Guardias y sanitarios describen una familia "inexpresiva" ante el escenario "dantesco" del crimen de Mos
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
El 29 de diciembre de 2015 todo lo que rodeó a la muerte violenta de Marina Rodríguez en su casa de Tameiga, en el Concello de Mos, fue "dantesco". Así lo definen los agentes de la Guardia Civil de Mos, Soutomaior y Pontevedra y los sanitarios del 061 que acudieron al domicilio familiar y se encontraron el cadáver tirado en el suelo de la cocina, con la cabeza abierta, la casa con grandes niveles de suciedad e incluso dos perros pasándole por encima. Ante tal escena, el maridio de la fallecida y su hijo, se mostraron "inexpresivos".
La escena la definieron guardias y sanitario seste martes durante la segunda jornada del juicio con jurado que se celebra en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra contra el marido de la fallecida, Florencio Alonso Calvar, de 71 años, acusado de un delito de asesinato por el que la Fiscalía y la acusación popular consideran que debe ser condenado a 22 años de prisión y la prohibición de residir en el domicilio del crimen y en el muncipio de Mos durante los 27 años siguientes.
A lo largo de este martes, pasaron ante el tribunal popular buena parte de los investigadores de este caso, del que finalmente se determinó que fue un crimen machista con un único sospechoso, el marido. El caso se resolvió a pesar de que, según relataron los guardias, no apareció el arma del crimen. Uno de los investigadores de la Policía Judicial que acudió esa noche al lugar del crimen relató que se localizó el recinto de la vivienda un palo con una mancha que pensaron que podía ser sangre, pero, tras analizarla, se descubrió que fue resina.
Marina Rodríguez falleció tras recibir un golpe en la espalda y al menos tres en la cabeza con un objeto contundente mientras preparaba la cena en el domicilio familiar en el que vivía con su marido y su hijo de 47 años. El esposo y único acusado aseguró este lunes que él llegó a su casa y la encontró tirada en el suelo, pero los investigadores llegaron a la conclusión de que fue él.
El sargento del cuartel de Mos indicó que, entre otras evidencias y pruebas recabadas, "no había otra persona allí que hubiese podido ser, tenía que ser él". Además, tuvieron en cuenta los antecedentes policiales por violencia de género del procesado, pues, según reveló el sargento, la mujer había presentado al menos dos denuncias contra él, si bien luego las retiró, de modo que no tiene antecedentes judiciales, tan sólo policiales.
Este guardia estaba en el cuartel esa noche cuando el acusado llegó "muy tranquilo" y les contó que había encontrado a su mujer tirada en el suelo y necesitaba ayuda y fue él quién alertó al 112 y el 061 para que enviasen una ambulancia a la casa. Tras esa llamada, el marido se volvió a casa y era la única persona que estaba allí cuando llegaron los servicios médicos.
Una enfermera de la ambulancia del 061 indicó que, cuando estaban llegando a la casa, vieron llegar también al hijo. Padre e hijo estuvieron allí todo el tiempo, ambos "inexpresivos" y "sin ningún tipo de manifestación emotiva", según relataron la médica y la enfermera. A su llegada, la puerta estaba abierta y Marina Rodríguez tirada en el suelo de la cocina, boca abajo.
La mujer presentaba "signos externos de violencia" y su conclusión fue que se trataba de una muerte violenta. Le retiraron una capucha que le cubría la cabeza y encontraron que tenía "el cráneo estallado" y que se veía parte de la masa cerebral.
Tras eso, salieron de la casa y la puerta se cerró tras ellos. Cuando poco después llegó una patrulla de la Guardia Civil de Soutomaior, no lograron abrir y el hijo de la fallecida tuvo que entrar por una ventana y abrirla desde dentro. Una de las agentes de esta patrulla indicó que tuvo que pedir al hijo que retirase a los perros de la casa, pues pasaban sobre el cadáver y que padre e hijo estaban "muy muy tranquilos".
Los agentes de la Policía Judicial que investigaron el escenario del crimen indicaron que descartaron totalmente que en la casa se produjese un robo, pues, entre otras circunstancias, no había señales de que se revolviese o moviese algo y los muebles tenían tal capa de polvo y telas de araña que era imposible que alguien ajeno a la casa anduviese por allí. La mujer tenía "una herida contundente con estallido de cráneo".
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