‘El misterioso caso del impostor del Titanic’ es una novela disfrutona que firma Carmen Posadas. Un hecho histórico, una trama ficcionada alrededor de aquel suceso, un enigma por resolver, personajes reales e inventados que convergen en el Madrid de las primeras décadas del siglo pasado y sentido del humor.
La millonaria viuda de Peñasco tiene un mal presentimiento el 15 de abril de 1912. Algo le había sucedido a su hijo y su reciente esposa, quienes supuestamente, disfrutaban de su luna de miel en París. Aquel pálpito era certero, la pareja se había embarcado en el Titanic. Diez años después del naufragio aparece vivo un potentado indiano asturiano.
Posadas embarca en una de las leyendas que perviven alrededor del hundimiento del buque británico a una gallega universal: Emilia Pardo Bazán. A la condesa “le encantaban las novelas policiales y ya escribió diez años antes que Agatha Christie su novela detectivesca con Ignacio Selva”, a quien también incluye en la novela, convirtiéndolos en “mis particulares Sherlock y Watson”.
A modo de cameos cinematográficos, en el reparto de ‘El misterioso caso del impostor del Titanic’ aparecen Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, Julio Camba, Gómez de la Serna, Jacinto Benavente, Rosalía de Castro,…
Un homenaje literario que “no es deliberado, pero es cierto que quería retratar esa época y son los contemporáneos de Emilia”, explica la autora en el podcast ‘Cara a cara’.
Ese lienzo de principios de siglo también muestra cambios, costumbres y mitos sociales de aquel momento. Por ejemplo el de la moda femenina y el inicio del acortamiento del largo de sus vestidos, vinculado al avance en la incorporación laboral de la mujer.
O el mito de la tierra prometida en Cuba recreado por los captadores que iban recorriendo pueblos difundiendo el espejismo de un maná garantizado; y también las ‘viudas de vivos’ o ‘viudas blancas’ de las que hablaba la poetisa compostelana.
Así, entre portada y contraportada, quienes abran estas páginas pueden escoger dos cotas de entretenimiento que han exprimido el oficio de Carmen Posadas: “me ha costado sangre de mis venas porque quería que tuviera dos niveles de lectura. Una, descubrir la historia detectivesca y otra más intelectual o literaria. Todo envuelto en humor y un aire ligero”.