Cumple su quinta temporada como granate en las que experimentó casi todas sensaciones del fúbol. Atravesó rachas de partidos como titular indiscutible con otras en las que pasó más tiempo, por lesión o decisión técnica, en el banquillo que sobre el verde. Pero ser el héroe de una remontada épica era algo que Álex Fernández no había vivido todavía en Pasarón. Hasta el domingo. Porque el balón que salió despedido de su pierna derecha sacó las telarañas de la portería del Fondo Norte, certificó la victoria de los suyos, hizo estallar de júbilo a los más de 2.000 aficionados que diez minutos antes asistían atónitos a la segunda inexplicable derrota consecutiva de su equipo y elevó al Olimpo de los ídolos de la afición del Pontevedra al mediocentro ourensano.
"Acabar así es apoteósico, en Pasarón siempre aparecen esos fantasmas a favor", revive Fernández las sensaciones que tuvo al ver cómo se colaba el balón en el fondo de la portería. "Se vivió con mucha emoción y fue bonito por el trabajo de todo el equipo. Queríamos quitarnos la espina de Ferrol, el equipo estuvo excepcional y perder el partido era un mazazo bastante grande", reconoce el futbolista.
Álex Fernández huye del protagonismo. Poco le interesa que la afición lo haya señalado como uno de los motores de la reacción del equipo en A Malata y que durante toda la semana reclamase su presencia en el once inicial. "Yo estoy siempre dispuesto a ayudar al equipo", dijo sobre el dulce momento que atraviesa en Pontevedra. A lo que no es ajeno es a la admiración que le tiene su hinchada. "Estoy muy a gusto en Pontevedra y con el cariño de la afición, es como mi casa", agradece.
En relación al desarrollo del partido, el granate reconoce que el juego del equipo en el segundo tiempo no fue tan brillante como la grada esperaba. "A nivel colectivo veníamos de un esfuerzo muy grande para superar el mazazo del gol. Ese esfuerzo se notó en la segunda parte, pero en los quince ultimos minutos tuvimos fuerzas para dar ese arreón final y empatar", detalla Fernández.
Entre el cansacio y la euforia por haber conseguido ese tanto tan especial, admite el centrocampista que "cada uno reacciona de forma diferente al cansancio, pero sí que cuesta conciliar el sueño después de un partido así". Un contratiempo que, a buen seguro, no le importaría volver a sufrir a cambio de volver a vestirse de héroe en otro partido.