Agitador folclórico. Así se define Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985), un artista acostumbrado a no dejar a nadie indiferente. Transgresor y enemigo de las convenciones, reivindica que el folclore no esté únicamente presente sobre los escenarios, sino que forme parte de nuestra vida cotidiana.
Llega a Pontevedra con Barbián, un innovador espectáculo de zarzuela en el que este auténtico huracán escénico dará rienda suelta a su arte, en el que aúna la música popular, el cabaret y los sonidos electrónicos. Podremos verlo este sábado, a las 21:30 horas, en el Pazo da Cultura.
Regresas a Pontevedra, en donde ya estuviste el pasado verano, aunque con una propuesta totalmente diferente, ¿no?
Sí, en verano vine con Trópico de Covadonga, que es el espectáculo mío. Barbián es una creación de Fernando Carmena en el que yo participo como artista. Son todas canciones de zarzuela. Hacemos un repaso por ella, desde la más regionalista hasta la más bohemia.
Cuando uno habla de zarzuela, piensa irremediablemente en Madrid pero tú defiendes que en ella hay elementos que evocan a la cultura asturiana o gallega, ¿no?
No es que lo defienda yo, es que la música de zarzuela, sobre todo en alguna época, se componía sobre todo para un público muy grande que había en Madrid, los emigrantes que venían de otras zonas de España. Se escribía para que ellos fueran al teatro y para que reconocieran sus ritmos y sus músicas en las zarzuelas que iban a ver.
Es un espectáculo en el que, además de oírte cantar y verte actuar sobre el escenario, narras historias con todo lujo de detalles...
Yo siempre hablo mucho (se ríe). En este espectáculo hay un guion que se basa en ir contando la historia de cada zarzuela, las composiciones o alguna anécdota de donde se hizo o cuando.
Llevas un tiempo ya girando con este espectáculo, ¿cómo lo está recibiendo el público? ¿Cuál es el feedback que te llega?
La gente se sorprende mucho. Es la misma sorpresa que tuve yo cuando entré en contacto con ella por primera vez. Poca gente sabe que la zarzuela toca temas tan barriobajeros. A pesar de lo que pueda parecer, no es un género nada conservador.
Te defines o te definen como "agitador folclórico". ¿Te sientes cómodo con esa etiqueta?
En realidad es una etiqueta que me puse yo un poco para evitar otras etiquetas que no podía controlar yo. Esta suena muy bien, me identifica bastante. Aúna tanto mi parte activista como mi parte artística. Y la verdad es que funcionó muy bien.
¿Crees que es necesario agitar al público?
La verdad es que sí, aunque ahora el folclore está como de moda. Pero la gente tiene que entender que el folclore es de todos y hay que vivirlo. Y sobre todo, lo que hay alrededor del folclore y toda su forma de vida, que es lo más interesante.
¿Por qué crees que la música y los sonidos tradicionales están tan en auge?
Pues no lo sé. Yo creo que hay un montón de artistas haciendo propuestas muy interesantes y creo que ha llegado el momento. No entiendo por qué ahora, pero está muy bien, Ya era hora.
Con Tanxugueiras, por ejemplo, se ha demostrado que la música en otras lenguas oficiales puede triunfar fuera de sus fronteras.
Eso es lo maravilloso, que por fin nos demos cuenta de eso.
Tú mismo has vivido el hecho de actuar en pequeños locales a llenar grandes recintos. ¿Qué queda del Rodrigo Cuevas de esos primeros años?
Lo intento seguir haciendo como cuando estaba en los locales pequeños, tratando al público con la misma cercanía. Creo que eso es lo que funciona y la gente lo nota. Que sigues estando como en un cabaret pequeñín. Eso es lo que le gusta a la gente y donde yo me siento a gusto también.
¿Notas que tienes un público definido?
Ahora actúo mucho fuera de Asturias y quizá se va definiendo un poco más, pero en realidad es muy heterogéneo y me vienen a ver señoras, gente joven... todo tipo de gente. Es lo que más me gusta. Es como en los pueblos, en donde la sociedad está menos estratificada.
Hablando de los pueblos, ¿su belleza está en su folclore?
Es la creación que hicimos en colectivo. Es lo que nos define. Es la cosa más bella que hemos hecho como pueblo, esa cultura popular. Hay que reivindicarla, creo que sí.
¿Y en un momento como el actual, tan dirigido por las redes sociales y por la imagen que transmitimos, crees que es cuando más debemos volver a nuestros orígenes?
Totalmente. Hay que agarrarse más a la naturalidad y a la realidad porque sino la realidad virtual nos come.
Y ahora que se estila tanto hablar de autocensura, para protegernos de las críticas que puedan llegar, ¿te has cortado alguna vez en tus espectáculos?
Yo no me autocensuro. Al menos, no en los espectáculos. Nada. A veces es difícil saberlo porque la autocensura utiliza mecanismos que uno no controla, pero diría que no. Siempre hago lo que quiero. Lo veréis en Pontevedra.
Pontevedra, además, que es una tierra con mucho significado para ti. Por esa estancia en A Lama, que marcó tu personalidad como artista, ¿no es así?
Estuve allí siete años y fue donde conocí el folclore. Aprendí a cantar y a tocar la pandereta. Fue donde empecé a tener animales y en donde encontré mi vida y mi forma de ser.