Reinventarse o morir. Esa es la máxima que la Sala Karma ha querido cumplir. Las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus han acelerado la idea que sus responsables tenían para darle un aire nuevo a su negocio, la única sala de conciertos que hay en Pontevedra.
Así, Karma no regresará como discoteca. Al menos, por ahora. "Eso se acabó", confirma a PontevedraViva su propietario, Marcos Rivas.
A partir del próximo mes de julio, la sala reabrirá sus puertas reconvertida en una cervecería. Abrirá de lunes a domingo desde las ocho de la tarde y también en sesión vermú los fines de semana. Eso sí, mantendrá su apuesta musical con conciertos acústicos y sesiones DJ.
"Queremos trabajar de día y que la gente nos vea", explica Marcos Rivas, que actualmente trabaja en el rediseño de su amplio local. No abrirá más allá de las dos de la madrugada.
Habrá mesas repartidas por toda la sala y el aforo, en principio, estará limitado a unas 50 personas, para cumplir con las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
"No quiero barullo. Quiero un local en el que la gente venga a disfrutar de un rato de tranquilidad y en el que pueda escuchar buena música en directo", añade el responsable de Karma que, además pedirá licencia para instalar una terraza al aire libre.
Además, Marcos Rivas adelanta que Karma no cobrará entrada por acceder al local "ni vamos a tener zonas VIP" porque, según añade, "queremos seguir siendo los mismos de siempre" y trabajar para satisfacer al público que le ha apoyado todos estos años.
Entiende también que los grupos "quieren tocar" y este nuevo formato le permite mantener su apuesta musical. "Es lo mejor que podemos hacer", defiende el dueño de Karma, que reconoce que esta apuesta es un "paso de gigante" con el que espera acertar.