Luis Iglesia: "Carmelo Matalobos fue uno de los mayores regalos que me han hecho en mi vida"
Por Alejandro Espiño
A Luis Iglesia (Riotorto, 1962) lo siguen parando por la calle y preguntándole por Carmelo Matalobos. No es para menos. Es, sin duda, el "narcotraficante" más querido de Galicia. Pasó cinco años dando vida a este personaje. Como él mismo reconoce "uno de los mayores regalos que me hicieron en mi vida". Pero su carrera empezó mucho antes. Lo vimos sobre todo en el cine y en la televisión y disfrutamos de él en su faceta de actor de doblaje.
Ahora tras Matalobos y otros trabajos en la pequeña pantalla como Piratas o La Fuga, triunfa en el teatro. Lo hace con Gaivotas subterráneas, una obra dirigida por Artur Trillo y en la que comparte escena con uno de sus compañeros en Matalobos, el actor Xabier Deive. Dan vida a dos viejos amigos de la infancia que, tras reencontrarse, se juntan en una casa abandonada en medio del monte. Allí empezarán los reproches y los rencores.
Así visto, el argumento de Gaivotas subterráneas es muy abierto. ¿Qué es lo que veremos en ella?
Pues no puedo adelantar mucho porque es un thriller psicológico y lo que pasa habitualmente con este género es que si desvelamos el asunto ya no tiene gracia. Es una pieza que, una de las cosas buenas que tiene y estamos descubriendo, es que es un texto de hace treinta años que, como habla de determinadas cuestiones económicas, morales o éticas, está muchísimo más presente hoy en día. Tiene una dimensión distinta a la que tenía hace diez o veinte años. Es una historia que habla de la amistad, de los sentimientos ocultos, del rencor... pero también habla de los perdedores, de cómo se puede ser "guay" perdiendo.
En ella interpreta a Mario, un personaje peculiar, ¿no es verdad?
Mario es un tipo raro. Pero eso tiene que ver también con cómo percibes a la gente de tu entorno. A veces no entrarías o hablarías con alguien por cómo habla, por cómo mira, o por cómo viste y luego vas descubriendo capas de cebolla y descubres un mundo interior increíble, que es lo que le pasa, creo yo, a Mario. Mientras que Nino (al que interpreta el actor Xabier Deive) es un vendedor nato, un tipo de gesto abierto, un tipo cordial, este es la antítesis.
Todo lo contrario a usted por lo que tenemos entendido, ¿cómo preparó pues este personaje?
Fue un proceso muy lento, pero muy placentero. Como Mario tiene un pequeño defecto, tuve que preparar bien como trabaja, como habla, como se mueve, como mira, en resumen, como interpretarlo, toda vez que yo soy una persona de trato muy abierto y tengo que hacer todo lo contrario, un tipo raro y de trato difícil.
Fue un proceso de investigación en el que estuve muy ayudado por Xabier y por Artur (se refiere a Artur Trillo, el director de la obra). Trabajar con ellos es muy fácil. Me permitieron la libertad de hacer lo que me apetecía y luego iban recogiendo esas aportaciones. Hice lo que me apatecía y cuando faltaban quince días me dijeron: "para ya, que no llegamos al estreno". Lo pasé francamente bien, a nivel personal y profesional, y aprendí mucho en los ensayos.
Llega a esta obra teatro coincidiendo casi en el tiempo con el final de Matalobos. ¿Fue fácil desprenderse de un personaje tan carismático?
"Carmelo Matalobos era un personaje muy potente. Me ha costado decirle adiós porque lo disfruté muchísimo"
Al final, una serie como Matalobos eran dos o tres meses al año, no era tanto tiempo. Está mas en el ideario colectivo porque lleva cinco años emitiéndose. Pero para nosotros, incluso a nivel laboral no hay muchas cotizaciones en la Seguridad Social por Matalobos. Pero sí, para mí fue uno de los mayores regalos que me hicieron en mi vida. Era un personaje muy potente. Me ha costado decirle adiós porque lo disfruté muchísimo.
¿Cuánto de Luis Iglesia había en Carmelo Matalobos?
Mucho, menos en su actividad empresarial... (ríe). Y eso es así porque todas las aportaciones que iba haciendo, los guionistas las cogían y las hacían suyas. El humor de Carmelo, sobre todo. Era un trabajo de todos. El personaje es tuyo, pero siempre aprendes algo de la gente. Como por ejemplo, yo llegué en la primera temporada y dije: "me apetecería que Carmelo vistiera diferente en la calle que en casa".
Es un tipo que sabe que el negocio sucio es fuera de casa y que el traje es para los negocios, pero cuando llega a casa se pega una ducha y se pone una camiseta raída y vaqueros. Se lo comenté al equipo y al día siguiente llegaron con una propuesta que era infinitamente mejor que la que yo tenía. Pero seguramente no se habría producido si yo no llego con esa idea. Yo creo mucho en esos procesos de sinergia. Es un toma y daca constante y yo tuve la suerte de trabajar siempre con gente muy generosa, muy profesional y muy trabajadora.
