Manuel Pérez Lourido
Sueños chinos
Título de un artículo de prensa: "¿En qué novela de amor te gustaría vivir?". Vaya, qué difícil. Es más fácil pensar en la que no: "El amor en los tiempos del cólera", claro.
Pero no venía a hablar de novelas de amor, sino de un amigo que tenía sueños chinos. Escribió el guión de una peli sobre eso, y el guión de una obra de teatro. Creo que aún le ronda la idea de rodar la una y poner en escena la otra (o viceversa, que mi amigo es muy echao palante).
El asunto es que he descubierto en mi propio e inabarcable ser interior unos extraños y gimoteantes deseos de tener sueños chinos. Lo cual quiere decir, entre otras cosas: 1-que nunca he tenido sueños chinos, 2-que las ciclogénesis afectan a las meninges frágiles, 3-que esta entrada va a ir de sueños chinos, sí o sí.
Lo primero que hice para saciar mi ansia y provocarme las ensoñaciones que ansiosamente ansiaba fue alquilar siete pelis de Bruce Lee, que desayuné, merendé y cené un sábado amarillo y claustrofóbico, del cual salí idemne sólo gracias a mi fortaleza mental, la cual fue reforzada por la sabiduría oriental que manaba a raudales del metraje de aquellas películas. Decía Werner Herzog que la filmografía de Jean Luc Godard era un timo comparada con una buena película de kung-fu.
Vean Stroszek y verán cómo tenía Herzog la azotea.
Por supuesto, el experimento fracasó. A eso ayudó que me pasé más de media noche en vela porque yo si no me muevo por el día no soy capaz de descansar de noche.
Fiel a una naturaleza testaruda que suelo hacer pasar por perseverante, me pasé el domingo en un chino, sólo salí de allí para echar unos cartones en un bingo que había al lado, también chino. Entre el bingo y el restaurante gasté más que todos los findes del mes y no conseguí ni una triste sombra chinesca que disfrutar mientras dormía.
Si piensa que me dejé derrotar por esta nueva intentona fallida, están en lo cierto.
Me dejo derrotar más a menudo de lo que parece y de lo que reconocería, pero hoy estoy con el ánimo expansivo, me siento invulnerable y europeo.
Seguiré envidiando a mi amigo el de los sueños chinos, pero de momento he decidido alquilar Jumanji esta noche. Ya la he visto, pero es para echar un cable al del videoclub del barrio, el otro día le vi haciéndose un pito con alguna colillas.
Si se está preguntando, amigo lector, qué pinta Jumanji en todo esto, le responderé que lo mismo que los sueños chinos...