Daniel Froiz
LOST IN TRASLATION
Deliciosa película la de Sofía Coppola. Traducida al español como Perdidos en Tokyo, en una de esas traducciones en las que se pierde, en parte, el sentido e intención del título original. Y es que la hija de Francis F. Coppola dirige esta película, escrita por ella misma, para tratar el tema de la incomunicación, más allá del idioma en que ésta se produzca, o del lugar en el que uno se encuentre.
Bob Harris (Bill Murray, enorme en el papel, como casi siempre) es una actor entrado en los cincuenta que se va a Tokyo a rodar unos anuncios de publicidad. Casado y con hijos, mantiene una serie de conversaciones telefónicas con su mujer sobre el estado de la familia: cómo están los niños, de qué color ponen la moqueta, etc...
- ¿Bob?
- Hola Lidia.
- ¿Llamo en mal momento?
- No, siempre es buen momento.
- Bueno En el almacén no tenían moqueta color burdeos, tardarán tres meses en servirla, ¿te gusta algún otro color?
- Elige tú uno, yo ahora mismo estoy perdido.
- Solo es una moqueta
- No estoy hablando de eso
- Y ¿de qué estas hablando?
- No sé, solo quiero estar sano, ¿sabes?, empezar a cuidarme más. Me gustaría empezar a comer sano, nada de tanta pasta.
- ¿Qué?
- Me gustaría comer comida japonesa.
- Pues porque no te quedas ahí y así podrías comerla siempre.
- (Silencio) ¿Cómo están los niños?
- Están bien, te echan de menos, pero empiezan a acostumbrarse a que no estés nunca. Oye, ¿tengo que preocuparme, Bob?
- Solo si quieres...
- Bob, tengo cosas que hacer, tengo que colgar...
Cierto es, que la lengua es el principal vehículo para la comunicación. No es el único y muchas veces no es el más importante. Lo vemos en los matrimonios, la relación entre padres e hijos, entre jefes y empleados, etc Hoy, en España, la gente se agolpa en las colas de las escuelas de idiomas. La emigración vuelve a ser un tema en alza. Somos, junto con Italia, uno de los países de Europa donde menos sabemos lenguas extranjeras. En Portugal, el nivel de inglés en la población es altísimo: el cine se ve en la televisión pública en versión original. Es cierto que el español es el idioma que se habla en más países de la geografía mundial, pero también es cierto que muchas veces dentro de nuestras fronteras no somos capaces de entendernos entre las cuatro lenguas oficiales. Una vez, alguien muy cercano, que consideraba los nacionalismos como el problema más grave dentro del estado, decía que si se impartiesen algunas horas de clase, en todas las comunidades, de galego, euskera y català, el problema de los nacionalismos desaparecería de la noche a la mañana. Contradictorio o no, me resultó muy inteligente.
La incomunicación, según Sofía Coppola en su película, es algo que no tiene que ver con el idioma; la incomunicación prospera en quienes no tienen intención de entenderse. Si uno quiere hacerse entender da igual saber o no, alemán, japonés o suajili.
Yo ya me he visto una vez batiendo los brazos para pedir un pollo en un supermercado. Y todo, porque aunque sabía la palabra bávara para decir pollo, la carnicera que me tocó era de Frankfurt. Bueno,en realidad nunca supe de dónde era, pero ella no paraba de ofrecerme salchichas, a pesar de mis evidentes y finos aspavientos. Digo yo que sería de Frankfurt. El pollo acabó en la cesta y yo pasé a ser grabado en una de esas cintas de seguridad haciendo el pollo para la risas de algún vigilante de seguridad de no se sabe dónde.
12.11.2012