Y hablando de Matalobos, la pregunta es obligada: ¿dónde residía el secreto de su éxito?
"Matalobos triunfó porque la historia era poco común, nunca vista en una TVG acostumbrada a los productos amables"
El éxito de Matalobos se debió a que estaban muy bien cubiertos todos los puestos en el organigrama. Desde producción, guionistas, realización, directores... eran todos buenísimos. Y luego, éramos un reparto muy compensado, todo gente muy buena. Yo los llevaría a cualquier sitio a interpretar conmigo. Entre todos, conseguimos crear un producto fantástico. Y también ayudó, claro, que la historia era poco común, nunca vista en una TVG acostumbrada a los productos amables.
Iso está claro. Se de algo pode presumir Matalobos es de atraer un nuevo público a la TVG...
Por la gente que te habla en la calle o en Internet, donde fue un fenómeno social, el público principal de Matalobos era gente de entre 17 y 50 años, muchos de ellos espectadores no habituales de la gallega. Probablemente de la generación del Xabarín Club que, y es opinión mía, desde que terminó el programa no tenía ofertas en su televisión que los animara a seguir viéndola. Programas culturales, musicales u otras cosas que les llenase el ojo. Y de repente llega algo hecho aquí, con una realidad próxima y se volcaron con nosotros. Tuvimos la suerte de tener unos seguidores muy agradecidos, muy cariñosos y muy entusiastas.
Usted que trabajó en Galicia, pero también en series de emisión nacional como Piratas o La Fuga, que destacaría de la forma de trabajar de nuestro audiovisual?
Lo que siempre digo es que estamos acostumbrados a trabajar en condiciones muy duras y solventamos problemas que para otros son inimaginables. En Matalobos, por ejemplo, trabajábamos a mucha velocidad, porque aquí para competir con presupuestos bajos hay que hacerlo al doble de velocidad. Trabajábamos el doble o el triple y con la mitad de recursos y las cosas salían el doble de mejor que en otros sitios.
Y lo digo con conocimiento de causa, porque después yo fui a trabajar fuera, en series que tenían ocho veces el presupuesto de esta y no estaba yo tan cómodo. No porque yo sea raro o no me acomode a otras circunstancias, sino porque no había esa cohesión entre todas las partes del equipo. Eso sí, al estar acostrumbrados a trabajar en condiciones tan duras y con tan pocos medios, cuando sales fuera y tienes más medios estás mucho más suelto y trabajas mejor.
Ahora que hablamos del audiovisual y de la cultura, estamos viviendo una época de drásticos recortes en el sector. ¿Cómo ve toda esta situación?
"La situación de la cultura es terrible. Mucha gente va a quedar en la calle. Ve a haber un ERE brutal y nadie se va enterar"
Es terrible. Yo no sé si somos conscientes de que un pueblo sin cultura pierde identidad y si pierde identidad dejas de ser pueblo. Igual es eso lo que se pretende. Que de repente dejemos de ser pueblo y seamos parte de un no sé que global. Si es así resistiremos. Pero lo que más me molesta es que nos digan que como la situación social está muy mal, hay que ahorrar dinero porque gastamos mucho. Pero yo no los gasté, ni tampoco me preguntaron en que había que gastarlo. El dinero de la cultura no quería que fuese para donde fue.
Eso no es así. Me dicen ustedes donde están gastando el dinero destinado a la cultura. En qué cosas gastaron, y no quiero mirar a ninguna ciudad de nada, y me pregunten a mí que soy gente de la cultura o a toda la gente que vivimos de esto qué queremos hacer con ese dinero. Porque yo quiero ese dinero para el teatro o para el audiovisual. Detrás hay toda una industria. Esa gente va a quedar en la calle. Ve a haber un ERE brutal y nadie se va enterar.
Y con este panorama en la cultura, ¿qué planes de futuro tiene Luis Iglesia?
Pues mira, con calma. El año pasado le vi las orejas al lobo, porque en esta profesión estamos sufriendo una crisis mucho más grave que otras. Hay que pensar que no hay practicamente contratos. La gente desaparece y no te das cuenta. Nuestra muerte es por inanición. Así que antes de que acabara Matalobos empecé con Gaivotas subterráneas y con algunas cosas de doblaje. Y también con Xabier Deive estoy preparando un espectáculo de monólogos, en el que incorporaremos música rock y country, un monólogo para bares o pequeños teatros sobre la maldad que es lo nuestro. Se llama "Sed de mal". Andamos con eso y algún proyecto más de teatro, pero siempre desde la resistencia, porque creo que es lo que toca.