Para Carlos Núñez (Vigo, 1971) el concierto que dará este sábado en Pontevedra (20:30 horas, Pazo da Cultura) no será una actuación más. Se cumplen 25 años de su primer disco, ese A Irmandade das Estrelas que llevó a la gaita gallega, por primera vez, a las listas de éxito.
Tras un confinamiento en el que, reconoce el artista gallego, ha estado "a otras cosas" como un libro con las transcripciones de Ricardo Portela, la compañía Sony le propuso grabar un disco nuevo para celebrar esa efemérides. "No estábamos preparados para hacerlo, pero al final lo hicimos en un mes", explica en esta entrevista con PontevedraViva.
Revisitas A Irmandade das Estrelas pero con canciones nuevas y colaboraciones con artistas como Rozalén, Iván Ferreiro o Andrés Suárez. ¿Cómo surgió todo?
Pregunté a Sony a quién del panorama 'mainstream' le gustaba de verdad la música tradicional. Me dijeron que Rozalén. La conocí y fue una experiencia fantástica. Es una persona súper cercana y canta muy bien. Esa fue la filosofía del disco, grabar con nuevos artistas que están hoy en la palestra y que, desde otros géneros, se inspiran ya en la música tradicional.
¿Y cómo estás viviendo este reencuentro con el disco? ¿Eres el mismo que lo grabó en su día?
Yo creo que sí. Soy el mismo chaval, aunque haya cumplido 50 años. Tengo la misma ilusión y las mismas ganas de aprender. Lo que quizás ha cambiado es que entonces yo quería aprender de los maestros, mis referentes eran músicos mayores que yo como The Chieftains o Paco de Lucía. Ahora mi mayor ilusión es hacer música con los jóvenes y aprender de ellos, de su perspectiva y de sus nuevas ideas. Pero siempre con la música tradicional y celta como base.
Además incluyes canciones con piezas populares recuperadas por Álvaro Torrente, Uxío Novoneyra o Martín Códax. Una prueba de la rica tradición que tenemos en Galicia, ¿no?
Sin duda, es maravilloso. Es algo muy nuestro. Hay un continuo con toda esa tradición del pasado. Las cosas se van adaptando a los nuevos tiempos o a las nuevas modas, pero hay en ellas un sustrato y unas esencias que vienen de muy atrás. Y es maravilloso ver que existe una nueva generación que trabaja esta música tradicional con total naturalidad.
¿No siempre ha sido así?
"Ser gaitero en los años 80 no fue fácil. Había una obsesión por ser modernos y eso pasaba por rendirse al rock de la movida. Lo nuestro era ir a contracorriente"
No es lo que yo había experimentado. Ser gaitero en los años 80 no fue fácil. Había una obsesión por ser modernos y eso pasaba por rendirse al rock de la movida. Era sinónimo de progreso y libertad. Recuerdo a Ricardo Portela, en el último concierto que hicimos juntos en Vigo, llorando entre bambalinas porque había recibido el cariño del público. Lo nuestro era ir a contracorriente. Lo de ahora es la confirmación de un sueño.
¿Y cuál fue el punto de inflexión?
Hubo un momento en el que todo cambió. Fue en los años 90 cuando la música celta se puso de moda en todo el mundo y grupos como The Chieftains tuvieron acceso a todas las estrellas de la música. El apoyo de los roqueros americanos fue clave. El cielo se abrió para nosotros.
Y para ti, un joven que estaba empezando, irte de gira con ellos debió ser como un máster...
Imagínate. Eran los Charlie Parker de la música celta. Los mejores. Todos ellos. Era la mejor alineación posible para esa idea y esa música. Girar con ellos siendo tan joven fue algo irrepetible. Ahora que Paddy Moloney ha muerto, soy consciente de lo que cambiaron mi vida. Él me empujó a que dejara mi plaza de profesor de conservatorio. Fue una locura dar ese paso.
¿Nunca te has arrepentido?
No. Estoy muy orgulloso de todos los pasos firmes que fui dando o de las conexiones que fui haciendo con músicas que, para muchos, eran enemigas de la tradición oral gallega como el flamenco. Aún me acuerdo de lo que se montó en Galicia cuando grabé flamenco. Pero 25 años después puedo decir que estoy realmente contento de todo este camino.
¿Y qué has aprendido con el tiempo?
Pues, entre otras cosas, que lo del gaitero no es simplemente hacer música. Hay toda una misión detrás. El gaitero es como un samurái. Eso lo aprendí de Ricardo Portela o de Antón Corral, de los maestros que me influenciaron. Tenemos una responsabilidad. Somos los guardianes de un tesoro y ese tesoro es nuestra tradición oral. No puedes hacer cualquier cosa.
Dentro de esa idea que comentabas antes, de las nuevas generaciones que han perdido el miedo a experimentar con la tradición, me ha resultado curioso que digas que hay relación entre la muiñeira y sonidos urbanos como el trap. ¿Cómo es posible eso?
"Los más jóvenes del mundo latino y la gente que hace música en Miami, sin saberlo, están educándose en ritmos e improvisaciones 'muiñeirosas'"
Es algo que he ido detectando desde hace años. En las músicas urbanas el ritmo es más lento y por eso meten tresillos. Los más jóvenes del mundo latino y la gente que hace música en Miami, sin saberlo, están educándose en ritmos e improvisaciones 'muiñeirosas'. Y sí, el trap ha dado una nueva oportunidad a ese mundo ancestral tan nuestro.
¿Lo comprobaremos en el concierto de Pontevedra?
Sí, el concierto de Pontevedra estará orientado a esa temática. Vamos a explorar eso con invitados sorpresa. Son músicos menos encorsetados, que han colaborado entre otros con C. Tangana y con los que hemos encontrado esa libertad.
Y también se da, entiendo, el camino inverso. Como las Tanxugueiras, que partiendo de esos sonidos tradicionales, han optado por añadirles influencias urbanas o electrónicas.
Son fantásticas. Me encanta que esa música milenaria de las 'pandereiteras' tenga también una nueva oportunidad. Para la gaita no fue fácil conseguir conectar con el público y para ellas tampoco lo ha sido. Son herederas de gente como Xiradela, que eran las reinas. Técnicamente eran unas máquinas. Ellas apuestan por una versión diferente, con armonías urbanas. La tradición continúa adaptándose a cada momento. Es su condición innata.
Y ahora optan a representar a España en Eurovisión, con música tradicional y en gallego. ¿Alguna vez hubieses pensado que esto podría ser posible?
Siempre ha sido una especie de sueño para catalanes y vascos. Al final, cada uno siempre quiere situar a artistas suyos. Yo no soy especialmente fan de Eurovisión para mi música, no es el mejor contexto para ello. Pero es una gesta. Es una oportunidad y una plataforma enorme.
Antes, en todo caso, será tu concierto en Pontevedra. ¿Qué esperas de esta cita?
Estamos súper felices y tenemos muchas ganas de encontrarnos con el público. Pontevedra es el ejemplo de lo que debe ser una ciudad, la conexión entre lo urbano y la cultura más tradicional. Toda la ría es en sí misma, de hecho, una tradición única y de un valor incalculable. Tocar en Pontevedra no es cualquier cosa. Hay que preparar muy bien el concierto y darle sustancia. Y eso haremos.