Son pocos en Galicia los que, musicalmente hablando, no conocen a Davide Salvado (Marín, 1981). Es una de las voces más carismáticas de Galicia. Lleva media vida recorriendo las aldeas gallegas rescatando ritmos y coplas tradicionales que estaban condenadas al olvido. De todas esas mujeres que ha ido encontrando, ha aprendido no solo la tradición en la música, sino toda una forma de vivir. Un alma que plasma en sus trabajos discográficos.
Con el último de ellos, Lobos, vuelve a Pontevedra, ciudad a la que asegura estar muy vinculado. Forma parte del cartel de una nueva edición del festival Galegote Rock, que desde este jueves se celebra en diferentes puntos del centro histórico. Y lo disfrutará porque, asegura, "me gusta mucho el público que hay aquí porque se les nota ese gusto por lo propio". De eso y de toda su carrera hablamos con él en esta entrevista.
Acabas de cumplir doce años como músico profesional. ¿Qué balance harías?
El balance es bueno. Vivo más o menos de la música y no me quejo. Tengo un reconocimiento cada vez mayor en el público y viajo por todo el mundo con mi música. Cierto es que con la calidad de lo que hago, en otros sitios sería otra cosa y viviría mucho mejor, económica y mediáticamente hablando. En Galicia no hay industria porque no se quiere que haya. Nuestro patrimonio parece que no está bien visto. Tenemos el auto odio incorporado a nuestro ADN.
¿Crees que no nos valoramos?
Yo me valoro y me quiero. Pero culturalmente no. Es para que se estudie, porque yo no entiendo por qué. Por qué la gente tira su casa y construye una de ladrillo, por qué cortan las carballeiras y plantan eucaliptales, por qué ven mal a la abuela que toca la pandereta y esa misma noche van a ver a París de Noia. Hay pueblos que pagan 18.000 euros a una mierda de orquesta… con ese dinero haces una programación durante todo el año que te mueres.
¿Cómo fueron tus primeros contactos con la música?
Fue cuando empecé a estudiar en una granja de estudios agropecuarios en Ponteareas. Allí había una chica de la Costa da Morte que tocaba una melodía muy natural y muy chula. Me pareció increíble y empecé a interesarme. Me llamó la atención ver documentales sobre tribus de todo el mundo tocando y bailando de una forma muy arcaica y ver que en Galicia se hacía algo muy parecido. Así fue como empecé a viajar por las aldeas para conocer a estas señoras.
Desde el principio, por lo tanto, ha sido una trayectoria marcada por las mujeres…
Siempre son mujeres. A no ser mi bisabuelo, que también cantaba y bailaba y por supuesto era un hombre. Ellas son muy importantes para mí y para toda la cultura. Son las responsables de que nuestro folclore haya llegado hasta aquí.
"Hay pueblos que pagan 18.000 euros a una mierda de orquesta… con ese dinero haces una programación durante todo el año que te mueres"
Entrar en contacto con estas mujeres, a las que llamas informantes, me imagino que es un aprendizaje constante para ti, ¿no?
Es constante y también es agotador. Porque ves que se van muriendo y que esa tradición se está acabando. Ahora tenemos otra forma de interpretar el folclore. Yo no sacho, ni voy al molino, ni paso hambre ni tengo quince hijos. Lo sentimos de otra manera. Y es agotador, por otra parte, porque sigue sin haber ningún apoyo y hay que gastar mucho dinero para ir a las aldeas y recoger todo este material. Así que lo hago para mí y ya está.
¿Por qué crees que esta tradición apenas pasa de madres a hijas? ¿Por qué tiene que llegar alguien de fuera de esas aldeas para recuperar esos sonidos tradicionales?
Por el auto odio del que te hablaba antes, supongo. ¿Por qué de repente una mujer que habló siempre gallego tiene una hija o una nieta y les habla en español? Me parece extraño. Es un fenómeno que pasa aquí y no en otro sitio. Quizá sea porque esas mujeres han vivido una época muy oscura y desagradable y quieren huir de todo lo que les recuerde al hambre, a la miseria, al miedo, al mal vivir… Es muy lícito, pero es una pena.
¿Y cuando estas mujeres escuchan sus canciones en tu voz qué te dicen?
