El equipo de 'Querer', en Pontevedra: "La serie enseña la violencia de la que no se habla. La que es más sibilina y más dura"

Pontevedra
25 de enero 2025

Alauda Ruiz de Azúa, junto a los actores Iván Pellicer y Miguel Bernardeau, han presentado en Pontevedra el deslumbrante relato televisivo que radiografía el maltrato dentro de la pareja

Miguel Bernadeau, Alauda Ruiz de Azúa e Iván Pellicer
Miguel Bernadeau, Alauda Ruiz de Azúa e Iván Pellicer / Mónica Patxot

Horas antes de que se entreguen los Premios Feroz el público pontevedrés pudo ver a la que es, sin duda, una de las grandes favoritas de esta ceremonia. Querer, la serie creada por Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978), ha puesto el broche de oro a las actividades previas a la gala.

Ruiz de Azúa, junto a los actores Iván Pellicer (Murcia, 1997) y Miguel Bernardeau (Valencia, 1996), han presentado el deslumbrante relato televisivo que radiografía el maltrato dentro de la pareja, una violencia a menudo silenciosa e invisible que sufren las mujeres y sus hijos.

En una entrevista con PontevedraViva, la creadora de Querer explica cómo ha sido llevar a la pequeña pantalla esta historia, en la que estos dos jóvenes intérpretes dan vida a los dos hijos de la pareja que, ante el maltrato que tiene su madre, reaccionan de manera opuesta.

Querer es tu primera serie para televisión. ¿Qué fue lo que te animó a dar el salto?

Me llegó la intención de los productores de la serie de hacer algo sobre el consentimiento dentro del matrimonio y me pareció un tema que no se había explorado. Era algo que podía abordar desde la familia y me interesaba mucho mostrar cómo se maneja esa violencia dentro de ella. Me lancé por eso y no tanto por el tema televisivo.

Alauda Ruiz de Azúa
Alauda Ruiz de AzúaMónica Patxot

Pero sí es verdad que el formato serie le venía bien a la historia, que ocurre durante muchos años. Descubrimos que ser radicales en las elipsis, terminar los capítulos muy arriba y retomarlos en un sitio completamente distinto, era algo que no afectaba al viaje emocional sino que lo hacía más interesante. Había huecos que el espectador tenía que rellenar.

¿Tenías claro cómo tenía que ser Miren, la protagonista de esta historia?

Miren está inspirada en muchas historias reales y, sobre todo, creo que lo que más vertebra a ese personaje es que nosotros quisimos entender muy bien por qué era tan difícil denunciar algo así, por qué se podía llegar a tardar tanto en hacerlo.

Creo que Miren es un personaje que se construye a través de la dificultad de contarse. Tiene que enfrentarse todo el rato a cómo me cuento a mis hijos, cómo me cuento ante un agente policial, cómo me cuento ante un juez, cómo me cuento ante mi marido, ante la familia...

Y sobre todo que fuera una mujer que no diera el "perfil" de víctima, ¿no?

Queríamos que no fuera una víctima complaciente con el espectador. No queríamos hacer una víctima perfecta ni ideal o que generase una empatía desde el minuto uno, Queríamos darle el espacio de poder sentir rabia, de poder cometer errores. Eso lo acercaba más a la realidad.

¿Cuando Nagore Aramburu se cruzó en tu camino tuviste claro que ella era tu Miren?

Hay algo muy bonito en los procesos de casting que es cuando llega alguien y tienes claro que el personaje es para esa persona. Es un flechazo muy bonito. Recuerdo la primera prueba que hizo. Era la escena de cuando Miren denuncia. Le rodeaba mucho misterio, pero no era un misterio vacío. Podías ver que había algo que le dolía dentro y que no era capaz de contar.

Me pareció que Nagore tenía una capacidad interpretativa de jugar con la contención, pero al mismo tiempo evocar cosas increíbles. Y nada, fue un flechazo. No hubo ninguna duda.

