Arantza Portabales: "El día que no quede nada de lo que era cuando empecé, dejaré de escribir"
Cuando Arantza Portabales (San Sebastián, 1973) comenzó a dar forma su primera novela lo hizo, reconoce, "por el placer de escribir" y sin la presión de pensar si la publicaría o no. Pero acabó ganando el Premio de Novela por Entregas de La Voz de Galicia. Era el año 2015.
Siete años después regresa a la historia que impulsó una fulgurante carrera literaria, revisitando lo escrito. Lo hace con una doble versión: en castellano, Sobreviviendo (Editorial Lumen); y en gallego, Sobrevivindo (Editorial Galaxia). Ambos los ha presentado en la Librería Cronopios.
¿Cómo ha sido reencontrarte con Val Valdés después de tanto tiempo?
Ha sido complicado porque mirarse al espejo de una primera novela es complicado. Respetar a la escritora que fui, ha sido complicado y no caer en la tentación de querer cambiarlo todo, también.
Has revisado toda la historia. ¿La has cambiado mucho?
Lo más difícil fue saber el punto exacto de qué tenía ahora que aportar sin romper lo que había hecho en aquel momento. Pero también es verdad que ahora que la terminé y la leo de nuevo estoy mucho más contenta de lo que me dejó la versión inicial.
¿En qué sentido dices que no estabas contenta?
No era una mala novela, pero estaba lastrada por estar escrita para un premio de novela por entregas. Eso lo marca todo. Desde la trama o la extensión, hasta la caracterización de los personajes. Estaba todo terriblemente medido. Romper ese corsé fue muy interesante.
¿Ha habido algo que te ha chirriado?
La verdad es que no. Observo con condescendencia a la escritora que fui, pero también la admiro. En tu primera novela no piensas en si se publicará. Lo haces por el placer de escribir, lo que da un punto de frescura que se pierde cuando uno sabe que debe cumplir las expectativas.
¿Qué queda en ti de aquella Arantza que empezaba?
Sigue quedando las ganas de contar historias, de ahondar en la mente de la gente, de entretener, de salir de mi rutina para encontrar una vía de escape a la otra Arantza que soy. El día que no quede nada de lo que era cuando empecé, dejaré de escribir.
A la hora de abordar una novela por entregas como fue esta, ¿el proceso creativo es el mismo?
Cambia porque tienes que tener muy claro qué va en cada entrega. Tienes poco espacio y los personajes tienen que estar muy estereotipados para que el lector conecte con ellos. No puedes contar mucho y la trama tiene que ser muy exagerada. Al final, esta novela es muy hiperbólica.
Y acabar todos los capítulos en alto, ¿no?
Así es, algo que en una novela puede resultar muy extraño. A la gente le desconcierta un poco porque la ven muy rápida y frenética, Muchos no saben que nació para eso. Tengo verdadera admiración por la gente que la leyó así. Ahora que estamos tan acostumbrados a no esperar una semana por el episodio de una serie, tener que esperar así por un libro es admirable.
"La vida a veces no te pone en la tesitura de poder elegir. Tienes claro que solo hay un camino posible. Por eso no es bueno arrepentirse"
¿Es Val Valdés, la protagonista de esta historia, una heroína o una villana?
Es una villana clásica si la miramos desde fuera. Es una persona como nosotros si la miramos desde dentro. No se trata de que defendamos o justifiquemos lo que hace, pero al menos la entendemos. En mis novelas muestro a las personas por dentro, todo pasa por algo.
El principio de que todos somos las decisiones que tomamos y las experiencias que vivimos...
Sí, y a veces sabes que la decisión que has tomado es mala pero si volvieras al mismo punto la volverías a tomar. Hay veces que no te queda otra. La vida a veces no te pone en la tesitura de poder elegir. Tienes claro que solo hay un camino posible. Por eso no es bueno arrepentirse. Puede entristecerte lo que pasó o que sientas pena de cómo han resultado las cosas, pero arrepentirse es un ejercicio inútil porque, de poder volver atrás, tomarías la misma decisión.
Una de esas decisiones de Val fue participar en un 'reality-show', el punto de partida de su historia. ¿Por qué elegiste ese arranque?
Gran Hermano fue, en el año 2000, el primer reality. Cuando nos contaron que iba a ser un experimento sociológico no lo creímos, pero resulta que sí lo fue. Solo que éramos nosotros los conejillos de indias. Nos mostró el poder que tiene la exposición pública de la gente normal.
Como ahora en las redes sociales...
Efectivamente. Mostramos lo que comemos, lo que hacemos a cada momento, con quién nos casamos... En aquel momento todo era un misterio. Sabíamos como era el baño de la Preysler, pero no cómo era el del vecino del tercero. Descubrir la vida normal de la gente parecía lo más emocionante del mundo. Me gustó reflejar ese momento.
Muestra hasta qué punto somos capaces de vender nuestra intimidad y simboliza el sacrificio de una persona que no era dada a vender su vida, pero que lo da todo porque sabe que lo tiene que hacer. Esta novela habla mucho del sacrificio, sobre lo que estamos dispuestos a ofrecer a cambio de nuestra libertad.
"Si estoy donde estoy, es por el boca a boca. Ya sea la boca de Jorge Javier Vázquez o la cajera del súper"
¿Lo que no se ve no existe?
Nos hemos acostumbrado a que no hay reducto para la privacidad. La gente hasta tiene sus primeras citas o echan un polvo en televisión. Anuncian en redes sociales que lo han dejado con un novio y hacen ese protocolo de borrarse de las redes. Hemos evolucionado a un nuevo modelo de exposición social, la plaza del pueblo ha desaparecido. Ahora tenemos internet.
Te podría preguntar qué hay de Belleza roja y de La vida secreta de Úrsula Bas en Sobreviviendo, pero este nació antes, así que te la formulo al revés. Los que te hayan descubierto con estas dos novelas, ¿en qué las ha marcado Sobreviviendo?
En algo que está en todas mis novelas, los ritmos frenéticos, la necesidad de una trama que enganche al lector y hablar de todos nosotros. Mis historias tienen múltiples capas y hay muchos puntos de conexión entre ellas. Me gusta retratar la psicología humana. Si hiciera una guía de viajes o un libro de cocina acabaría hablando de lo que siente el cocinero.
Y cuando se refieren a ti como la nueva dama de la novela negra española ¿qué se te viene a la cabeza?
Las etiqueta están bien porque es bueno que alguien que se acerque a mi obra sepa que no va a encontrar un ensayo existencialista, pero no me importa mucho lo que digan los críticos. Si estoy donde estoy, es por el boca a boca. Ya sea la boca de Jorge Javier Vázquez o la cajera del súper.
Entiendo que son necesarias porque hay cientos de libros que salen cada semana y el lector tiene que tener un sesgo que le haga ver a dónde se dirige. Eso sí, no hay que creerse todo lo que la gente dice de ti, por salud mental. A veces dicen cosas buenas y a veces no lo son tanto.
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