Toy y Delafé, grandes triunfadores de un Festival do Norte que superó con creces las expectativas
Por Alejandro Espiño & Aitana Vidal
"El verano llega de la mano del FDN. Música, sol y amigos", rezaban las camisetas oficiales del Festival do Norte. Aunque de ese tridente, hubo algo que faltó. El sol. La lluvia, el frío y el viento impidieron que la duodécima edición del Festival do Norte brillara como en años anteriores. Aún así, unas 12.000 personas, según la organización, se dejaron ver por Vilagarcía de Arousa durante los dos días de un festival que, musicalmente, no defraudó a casi nadie.
Y eso que su cartel generaba ciertas dudas, al menos sobre el papel. No por su falta de calidad, ya que habían sabido conjugar bandas de una trayectoria sólida y grupos emergentes con propuestas muy atractivas. Adaptarse al formato festivalero no siempre es fácil y a muchos de ellos estábamos acostumbrados a verlos en salas más pequeñas. Pero esos fueron precisamente los que proporcionaron los mejores momentos de este Festival de Norte.
Como Guadalupe Plata. Fueron los encargados de abrir fuego en el escenario principal. Y aunque el público se mostró bastante frío con ellos y ellos poco comunicativos con el público, su blues desenfrenado adaptado a sonidos rockeros y modernos dejó un gran sabor de boca. Todo ello después de una descafeinada sesión de tarde en la que frente a una Jane Joyd a la que le van mejor conciertos más íntimos o un Sr.Chinarro que no estuvo a la altura a la que nos tiene acostumbrados, un enérgico Tórtel fue de lo poco que brilló.
Tras los andaluces fue el turno de The Primitives. El concierto que dio la veterana banda inglesa, reunida de nuevo desde hace un par de años, no pasará a la historia del festival, pero su propuesta fue correcta, recuperando sus clásicas canciones de los años 80 y derrochando profesionalidad y calidad sobre el escenario. Y consiguieron animar al público que, pasadas las diez de la noche, llenaba ya la carpa esperando el plato fuerte de la noche.
Y vaya si llegó. Primero con Xoel López, que demostró que le tiene tomada la medida a la perfección al directo de Atlántico, consiguiendo que muchos ya no echemos de menos a Deluxe. Sonaron igual de bien sus nuevas canciones que grandes éxitos de su etapa anterior. Difícil no acabar sin haber esbozado más de una sonrisa. Y por supuesto con La Habitación Roja cuyo disco Fue eléctrico, aderezado con un sólido repertorio, es un todo aval para estas citas. Y en el Festival do Norte no defraudaron. Suyas fueron las canciones más celebradas.
Pero los auténticos protagonistas de la primera jornada, para bien y para mal, fueron Triángulo de amor bizarro. Para bien, porque su rock sonó fantásticamente perfecto llevando al delirio a los fans más incondicionales de los de Boiro. Y para mal, porque no se esforzaron en intentar agradar a los que no les conocían tan bien. El resultado, un concierto musicalmente impecable, pero que apenas emocionó al público. Algo similar a lo que le ocurrió a Dorian, que a pesar del estallido que provocaron sus grandes éxitos, estuvieron muy lejos de conciertos anteriores.
TOY Y DELAFE, GRANDES TRIUNFADORES DEL SABADO
Y como quien no quiere la cosa, llegaba la segunda jornada del Festival do Norte. Previo paso de una de las novedades más acertadas de esta edición, una sesión vermú que estuvo amenizada por un concierto acústico de Tórtel y la música pinchada por Rober Bodegas, Alberto Casado y Carlos Crespo. De nuevo, el mal tiempo trastocó los planes de la organización y lo que se había pensado como una comida campestre, tuvo que trasladarse al interior del Recinto Ferial de Fexdega, desluciendo el resultado previsto.
Poco después comenzaban los conciertos de tarde con propuestas muy interesantes como la de Aurora, quizá una de las bandas españolas con mayor proyección en estos momentos, Mvnich y Novedades Carminha, que a pesar de tocar demasiado temprano hicieron bailar al respetable, o Aerolíneas Federales, que lograron superar algunos problemas técnicos y atrapar a jóvenes y no tan jóvenes con sus canciones más conocidas.
Ya en el escenario principal, el electropop de Estereotypo y el pop-rock de los irlandeses Delorentos, muy aplaudidos por el público, inauguraron una noche que prometía grandes emociones. Las primeras llegaron de la mano de Delafé y las flores azules. Pocas propuestas musicales desprenden tan buen rollo, tanta energía positiva y tantas ganas de bailar. Desde sus primeros acordes se metieron al público en el bolsillo.
Hubiesen sido, probablemente, los grandes triunfadores de este festival si no fuese por Toy. Subían al escenario pasadas las doce de la noche. Llegaban con un primer disco fantástico sobre el brazo, pero como una de las grandes incógnitas del cartel. Y el resultado final no ha podido ser mejor. Con su indierock psicodélico por bandera, ofrecieron un concierto sensacional y atraparon al público, ciertamente algo dormido al principio tras el paso de Dover.
Y eso que el grupo que lideran las hermanas Llanos logró sacudirse el escepticismo que había sobre ellos, recuperando su sonido inicial más grunge y rockero. Revisitaron el clásico Devil came to me, algunas de cuyas canciones fueron cantadas de forma atronadora por las miles de personas que aún se estaban recuperando del 'efecto Delafé'. Y entre unos y otros, gracias a un directo magistral y las ganas de bailar de la gente, We Are Standard puso el broche de oro a un festival que demostró, con creces, que está más vivo que nunca.