¿Sientes que, de alguna manera, con esta serie habéis contribuido a que se hable de una realidad silenciosa o que, al menos, no es fácil de detectar?

Hablamos mucho sobre eso, sobre todo a la hora de tomar decisiones de guion que nos parecían arriesgadas. Nos gustaba que se pudiera generar conversación y buenas preguntas sobre esto. Y así, por ejemplo, no mostramos ningún tipo de violencia hasta un momento muy determinado.

Queríamos mostrar sitios complicados e incómodos de juzgar para que se generase esa conversación que nosotros mismos como creadores ya teníamos. Era trasladar eso al espectador.

En un caso de violencia como el que narra la serie, la víctima siempre es la mujer. Pero en Querer quisisteis visibilizar también el dolor y el conflicto que estos episodios generan en los hijos, ¿no?

Es muy difícil vivir en un entorno así y que eso no te afecte de alguna manera. En las familias es donde aprendemos a querer. A querer bien o mal. Y esos hijos aprenden ahí a querer. Pero luego hay un momento muy bonito cuando eres adulto y eres capaz de ver lo que has heredado de decidir qué es lo que hace con eso. Ese es el viaje que hacen los hijos de Querer.

Ese es el viaje que quizás menos se espera la gente, porque con el viaje judicial puedes intuir que la serie puede ir por ahí. Lo de los hijos creo que ha sorprendido mucho para bien. Ha emocionado mucho ver esa onda expansiva y comprobar cómo lo ha manejado cada uno.

¿Se te ha acercado mucha gente para darte las gracias por contar esta historia?

Me han escrito más. Creo que todavía es un tema muy complicado de hablar. Me ha escrito mucha gente que me comparte historias muy duras, también el alivio que sienten ahora. Y, sobre todo, el agradecimiento de haberlo visto reflejado en pantalla. A veces ya te alivia solo el hecho de no sentirte sola o sentir que no estabas loca.

¿Solo mujeres?

Me han llegado muchos mensajes de mujeres y también de muchos hijos con padres muy autoritarios o agresivos. Me hablan de cómo les ha marcado y que se sienten muy identificados. Incluso hombres me han comentado, sin llegar a ser Iñigo Gorosmendi, que se han cuestionado cosas. Se han visto reflejados en un espejo y ahora entienden que no estaba bien hecho.

Miguel Bernadeau e Iván Pellicer
Miguel Bernadeau e Iván PellicerMónica Patxot

IVÁN PELLICER Y MIGUEL BERNARDEAU: "HEMOS APRENDIDO MUCHO CON ESTA SERIE"

¿Diríais que este ha sido el proyecto que más os ha marcado hasta la fecha?

Miguel: Definitivamente, sí. Creo que los dos lo sabíamos desde el principio.

Iván: Sí, tanto por la dinámica de ensayos como por el guion. Desde que hice el casting con Alauda, en el que hubo mucha improvisación, yo conecté muchísimo.

M: Leyendo el guion ya había cosas que notas. Había una escritura que dejaba mucho espacio para profundizar en el tema, pero al mismo tiempo era muy específica. Estaba muy bien dialogado y eso es muy raro hoy en día. Y luego, sabiendo que era Alauda teníamos claro que el proyecto tenía mucho potencial.

¿Fue complejo preparar vuestros respectivos papeles?

I: A mí no me resultó duro. Luego es verdad que cuando terminamos te das cuenta de que se te quedan muchas cosas en el inconsciente. No te das cuenta cuando lo estás haciendo. Estás metido en el papel, te las llevas a casa y no lo notas hasta que pasa un mes o dos.

Yo sabía que tenía que confiar en Alauda. Y eso me costó al principio. Ella tenía las cosas muy claras y sabía cómo lo quería hacer. Como actor te crea cierta inseguridad el dejarte llevar porque muchas veces quieres controlarlo todo. Con ella me dejé llevar y no lo pensé mucho.

