Antonio Lucas: "Galicia es el sitio en donde mi libro se puede decodificar mejor, porque sabéis lo que se vive en el mar"
A Antonio Lucas (Madrid, 1975) lo de ser escritor y periodista le viene (casi) desde la cuna. Siendo aún muy pequeño, ya acompañaba a su padre a las tertulias del Café Gijón y con apenas quince años montó una emisora de radio con unos amigos. Pero, sobre todo, es poeta.
Conocido por sus poemarios y por sus reportajes en el periódico El Mundo, Buena mar (Alfaguara, 2021) es su primera novela, que ha presentado este jueves en la Librería Cronopios de Pontevedra. Para escribirla se subió a un barco gallego de los que faenan en las terribles aguas del caladero de Gran Sol, uno de los más peligrosos del mundo.
Quería descubrir la realidad de esos marineros que pasan su existencia en alta mar: aislados durante meses, invisibles para casi todos, implacables en su aventura. Pero esta travesía hacia lo desconocido supuso para él un viaje interior del que, dos años después, sigue aprendiendo.
¿Qué fue lo que te llevó a escribir esta historia y a embarcarte en esta aventura?
Fue todo muy accidental. No estaba nada previsto. Yo conocía el Gran Sol por aquella novela de Ignacio Aldecoa que me sobrecogió cuando tenía 20 años. Como a todos los chavales cuando leen algo que les impacta, se me quedó en la memoria poder hacer esa gesta. Pasó el tiempo y un buen amigo, el periodista Manuel Villanueva, fue parte importante en esta historia.
Me contó que su padre había sido marinero en Gran Sol y que su hermano había fallecido en su primera marea. Entre licor café, que es una bebida muy gallega, le prometí que yo haría ese viaje. Él no quería que lo hiciese. Era un peligro tremendo, me decía. Siete meses después, estaba en Irlanda embarcando en un arrastrero gallego para hacer una marea de 21 días.
¿Y cuándo llegas a ese barco, qué sientes? ¿Miedo, respeto, curiosidad…?
Llegué con inquietud y con cierto vértigo. No sabía muy bien qué era el Gran Sol ni con lo que me iba a enfrentar. Y lo que mejor hice fue no saber, porque si lo llego a saber no habría ido. Pero una vez allí, no había marcha atrás. Encontré en los marineros gallegos el mejor quilate de lo humano, una nobleza, una honestidad y una lealtad como jamás había visto.
Fueron mis padres, mis hermanos, mis amigos, mi balsa de regreso a puerto... Gente muy hermosa que nunca se adornan con sus quejas, su propio penar o su fatiga, a pesar de que el Gran Sol es el mar más infame del mundo. Todo eso me entusiasmó y la novela es la gratitud que les debo a ellos y que Galicia les debe a los marineros del Gran Sol.
"Encontré en los marineros gallegos el mejor quilate de lo humano, una nobleza, una honestidad y una lealtad como jamás había visto"
Además, haces un retrato lleno de crudeza y alejado del romanticismo con el que, en muchas ocasiones, los escritores se aproximan a las historias marítimas.
Es que ellos no se sienten héroes. Ese mar a los héroes y a los poetas románticos los convierte en náufragos. La historia de estos marineros es la historia de un oficio. No son viajeros ni aventureros. Son supervivientes. No tienen otra alternativa de subsistencia que intentar burlar las condiciones feroces de ese mar. Allí no hay romanticismo, lo que hay es humanidad.
Llegan a establecer una relación tóxica con el mar, ¿no?
No pueden y no saben alejarse. Se han desconectado de tierra, pero su relación con el mar es también muy compleja. Lo odian pero se convierte en una adicción para ellos. Están en el mar sabiendo que su vida es aquello que el mar no les ha querido arrancar todavía. El Gran Sol es un mar ingrato. No quiere inquilinos y no da segundas oportunidades.
Sienten una descompensación anímica muy fuerte porque necesitan del mar pero su relación con él es extremadamente arriesgada cuando no violenta. Y el mar no entiende de códigos. Lo que mantienen es un respeto absoluto por el mar. Les humilla todos los días pero no claudican ante él. Llegan a tierra y su afán es volver. No tienen alma de héroes ni de náufragos.
Pero sí tienen la muerte muy presente...
Como pasa en aquellos espacios en donde la muerte repica muy fuerte. Evitan hablar de ella y no invocar algo que tienes tan cerca. Pero no tanto por morir allí, si no por lo que dejarían en tierra con solo un mal golpe de mar. Es una relación con la muerte bastante equilibrada y misteriosa. Es una lección para los que somos asustadizos como yo.
Los protagonistas de la novela son los marineros, evidentemente, pero en el narrador que nos acompaña en su historia también hay cierta introspección personal. ¿Es el reflejo de tu viaje?
Hay cosas del narrador que no son mías, otras sí que las viví. La historia la había contado en seis reportajes para El Mundo, pero me faltaba la emoción, esa cuestión arterial que no debes volcar en el periodismo. Ahí fue cuanto entró la idea de la novela, a partir de un tipo que se embarca en un sitio en el que las horas pasan inmensamente lentas.
Es alguien que piensa que va a mudar de piel con la distancia y con el mar. Al final no sabemos si lo hace, pero descubre una forma muy diferente de vivir y de entender los problemas. Así que sí, el narrador me permite acercarme a algo que fue muy importante. No hay día en mi vida que no me acuerde de ellos. Para mí el mar tiene once nombres y once apellidos.
"No hay día en mi vida que no me acuerde de ellos. Para mí el mar tiene once nombres y once apellidos"
¿Qué fue lo que más te impactó de toda esta experiencia?
La primera dificultad es física. Ya te lo advierten pero hasta que no lo sientes no sabes lo abultada que es la sensación de agonía. Luego entran otros factores como los olores, el ruido, el viento, la lluvia oblicua o el temporal. Pero la verdadera adaptación depende de ellos.
Cuando llegas eres un sospechoso y un estorbo. Ellos son once hombres hechos a la mar y mi única experiencia con el mar era haber dado dos vueltas en lancha. Son ellos los que deciden ir haciendo una mínima brasa de hogar con sus miradas o sus silencios, dando pequeños síntomas de complicidad y aceptación. Conmigo lo hicieron extraordinariamente bien.
¿Y presentar este libro en Galicia te impone más? Quizá entre tu público haya gente que tenga a padres, maridos, hermanos o hijos embarcados en el Gran Sol...
Me lo tomo con una sensación de complicidad. Este es el sitio en donde mi libro se puede decodificar mejor, porque sabéis lo que se vive en el mar. No hay curiosidad por la historia, hay un testimonio muy vivo que repica en la memoria de los gallegos.
Creo que sería oportuno que se generase en Galicia una memoria histórica del mar. Es el momento, como hizo León con los mineros. Galicia debe quitarle el marchamo de los invisibles del mar a la gente que, durante generaciones, han tenido el oficio más penoso. Los marineros que tienen mayor prestigio en audacia y valentía son los gallegos. Hay que decirlo más.