Convivir con la violencia física y psíquica: "No vales para nada, soy yo quien mantengo a la familia"
Por Natalia Puga
A la primera señal de maltrato, llama al teléfono 016 de atención a víctimas de violencia de género
La de Ángeles es una de esas historias que cada día escriben las mujeres que se ven inmersas en un ambiente de violencia tal que el miedo les paraliza. Su nombre es ficticio, pero los golpes y puñetazos no pueden ser más reales y la violencia psíquica y verbal incluía de forma demasiado frecuentes frases como "no vales para nada, soy yo quien mantengo a la familia y tú no cuidas al niño".
Su temor era tan real que llegó un momento en el que ella "pensó que la única forma de resolver esta situación era suicidándose". Afortunadamente, no consumó esos pensamientos, su maltratador acabó detenido y condenado a tres años y cinco meses de prisión por una sentencia del Juzgado de lo Penal número 4 de Pontevedra recién confirmada por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial.
Ángeles y Gabriel -también nombre ficticio- mantuvieron una relación de nueve años y tuvieron un hijo en común que, durante los seis últimos meses de convivencia de sus padres, cuando tenía cuatro años, también presenció algunos episodios de la violencia que sufrió su madre, y que siempre ocurría en la intimidad del domicilio familiar.
La sentencia, que el maltratador recurrió sin éxito, considera probado que durante el medio año anterior al cese de la relación el hombre sometió a constantes actos de violencia psíquica y física a su pareja, en los que "la trataba a golpes, dándole empujones, agarrones del cuello, puñetazos en la cabeza y constantes menosprecios".
Gabril le decía "cerda, no te lavas, hija de la gran puta, no haces nada, eres una vaga", la controlaba impidiéndole que pudiera ver a su familia y vigilando el dinero que podía gastar y la trataba como a una niña a la que hay que reprender.
El fallo judicial relata también episodios graves de amenazas. Un día, tras una discusión, él cogió un cuchillo y lo enarboló delante de ella haciendo ademán de clavárselo. En otra ocasión, ella se encerró en el baño durante una discusión y él cogió un destornillador para abrir la puerta, entrar y ponerle esa herramienta cerca del cuello. Para asustarla, "le dijo que la podía enterrar en la huerta, que nadie se enteraría si lo hiciera".
Todos esos episodios, que acabaron en mayo de 2016 con la detención del maltratador, sumieron a Ángeles en un "constante estado de miedo y dominación ejercida por su pareja".
La sentencia considera a Gabriel autor de cuatro delitos, siendo el principal el de violencia habitual en el ámbito de violencia sobre la mujer por el que le impone dos años de prisión, tres años de privación de tenencia y porte de armas y la prohibición de acercarse a menos de 200 metros de su víctima y comunicarse con ella durante tres años.
Además, le condena por dos delitos de amenazas leves en el ámbito de violencia contra la mujer a ocho meses de prisión y a la prohibición de acercarse a ella y comunicarse con ella durante un año y ocho meses por cada delito. La cuarta infracción que le atribuye es la de maltrato de obra en el ámbito de violencia contra la mujer en domicilio común y en presencia de menor de edad, que le supone una pena de nueve meses de prisión, dos años sin poder tener armas y un año y nueve meses sin poder acercarse a su víctima ni comunicarse con ella.