El acusado de matar a golpes a su mujer en Mos niega el crimen y asegura que la encontró muerta al llegar a casa
Por Mónica Patxot & Natalia Puga
Creada y actualizada
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El vecino de Mos Florencio Alonso Calvar defendió este lunes su inocencia del brutal crimen machista del que está acusado por matar a golpes a su esposa en la vivienda familiar y por el que ha empezado a ser juzgado en la Audiencia Provincial de Pontevedra. El hombre, de 71 años, aseguró que él no mató a su mujer, sino que el día del crimen llegó a su casa tras haber estado en el bar de enfrente y se la encontró "tirada en el suelo, con la cabeza entre la cocina de hierro y la de butano".
El brutal crimen ocurrió el 29 de diciembre de 2015 en la parroquia de Tameiga, en Mos y empezó a ser juzgado por un tribunal popular este lunes. El juicio con jurado se prolongará durante toda la semana, pero este lunes ya incluyó la declaración del acusado, sus hijos y varios testigos en sesión de mañana y tarde.
La fiscal del caso, Patricia Andreu, considera que hay "elementos suficientes" para sostener que Florencio Alonso entró esa noche en la casa familiar tras haber estado toda la tarde en un furancho y un bar y golpeó a su esposa, Marina Rodríguez, en la espalda mientras preparaba la cena en la cocina. Ella cayó al suelo y "siguió golpeándola repetida e insistentemente", dándole "al menos tres golpes en la cabeza", todo "sin que Marina pudiese defenderse ni tampoco pedir ayuda".
Frente a esta acusación, la defensa del acusado mantiene que no existe "ningún vestigio, ni siquiera un indicio ni mucho menos prueba concluyente" de que el autor del brutal crimen fuese su cliente y alega también que durante la instrucción de esta causa se produjo una "vulneración de sus derechos fundamentales".
El acusado tan sólo quiso responder a las preguntas de su abogada defensora y explicó que él llegó a su casa, la vio en el suelo de la cocina y la llamó "Marina, Marina, ¿qué te pasa?". No le respondió y, sin tocarla, se dirigió a la habitación de su hijo, que convivía con su esposa y él en la vivienda familiar, pero que no estaba en esos momentos.
Al verse solo en casa, el acusado explica que cogió el coche y fue al cuartel de la Guardia Civil de Mos. Según explicó, no llamó al 112 ni a los servicios médicos porque "en ese momento me quedé bloqueado y solo pensé en ir a la Guardia Civil". Pedir ayuda "ni se me pasó por el sentido". Una vez en el cuartel, esperó aún un rato a que le atendiesen y contó que su mujer estaba tirada en el suelo de la cocina, sienod los agentes los que llamarona a la ambulancia.
El hijo mayor del acusado y la víctima, de 47 años y que vivía con ellos, no quiso declarar en el juicio y el menor, de 42 y que apenas tenía relación con sus padres, no pudo aportar datos sobre el día del crimen. Aseguró que "siempre tuve buena relación con mi madre", pero hacía 14 años que no vivía en casa y no hablaba con ella desde agosto, cuatro meses antes del crimen, de modo que desconocía su día a día. En todo caso, nunca había visto una relación violenta entre sus padres.
Por la sala de vistas pasaron los hermanos y la cuñada de la fallecida y todos coincidieron en que la mujer pasaba dificultades económicas. "Lo pasaba bastante mal, no tenía dinero para mantenerse", relató uno de ellos, mientras que el otro añadió que su hermana le refería que tenía mala relación con su marido e incluso le habló de "maltrato". Él, en todo caso, no vio ninguna escena de malos tratos ni violencia, pues el acusado "no me permitía ir a la casa". Una de las cuñadas de la víctima relató que ella sí notó que "ella andaba muy sola, no les veíamos juntos".
Dos trabajadoras sociales de Mos comparecieron como testigos y relataron que 14 meses antes del crimen realizaron un informe sobre la pareja. Un día les llamó la Guardia Civil porque la mujer estaba en el cuartel con una herida infectada que ella relataba que había sido resultado de la mordedura de un perro. Fueron estas trabajadoras las que le acompañaron al centro de salud y luego el hospital, sin que ni su hijo ni su marido fuesen a verla.
Tras eso, fueron a su casa y vieron que estaba "sucia, desordenada, sin agua caliente, con olor fuerte a perro" y que la mujer no tomaba la medicación. Cuando empezó a tomar el tratamiento, la situación mejoró. Según explica, no detectaron ninguna situación de riesgo ni que la mujer tuviese miedo, pero sí les refirió que no tenía acceso a dinero y ellas le tramitaron una pensión no contributiva.
La Fiscalía y la acusación popular, que ejerce la Xunta de Galicia, consideran que Florencio es autor de un delito de asesinato por el que consideran que debe ser condenado a 22 años de prisión y la prohibición de residir en el domicilio del crimen y en el muncipio de Mos durante los 27 años siguientes, así como a pagar indemnizaciones por un total de 75.000 euros.
El hombre ingresó en prisión preventiva el 31 de diciembre de 2015, dos días después del crimen, pero está en libertad desde febrero de 2017.
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