El periodista Juan de Sola presenta su primer libro: "Mi principal compromiso es que la gente sea escuchada y despierte empatía"
Por Anxo Lourido
Juan de Sola se asoma todas las mañanas, muy temprano, a los micrófonos de Onda Cero Pontevedra para informar sobre lo que sucede en la ciudad. Este periodista de 43 años combina esta vertiente local con la presidencia de la Asociación Galega de Reporteiros Solidarios (Agareso), un proyecto con el que ha recorrido distintos países con la intención de recoger historias que retraten la crudeza de una realidad de otros pueblos que, con frecuencia, son ignorados por los medios de comunicación. Con algunas de esas experiencias, el informador de origen madrileño ha publicado ahora su primer libro, La cara más dura de la esperanza, una obra que incluye 35 historias que rebosan humanidad y que Juan de Sola ha obtenido en diferentes escenarios: Latinoamérica, el norte de África o también en Galicia.
¿Cómo surgió la idea de trasladar estas vivencias a un libro?
El libro es un proyecto que viene de atrás, que vas madurando con el paso del tiempo. Lo que pasa es que no sabes cómo darle forma. Tienes un montón de historias y sigues madurando la idea. Vas escribiendo otros proyectos y, de repente, en cuestión de un mes y medio, resuelves la gran duda que tienes desde hace años que es cómo lo comienzas y cómo darle un hilo conductor. Lo conviertes en una experiencia en la que cuentas cómo te inmiscuyes en este mundo y la gente a la que te encuentras en cada proyecto. A medida que se va enriqueciendo el cajón de historias te das cuenta que tienes suficiente material para contar. La pena es descartar. El paso del tiempo te va dando ciertas señales para rentabilizar más de lo que las has rentabilizado y tienes un compromiso personal con la gente, que es lo más importante. Cuando le pides una historia a la gente, le prometes que eso va a tener utilidad.
Son historias en las que, sobre todo, se plasman escenas donde la protagonista es la pobreza.
La pobreza es un concepto muy amplio y etéreo. Su manifestación es tremendamente lesiva para la dignidad de la persona pero también es muy etérea. Los tipos de pobreza van desde lo material a lo afectivo, psicológico, político, democrático, humano puede haber muchos tipos de pobreza. Humanizando sus consecuencias es más fácil saber hacia dónde va, qué es lo que lo produce y los daños que provoca en las personas. Mi principal compromiso es que la gente que sufre estas situaciones sea escuchada, tenga un transmisor y logre despertar una empatía para que, no digo ellos porque igual no pueden verlo, pero sus futuras generaciones puedan tener una mejor vida porque dieron un paso adelante al contar su historia y denunciar su caso.
Pero, ¿cree que publicar estas historias puede llegar a tener alguna consecuencia en la vida de estas personas?
En lo social es un proceso muy largo de espacios de tiempo bastante amplios. No se puede pensar en la inmediate. Los cambios sociales precipitados sabemos que nunca han generado buenas experiencias. Y esto es igual. Necesitas tener gente que vaya empujando para poder mejorar algunas cosas. A veces es el peaje que hay que pasar para poder allanar el camino que viene después. A lo mejor lo que yo estoy haciendo ahora, lo recogen mis hijas; recogen un sector periodístico especializado y mucho más centrado y dignificado, sin embargo yo estoy en un sector periodístico que está muy desestructurado. En el campo social es algo parecido. Tenemos una situación en la que hay muchos desequilibrios pero esta gente cuando te cuenta su historia, no piensa solo en ella. Piensa en ella y en lo que le rodea. Es pobreza y son situaciones reales. El proyecto en sí va desde el exterior al interior. De las realidades exteriores a las interiores.
Pero La cara más dura de la esperanza no solo recoge historias que suceden en países del tercer mundo, también se ofrecen narraciones muy próximas.
Sí, el libro acaba en nuestra propia realidad, en la calle más céntrica de Pontevedra, porque allí hay un caso de pobreza o de desintegración, de exclusión. El libro se cierra con esa última historia que es la única que me atreví a escribir en gallego. Fue publicada, en su día, en un blog de Galaxia, me la pidieron porque les pareció interesante. Es un idioma que para escribirlo bien hay que dominarlo muy bien y, a veces, es arriesgado. Puedes arriesgar en una pero en treinta historias... Hay muchos grande escritores que en gallego lo hacen mejor que yo. Tu lengua madre es la que es y no te queda más remedio que ceñirte a eso. Pero quería dar un carácter identitario de dónde estás y la cultura a la que estás más agradecido, es un significado a todo eso, un cariño a tu cultura, a tu país, al lugar donde resides, a la gente que te rodea. Y se trata de una historia muy interesante, muy bonita, muy cotidiana.