M: Tuvimos que entender el tipo de proyecto que quería rodar Alauda. Tenía una sensibilidad y una perspectiva muy especial sobre este tema. Y de las familias, en general. Había que entender qué tipo de tono quería. Eso para mí fue lo más difícil.

Y confiar en ella para no caer todo el rato en lo fácil, que era llevar mi personaje al extremo. Ir más hacia los matices, hacia los grises. Nadie quiere caer en tópicos pero, sin querer, todos tendemos a ir hacia lo evidente y aquí era a jugar a la no evidencia, a no enseñar demasiado.

Vosotros encarnáis en la serie la otra cara de la moneda en la violencia machista, el sufrimiento de los hijos. ¿Sentisteis la presión de esa responsabilidad?

I: Ellos en la serie no son conscientes de lo que pasa. Lo van siendo poco a poco.

M: Creo que lo más interesante de este proyecto es la forma en la que retrata la violencia en el matrimonio, que no es una violencia de golpe, sino es la violencia cotidiana que se esconde detrás de la vida diaria, que es mucho más sibilina y más dura al mismo tiempo.

Creo que, sobre todo, ha funcionado mucho esta serie porque ha enseñado esa realidad de la que se habla mucho menos. No es la realidad evidente de un golpe o de una violación, sino de un maltrato continuado en 30 años de matrimonio. De las dinámicas de una familia, de un hombre y de un heteropatriarcado que van cambiando y moldeando a una madre dentro de esa familia.

I: Esa situación jode la vida a los hijos, claro. Al final son tu madre y tu padre. Y puedes ser consciente de muchas cosas pero sigue siendo tu padre. Sigues queriendo que te quiera y quieres quererlo a él también. Prefieres creer que no está pasando.

Aitor y Jon, vuestros personajes, son dos hijos que, a partir de un mismo episodio de violencia, reaccionan de manera completamente diferente. ¿Creéis que el espectador puede empatizar más con uno que con otro?

M: Yo creo que Alauda hace un trabajo muy interesante de poner al público en la misma dicotomía de los hijos. Los dos son muy diferentes y muestran los dos caminos que pueden llevar en una situación como esta. Y el público también toma un camino u otro. Habrá gente que empatice con Jon, sobre todo mucha de nuestra edad, y mucha otra gente lo hará con Aitor.

I: Y eso es lo bonito también. Habrá quien mire a Jon y diga "espabila, coño, déjate de tonterías y apoya a tu padre".

M: Es muy interesante. Es un gran pistoletazo de salida para conversaciones en las que cada uno ha conseguido entender más el por qué hace cada uno lo que hace.

¿Esta serie os ha ayudado a replantearos cosas?

I: Yo he aprendido mucho, pero viéndola más que haciéndola. Cuando la estás haciendo no eres capaz de salirte. Yo viví la serie como la vive Jon. Solo eres capaz de ver eso. Pero cuando la ves desde fuera, aprendes. Aprendes de verdad.

Con la violencia no verbal, por ejemplo. Cuando estaba leyendo el guion ya me resonó mucho con cosas que veo en lo cotidiano, pero luego ya viéndolo fue como "qué fuerte".

M: Esta profesión es una pasada para mí. Poder aprender cosas de la vida haciendo tu trabajo es complicado. En el nuestro se puede. Yo he aprendido mucho. Ya no solo a revisarme como hombre. Es bonito que como actor tengas un viaje y como público tengas otro.

Mucha gente nos ha dicho que esta es una serie muy necesaria y yo siempre pienso que he tenido mucha suerte de estar dentro y fuera. Porque desde dentro se vive una cosa y desde fuera otra completamente distinta. Yo he aprendido mucho de Aitor.

Miguel Bernadeau, Alauda Ruiz de Azúa e Iván Pellicer
Miguel Bernadeau, Alauda Ruiz de Azúa e Iván PellicerMónica Patxot