Las reciben con mucha emoción y con mogollón de respeto y orgullo. Están viendo que algo que es suyo, que ellas no están tratando tan bien como debieran, está siendo tratado con mucho amor y con mucho respeto. Se les nota que les encanta. Todas las informantes que han escuchado mi música lloran y se emocionan un montón al escucharme.
Tu último trabajo hasta la fecha, Lobos, sigue esa misma línea.
Es diferente y es lo mismo. Es música tradicional revisada con otra sensibilidad. Árnica pura fue un trabajo con influencias castellanas, pero con este quería hacer algo más emocional, más telúrico y pensando más en el mercado internacional. Por eso tiene sonidos de la India o de África. Quería darle un punto globalizador porque la emoción que sienten al cantar las señoras de Mongolia, de una tribu africana o de Toutón es la misma y su sentido artístico también.
¿Un trabajo más íntimo, quizás?
Totalmente. Estas canciones que recupero son así y por eso les agradezco tanto a estas mujeres que me den algo tan íntimo. Me están dando todos sus problemas y sus alegrías. Que se sienten delante de uno que llama a su puerta y me canten con esa emoción, para mí eso no tiene palabras. Y a eso hay que sumar que es un disco íntimo porque es mío. Hablo de lo que me ha pasado a mí, pero con la misma intimidad con la que yo lo recibí de ellas.
"Sufrimos una falta clara de apoyo. Ayudan a todo lo que viene de fuera y no hacen caso a los proyectos con marca gallega"
En Lobos te rodeas además de grandes amigos…
No queda otra. Tengo mucha suerte, porque no podría hacer este disco si tuviese que pagar a todos los músicos. Sale caro sin pagarles, imagina si tengo que hacerlo con los más de treinta músicos que aparecen en el disco.
¿Y crees que esta música tradicional tiene cabida en otros mercados?
Claro que sí. El mayor reconocimiento que me han dado es internacional. Cuando voy fuera, la gente alucina por colores y le da a la música la importancia que tiene. El problema es aquí. Sales a una plaza y antes de empezar a cantar ya te están juzgando como vas. Ese rollo gallego que tenemos que es tremendo. Luego te pones a cantar y probablemente les guste.
¿Y en ese tipo de situaciones te han llegado a criticar por cantar en gallego?
En mi carrera personal he recibido todo maravillas. Tengo muy buen público, son súper fieles y me quieren un montón. Yo me refiero a que tenemos un carácter general en el que todo es criticable. No hay cariño por lo propio. Si viene Enrique iglesias a cualquier plaza se peta muchísimo y si vienen artistas de la talla de Uxía o Mercedes Peón no se colapsa. Y somos artistas de aquí. Viene un tipo al que se la suda la gente de Pontevedra y arrasa. Eso es así.
Ahora que nombras a Enrique Iglesias, sueles ser bastante crítico con estos artistas que vienen a Galicia a rodar sus videoclips…
Es que estamos abandonados por la administración, claramente. Artistas gallegos hay muchos y nuestra cultura popular es inmensa y sigue viva. Pero sufrimos una falta clara de apoyo. Ayudan a todo lo que viene de fuera y no hacen caso a los proyectos con marca gallega.
¿Notáis esa falta de apoyo?
En mi caso, clarísimamente. A mí me seleccionaron para participar en el mejor festival del mundo, el World Music, que se hace en Canadá. Cuando fui a solicitar la ayuda que me corresponde como ciudadano y como artista que pone el nombre de Galicia en su obra, me dijeron que no había ni un euro porque se lo dieran todo a Enrique Iglesias y a Alejandro Sanz. ¿Cómo va a haber industria con estos energúmenos? No puede haberla.
A pesar de ello fuiste elegido también para participar en el Womex, la gran feria de las músicas del mundo que se organizó en Santiago en 2014.
No me lo esperaba porque creía que estaba muy politizado y a mí nunca me llaman para esas cosas, sobre todo porque se presentaban muchos artistas que sí están en el circuito del régimen. Pero el comité de evaluadores escuchó mi proyecto y les gusté. Fue como una patada en los dientes a mucha gente. Sé que si fuera responsabilidad exclusiva de Galicia yo no estaría ahí y eso me molesta bastante. Eso después se notó a nivel mediático.
