La gran broma final, que es de Nacho Vegas, estaría muy bien aqui. Y fue creciendo, como crecen los procesos. La última canción sí que queríamos que fuera inédita porque el último capítulo es en el futuro, ocurre dentro de unos días, el 31 de diciembre de 2024. Se lo propusimos a él y es un temazo. Estoy agradecido y entusiasmado.
Antes de despedirnos, regresas a Pontevedra, la conoces muy bien por As Bestas y creo que también a nivel personal por tu infancia, que la has pasado aquí, ¿cómo te sientes cuando comes?
Me siento bien, es siempre reconectar con la infancia. Hacía mucho que no venía de veraneo a Galicia y este verano estuve tres semanas en furgoneta, recorriendo toda la costa. Es un lugar que es un paraíso, me flipa, aparte de reconectar con mi infancia. Es de los pocos lugares de España que están como más preservados. Cuando oí Feroz, Pontevedra, hubo algo en el corazón que dije: mira. Y me gustó.