La mujer tiene un protagonismo determinante en la mayoría de las historias, ¿era intencionado?
Hay mucha presencia de la mujer porque la mujer me genera mucha admiración, más que los hombres, que son más huidizos en general. Colectivamente, las mujeres siempre están al frente de las cosas. El trabajo de resistencia y logístico siempre lo asumen ellas. Su capacidad de sacrificio es el triple que el de los hombres por cuestiones familiares, laborales, humanas... Es cierto que todas las historias que hay es reflejando la fortaleza de las mujeres. Por eso empleé ese título, porque la mujer siempre cree que al final del pasillo está la luz de la esperanza. Y por eso, hay varias historias que están protagonizadas por mujeres. Me interesó especialmente una conversación que mantuve con una chica joven en un hospital. Le acababan de comunicar que tenía una enfermedad oportunista que derivó en una complicación y eso derivó en VIH. La conversación fue muy rica. Me expresó todos sus miedos, sus incertidumbres y me lo contó a mí, pero podía contárselo a otra persona, lo que necesitaba era un desahogo. Ella, una mujer de veintitantos años, empezaba a ver cómo su castillo de naipes se cae. Y esa conversación acaba siendo reflejada con mucha lealtad al miedo y sentimientos de esa persona.
¿Qué otras historias le dejaron marcado?
Hay muchas, la peladora de gambas es imponente, incontestable. La de la líder sindical de Marruecos, la de la mujer de Latinoamerica que se hace con las riendas de la comuna familiar, se va a estudiar economía y vuelve con sus conocimientos para salvar la economía familiar a través del campo y del comercio justo. Son historias de mujeres muy jóvenes pero que lo tienen bastante claro. O también cuando entramos en un campamento de inmigrantes en Marruecos y está cercado, vigilado por la policía marroquí porque son irregulares. Entramos en una casa de tres mujeres con niños y nos cuentan en la situación en la que viven. Me parece generoso y sorprendente que una persona piense en cruzar miles de litros de auga para darle mejor vida a su hijo. Aquí estaríamos pensando primero en nosotros y, después, en el resto. Allí es al contrario, siempre primero es la familia y se piensa en lo que te rodea. Esa historia que se escribió esa misma noche tiene el momento de la espontáneidad, de la frescura.
También vivió otra experiencia muy dura y que relata en el libro cuando recorrió la frontera que separa Marruecos de España
Sí, cuando cruzamos Beni Enzar, que es la frontera que separa Europa de Africa con mayor presión de emigrantes, está próxima al monte Gurugú. Es una noche que nunca se olvidará porque las circunstancias son absolutamente irrepetibles. Lo infrahumano lo encuentras en una frontera de esas características, la gente pierde el tiempo esperando, los niños se intentan colar y hay una barrera que no se ve, que es la de un mundo y otro. Compruebas como mucha gente del área subsahariana cruza miles de kilómetros para llegar hasta allí, se empotra y se queda alojada en el monte Gurugú a la espera de saltar la verja. Es muy hostil, muy agresivo, se nota la tensión, se nota que entre las instituciones policiales no hay buenas relaciones y eso se traslada a los derechos humanos Vi escenas que algunas entran en la historia del libro y otras me parecían indignas, por ejemplo, gente lamiendo un yogur en la carretera porque no tenían que comer. Son muy agresivas para el que tiene un mínimo de humanidad. Es muy duro. Es una historia que trata de dibujar el daño que hacen las fronteras en las relaciones humanas y lo injustas que son porque tú cruzas con un pasaporte y otros intentan colarse e incluso llegan a colarse.
¿Incluye alguna historia que no ha vivido personalmente?
Casi en su totalidad forman parte de proyectos de Agareso pero, en la última de las cuatro partes del libro, algunas son por cuenta propia. Hay una en la que no estuve en terreno, que habla de una niña siria que huye a Líbano con su familia pero la historia, 'Muñeca de trapo', me parece tan hermosa, tan bonita, tan espectacularmente humana, que también la quise reflejar porque es la única en la que hice periodismo de datos. Es una niña que sale de Siria por el conflicto, llega a la frontera con el Líbano y ve un campo de refugiados y se da cuenta que deja atrás toda su vida y, especialmente, sus juguetes. Entonces le pide a su padre que le consiga al menos un juguete. Su padre, con dos palos, le hace una muñeca y ella la viste con unos trapos. Me pareció una historia creativa en su naturaleza y que tenía el máximo exponente de la humanidad entre un padre y una hija, ante la adversidad surge la capacidad de renacer y la niña exhibe en una foto el juguete con orgullo. Humanamente me parecía muy rico y muy ejemplar para una sociedad materialista que tiene muchas cosas y no se preocupa. Es la única desleal a la búsqueda en terreno pero es una historia que he perseguido. Son 34 en terreno y ésta vía remoto.
