Marta Guirado
Arquitectura para todos. ¿Por qué no?
Se ha dicho que "la política es un asunto demasiado importante como para abandonarla en manos de los políticos". Y que "la economía es demasiado seria para dejársela a los economistas".
No se dice lo mismo de la arquitectura y los arquitectos, pero tal es la práctica. Se considera que es tema para profesionales, con lo que se nos niega un asunto importante o serio que nos afecta a todos. Y sin embargo, nadie en el planeta es ajeno a ella.
Bastaría considerar que la política y la economía son también fundamentales en la arquitectura para que cambiásemos de parecer.
Es como si el entorno que nos rodea estuviese desligado de las sensaciones de bienestar o de las molestias que puede producir. La mayoría de nosotros no sabe identificar por qué un recinto nos atrae, un espacio ciudadano tiene un encanto especial, un jardín tiene un rincón tan deseable. Nos basta con disfrutarlos, sin mayor análisis.
O padecerlos, sin llegar a saber por qué.
Sufrimos, muchas veces sin saberlo siquiera, viviendas, calles o ciudades repelentes. Muchas incomodidades, y no únicamente de carácter funcional, son debidas a la mala arquitectura. Y arquitectura es una casa, un edificio público, un centro de trabajo, pero también son las calles y las plazas, los jardines y los parques.
El ciudadano común carece de cultura arquitectónica. Personas que se avergonzarían de no conocer a un escritor o un músico de primera fila reconocerán sin rubor que no podrían citar a los grandes de la arquitectura de nuestro tiempo, salvo alguna figura de moda, y eso por mera inmersión en los noticiarios mediáticos.
De todas las artes, la arquitectura es la más omnipresente. La masa de arquitectura que nos rodea es incomparablemente mayor que la de cualquier otra realidad. Y si incluimos el diseño de objetos entre las artes del espacio que habitamos, no hay nada comparable en ninguna de las artes. Pero en buena medida se nos hace invisible de pura saturación. Como escribió Juan Ramón Jiménez, "el canto del grillo, de tanto sonar, se ha perdido".
Estas razones deberían bastar para proclamar que la arquitectura es un asunto y un problema de todos, y que su aprendizaje crítico tiene que pasar a formar parte de la formación de cada persona, aunque no sea más que por la cuenta que le tiene.
Arquitectura y crítica son inseparables. Arquitectura crítica bien informada para todos. ¿Por qué no?