Un Pontevedra de dos caras sufre al comienzo y merece más después ante el Celta B (1-1)
Por Ramiro Espiño & Diego Torrado
Doble cara de un Pontevedra espeso, nervioso y a merced del Celta B en el primer tiempo, pero ambicioso, con orgullo y casta en el segundo. Los granates elevan a diez las jornadas sin ganar, pero al menos se van con la sensación de haber mejorado notablemente su imagen en los 45 minutos finales, en los que dominaron al conjunto celeste y rozaron una remontada que merecieron.
Luismi movió peones, cambió jugadores en el once inicial, intentó variar el sistema de juego, queriendo el balón. Por cambiar hasta tiró de supersticción, pasando a ocupar el banco contrario en la banda al que hasta ahora albergaba a los suplentes y técnicos granates. Pero nada surtió el efecto deseado en el primer tiempo. El Pontevedra estuvo casi siempre a merced del Celta B, tanto en fútbol combinativo, como especialmente en la velocidad en las acciones.
Los vigueses dejaban al conjunto local hasta donde no les incomodaba su juego, a partir de ahí les bastaba con esperar el error en la entrega para salir como balas superando el frágil centro del campo, casi siempre roto y con pocas ayudas en la presión tras pérdida de sus hombres de arriba.
Cierto es que, pese a los nervios que en bastantes ocasiones acusaba la defensa local, que Edu apenas pasaba apuros, pero también resultaba evidente que Jero Lario era un mero espectador al que no le llegó ni un sólo remate peligroso en todo el primer tiempo. La diferencia estaba en las sensaciones. Las que dejaban los celestes era de que a poco que pisasen el acelerador inclinarían la balanza, como así fue.
Primero avisó Drazic, en una mala entrega de Adrián León en zona comprometida. Edu se encontró con un flojo disparo del delantero rival, que no le creó problemas, pero el mismo Drazic protagonizó la jugada que abría el marcador. Su conducción a toda velocidad le permitió llegar hasta la línea de fondo para desde allí poner un centro raso. Debería ser para la defensa, pero Goldar y Bruno estuvieron tan lentos y despistados como espabilado Juan Hernández, que se adelantó a todos llegando desde atrás para rematar desde muy cerca.
Rebasada la media hora el Pontevedra pareció reaccionar. Eso le dio para tener más balón, pero también para estar más expuesto a las contras viguesas y a la calidad de Dejan Drazic, una pesadilla para la defensa granate. Suya fue una rápida transición que Eckert no aprovechó al rematar excesivamente cruzado y un pase con el exterior que dejó en evidencia a la zona central de la zaga pontevedresa, aunque de nuevo Eckert falló rematando por encima del larguero.
En el descanso las expectativas entre la afición local no eran muchas, salvo que cambiase radicalmente la decoración. Y lo hizo de forma casi completa, por un lado porque el Celta B se dedicó al resultadismo, encerrado atrás a la espera de una contra que sentenciase el resultado, pero principalmente porque el Pontevedra fue otro.
Con orgullo y casta, los granates jugaron a lo que mejor saben, presionando arriba sobre la salida de balón del rival, recuperando pronto y percutiendo sobre la defensa visitante, que si bien no concedía grandes opciones, al menos ya no podía jugar cómoda, ni lograba conectar con sus hombres avanzados. Los hombres de Luismi recurrieron a un fútbol menos elaborado y más directo. Cierto es que las ocasiones tardaron en llegar, pero cuando lo hicieron hubo momentos de auténtico agobio y presión para el área celeste.
Mouriño, muy activo, tenía una primera opción, rematando alto una buena jugada entre Jorge y Jimmy. Drazic respondía con un remate lejano que Edu mandó a corner. Hasta que el técnico local movió ficha. Primero dio entrada a Añón y luego a Álex González pasando Jorge a jugar por dentro. Fue clave. El partido entraba en su recta final cuando el propio Añón remataba de cabeza por encima del travesaño. Luego ponía un gran centro que Berrocal remataba al cuerpo de Robert Costa, pidiendo mano que el árbitro no sancionó.
Hasta que los granates recogían el premio a su intensidad y pelea. Jimmy subió la banda poniendo un centro que Berrocal peinó en el primer palo y Jorge remató sin oposición el borde del área de meta. Era el empate que hacía justicia y que enardeció al equipo local y a la afición. Los granates se volcaron. Berrocal y Jimmy vieron como los defensores rivales taponaban sendos disparos con mucho peligro que terminaron en corner.
El Celta encontró en los lanzamientos lejanos la forma de sacudirse el peligro y Edu evitó que los vigueses se adelantasen de nuevo. El partido entró en la locura y pudo llevárselo cualquiera. Estuvo cerca el Pontevedra (minuto 89), con un gran remate de Álex González que se fue al poste, con Jero Lario batido, paseándose luego por el área sin encontrar rematador y lo tuvo a continuación el Celta B, ya con el tiempo cumplido, de nuevo con un lanzamiento lejano, en este caso de Agus Medina, que repelió el larguero.
PONTEVEDRA CF (1): Edu; Juan, Jimmy, David Goldar, Adrián León, Bruno, Marcos Álvarez (Álex González, minuto 72), Carlos Ramos (David Añón, minuto 62), Berrocal, Mouriño y Jorge (Etxániz, minuto 83).
R.C. CELTA DE VIGO "B" (1): Jero Lario; Riki Mangana, Diego Alende, Robert Costa, Rai Marchán, Diego Pampín, Juan Hernández, Dani Molina, Dennis Eckert (Franco Lobos, minuto 78), Dejan Drazic (Aarón Rey, minuto 77) y Agus Medina.
Árbitro: Fernando Román Román (Castilla-León), auxiliado en las bandas por Rubén Díez Díez y Diego Calvo Antolín. Amonestó a Juan y Adrián León, en el Pontevedra, y a Diego Alende, Robert Costa, Jero Lario y Dani Molina, en el Celta B.
Goles: (0-1) Minuto 18: Juan Hernández. (1-1) Minuto 81: Jorge.
Incidencias: Estadio Municipal de Pasarón (Pontevedra). Unos 1.700 espectadores.
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