"Lo que no puedes hacer es intentar que tu sociedad sea inmediatamente solidaria con la que carece porque eso es convertirte en antisistema esporádico o accidental"
Y después de enfrentarse a estas historias, ¿no resulta extraño volver al día a día del periodista en una ciudad como Pontevedra?
Es una doble vida. Es el famoso regreso. Yo creo que se nota en la primera parte del libro, que es la que refleja más la locura, dudas, incertidumbres, miedos, falta de madurez en afrontar las cosas. Sigo siendo un aprendiz con un poco más de experiencia. Y de aquella era un novato en un contexto en el que no tengo ni la más remota idea de lo que va a pasar al minuto siguiente. Ahí se refleja esta locura.
Cuando regresamos de ese proyecto para mí fue durísimo volver a mi propia realidad. Es un aprendizaje humano. Tienes una vida, unas raíces, y no puedes renunciar a lo que tienes. Tus raíces deben de estar bien plantadas para entender que una cosa es contribuir con un proyecto solidario y otra cosa es renunciar a lo tuyo. Tu realidad es tu alcalde, el líder de la oposición, tus asociaciones de vecinos, tu presidente de la Xunta, tu parlamento... Esas son tus raíces. Si renuncias a ellas, te estás traicionando. Estás informando a tu gente, estás aportando un valor que es que todas las mañanas te levantas a las 6:30 para realizar la función de integrar información a tu sociedad, que tiene unas necesidades y exigencias.
Sin embargo, ¿sí tiene que resultar llamativo el choque entre distintas culturas y sociedades?
Las comparaciones son muy odiosas. Aquí tienes más bienes materiales pero es tu sociedad. Lo que no puedes hacer es intentar que tu sociedad sea inmediatamente solidaria con la que carece porque eso es convertirte en antisistema esporádico o accidental. Es un ejercicio que tienes que aprender. Vas a un proyecto y tienes que trabajarlo, vivirlo, disfrutarlo y establecer raíces y alianzas. Pero yo tengo muy claro que vivo en Galicia y eso es inalterable. Acabas teniendo tus propios mecanismos para gestionar estas cosas. Vienes de una sociedad que te ha aportado muchísimo pero la tuya te viene aportando mucho durante 43 años. Y eso te permite situarte y ver dónde tienes que estar.
Así que Juan de Sola, por el momento, continuará luchando por causas justas pero desde Pontevedra.
No me voy a marchar y menos por mis hijas y mi chica. En principio, pienso que cubrir una rueda de prensa de una asociación vecinal puede ser tan interesante como cubrir una iniciativa de una ONG a dos mil kilómetros de aquí. Todo es válido, todo es un valor que se aporta a la sociedad, en su justa medida.
Aquellos lectores que estén interesados en La cara más dura de la esperanza, ¿dónde pueden adquirir un ejemplar?
Está en las principales librerías y en Internet, en las principales plataformas y a través de la editorial con su propio canal. El envío es gratuito y el precio muy módico (10 euros) y lo que se busca es reinvertir en nuevos proyectos de estas características. Tendrá promoción en México y Argentina. El día 23, tras la presentación, intervendré por la noche en una Universidad Mexicana a través de videoconferencia vía Skype. Latinoamérica parece que se siente bastante interesada y la idea es promocionarlo allí. Varias ventas han ido hacia allá. Y también hay alguna otra venta sorprendente, desde Finlandia. No es un bestseller, ni lo puede ser ni lo pretendía. Me gustaría que tuviera algún efecto de trascendencia porque lo que quiero es que se conozcan las historias, lo que busco es que generen empatía, por ese sacrificio de las personas que he encontrado por donde he pasado. Quiero que tenga una utilidad social y de visibilizar realidades, ese es el objetivo del libro. El resto es secundario. Cuanto más se lea mejor pero no hay una cifra objetivo de ventas . Y si estoy en esta editorial, El Taller del Poeta, es por eso; por su comprensión en el campo social y porque es de mi ciudad.
El jueves 23 a las 20.00 horas en el Museo de Pontevedra se presentará oficialmente 'La cara más dura de la esperanza'.