Mujeres, emigrantes, luchadoras y, ahora, mayores que comparten experiencias
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
Dorinda emigró a Suiza con 17 años, encadenó varios trabajos y allí conoció a su marido y tuvo un hijo, regresando en el año 2000 para cuidar a su madre. Elisa se fue a Alemania con su marido para trabajar en una metalúrgica y regresó dos años más tarde al enfermar su hijo. Maricarmen vivió de joven en Inglaterra y Francia mientras aprendía el idioma y, ya como maestra en España, trabajó en Barcelona, California, Marruecos y Texas. Marisa se fue a Venezuela con su familia con 15 años y allí estuvo 11 más, hasta que volvió, ya casada, a cuidar a su hijo.
En prácticamente todas las casas gallegas hay historias similares a las de Dorinda, Elisa, Maricarmen o Marisa, biografías de mujeres luchadoras que emigraron huyendo de la miseria o de la Dictadura al tiempo que sostenían a sus familias. Estas experiencias vitales pueden resultar enriquecedoras para las nuevas generaciones y, con ese objetivo, este lunes estas cuatro pontevedresas -de nacimiento o adopción- mantuvieron un encuentro intergeneracional con 19 alumnos del IES Xunqueira I.
El encuentro se enmarca en el programa 'Fálame da emigración' de Afundación y fue ya la segunda sesión en este centro, de modo que ya hubo una fase de preparación previa tanto por parte del alumnado como de los mayores y un primer encuentro en el que estas cuatro mujeres -y una quinta que este lunes estaba enferma- les trasladaron sus experiencias. En esta ocasión tomaron el protagonismo los chicos.
Los alumnos investigaron las historias de sus propias familias y las compartieron. Fiel reflejo de la sociedad gallega, casi todos tienen emigrantes en sus familias, desde una chica cuyo padre y tío se fueron a Francia y su abuelo materno a Suíza a un chico cuyo abuelo estuvo 20 años en Suiza. También salieron a la luz familias de inmigración, como la de un chico de madre brasileña que conoció a su padre cuando llegó a España, y familias que se han ido desperdigando por medio mundo, como la de un estudiante de República Dominicana que vive en España y tiene familiares en Puerto Rico y Estados Unidos.
Al igual que en las familias de los chicos, detrás de las historias de estas cuatro mujeres hay motivaciones diversas para emigrar y experiencias de todo tipo en la diáspora. Marisa Gesteira, por ejemplo, "emigrei por necesidade". Primero su padre y, cuando ella 14 años, y un año después el resto de la familia. Todos acabaron en Venezuela porque "meus pais non tiñan forma de vivir aquí, eran pobres" y, de hecho, al principio, vivían en una misma habitación los padres y las dos hijas. Ella trabajó en una fábrica de ropa y, en un momento dado, regresó un año a Galicia y aprendió corte y confección. Cuando regresó, con esa formación, ascendió hasta tener a su cargo a 50 personas. Su historia de emigrante se terminó cuando su padre falleció y ella, que ahora tiene 80 años, regresó para cuidar a su hijo, que en los años anteriores había estado al cuidado de los abuelos en España.
Elisa Senra que nació en 1940, "o ano da fame", era ya mayor cuando se lanzó a la diáspora, con 24 años y recién casada. "Fun con contrato, fomos os dous para a mesma fábrica e estupendo", relata, encantada con el trato recibido en su breve estancia en Alemania, pues "cando cheguei alí, vin un mundo aberto, aquí ibamos cos ollos máis pechados ca ten a toupeira". Lo más complicado fue el idioma, pero "había moito español e na fábrica había intérpretes para todo", de modo que se adaptó e incluso le dio pena tener que volverse a los dos años, cuando su hijo enfermó.
Maricarmen González tiene la historia más inusual. Cuando se fue a Inglaterra había terminado su carrera de Magisterio y, al principio, "paseino moi mal", no por lo que se encontró allí, donde tenía ya un contrato en un hospital, sino "pola xente que emigrara de aquí", pues los emigrantes de los años 60 "non tiñan nin cultura nin educación". Tras regresar a casa temporalmente, volvió ya con otro trabajo y la condición de tener tiempo libre para acudir a clase y aprender inglés.
Tras más de tres años británicos, en los que aprovechó para estudiar enfermería, se fue a París para "practicar o idioma que tiña aprendido en España" mientras cuidadaba niños, entre ellos al nieto del escritor Émile Zola. Su experiencia de emigrante no se quedó cuando regresó para opositar a maestra, sino que durante años estuvo destinada en Barcelona, se fue de profesora invitada un año a California y el Ministerio de Educación la destinó seis años a Marruecos. En 2009, ya jubilada, estuvo un año en Texas.
Como recurso didáctico complementario a esta actividad, Afundación llevó al instituto la exposición 'Nós tamén fomos emigrantes', una selección de imágenes de los archivos de la agencia EFE, que posee uno de los fondos fotográficos más importantes de España y que documentan diferentes aspectos de la emigración gallega y española.