¿Pero la experiencia fue muy positiva, no?
Musicalmente muy bien, porque tuve el mejor lugar de la feria. Muchos programadores de Brasil o China se interesaron por mí, pero yo no tengo dinero para viajar a eses sitios y el gobierno no me ayudó nada. Igual si me llamara de otra manera o fuera otro artista sí habría pasta. Lo que más me interesaba era ir a Canadá. Pedí un crédito y fui. Perdí mucha pasta, pero me compensó porque es un gran escaparate.
Sueles ser también muy crítico con los grupos folclóricos, ¿por qué?
Sí, muchísimo. No con el folk, sino con los grupos folclóricos. Yo hago folk. Hablo de los grupos que hacen música etnográfica. Estoy totalmente en contra. Me gustaría que especificaran que lo que hacen es una representación de lo que un grupo entiende como música tradicional. Si visten de amarillo fosforito, no pueden decir que es música tradicional. Es lo que ellos creen que es y lo venden como tradicional. Esa confusión no me gusta.
¿Cómo lo explicarías a alguien que no tenga las referencias que tú tienes?
Mira, en el siglo XIX una señora burguesa llena de azabaches tocaba el piano, no la pandereta. La música popular es de pobres y me gusta decirlo porque me gusta honrar eso. Esa gente, además de vivir fatal y sin nada, aún cantaba todos los días con mucha alegría. Las señoras con azabache y oro miraban mal a las que tocaban la pandereta. Por eso, que ahora se disfracen de esas señoras para representar algo que yo llevo muy dentro, me fastidia mucho.
Pero aún así, ¿se están haciendo cosas muy interesantes en Galicia, no?
En el folk, sí. Muchísimas. Hay una cantidad de grupos que nadie conoce por falta de apoyo. Hay cosas buenísimas y gente que hace las cosas con mucho amor. Incluso en esos grupos folclóricos, porque se metieron de pequeños y siguen con ese rollo. Pero hay que separar lo que es tradicional de lo que es un folclorismo más próximo a la sección femenina. Este tipo de representaciones folclóricas son franquistas y no estoy de acuerdo con ellas.
"Mi abuela decía siempre que hay gente muy preparada y gente sin preparar y puedo decir muy alto que la gente de Pontevedra está preparada"
Por decir estas cosas, hay quien te tacha de incomprendido, inconformista o excéntrico…
Incomprendido no creo que sea. Todo lo que digo se comprende, otra cosa es que no estés de acuerdo. Soy muy claro cuando hablo. Y tampoco me considero un excéntrico. Hago música tradicional adaptada a como soy yo. Yo soy crítico, muy crítico. Me defino como crítico, siempre que sé de un tema. No puedo serlo sobre filosofía o sobre arquitectura. Pero sobre el folclore y la cultura popular de este país sí y es bueno ser tan crítico.
Para ir terminando, ¿qué nuevos proyectos te traes entre manos?
Entre manos y en la mente (se ríe). Hay un proyecto del que no quiero hablar todavía. Solo puedo decir que va a ser muy especial, íntimo y muy distinto a todo lo que hice y a todo lo que se ha hecho con algo patrimonial de tanta riqueza como es nuestra música tradicional.
Ahora actúas de nuevo en Pontevedra. ¿Te gusta volver a tu ciudad?
Estoy muy contento con esta ciudad. Me encanta como está evolucionando. Me gusta mucho el público que hay aquí. Da gusto actuar para ellos porque se les nota ese gusto por lo propio. Eso está marcado también por los que mandan. Se nota cuando hay cierta sensibilidad con lo nuestro. Mi abuela decía siempre que hay gente muy preparada y gente sin preparar y puedo decir muy alto que la gente de Pontevedra está preparada.
Hasta hace poco era impensable que alguien como Sés, por ejemplo, fuera uno de los conciertos estrella de las fiestas…
Era imposible. Me alegro mucho de que sea así. Es un trabajo de todos, de toda la gente que viene a actuar aquí. Por Sés, a la que tú nombras, o por festivales como Cantos na Maré. Pontevedra es un ejemplo claro a seguir.