Jorge Gómez García
Del orgullo al sonrojo
Recuerdo con nostalgia los grandes momentos de gloria que, pese a mi corta edad, me dejó el Pontevedra CF en la última década: el ascenso, la remontada inconclusa el año de Segunda División, el fútbol primoroso del equipo tras el descenso de categoría o la hazaña de Oviedo. Pese a que todos esos recuerdos vienen acompañados finalmente de regustos amargos, como el descenso o la mala suerte en los play-offs, eran años en los que uno se sentía orgulloso del club de su ciudad.
Cuando me preguntan por mi equipo, ahora no puedo hacer más que entristecerme desde la distancia al hablar de él. El Pontevedra ya no es lo que era. En la entidad impera la completa inestabilidad en todos los ámbitos. Para empezar, los bandazos de la directiva son constantes. Hay multitud de ejemplos.
Uno de ellos, y del que no se habla tanto, son las campañas de abonados de los dos años anteriores, con unos precios de fútbol de Segunda B si me apuran, incluso de Segunda-. Les pongo un ejemplo que me toca de cerca: el Real Valladolid, el año pasado en su retorno a PRIMERA División-, ofrecía al sector joven (17-25 años) un precio de 134 euros por asiento en un fondo para toda la temporada. Mientras, el Pontevedra, en las temporadas de 2012 y 2013, colocó el listón en 80 euros, en el mismo lugar de la grada y para el mismo grupo de edad. 54 euros de diferencia entre poder ver al Madrid, Barça, Atleti o Dépor o asistir a encuentros contra e equipos de los pueblos de al lado. La diferencia es notoria. ¿Cómo quieren que vaya gente al campo?
Luego todavía hay quien dice que con 2.000 socios no podemos plantearnos objetivos ambiciosos. Grave error, porque como demostró este medio, pocos clubes ya no de Tercera, sino de Segunda B superan la cifra de los dos millares de abonados, y ahí están. Que le pregunten al Lugo cuántos abonados tenía hace un par de años. Ahora en la ciudad lucense se habla incluso de optar a entrar en la fase de ascenso a Primera.
Por tanto, ya vale de excusas para tratar de esconder una mala gestión que tiene en el tema de captación de abonados uno de sus puntos negros ahora parecen haber rectificado-, pero no el único. Todavía me acuerdo de la bochornosa imagen ofrecida la semana del partido contra el Vilalonga en casa, de los presupuestos "extraños", de los meses adeudados a jugadores La falta de patrón se demuestra en cosas tan simples como la escasa de actualización de la web oficial del club actualmente en reconstrucción- o el ir durante la temporada a comprar una camiseta a la tienda oficial y que no dispongan de ella durante semanas. Dos detalles anecdóticos sí, pero que revelan la falta de previsión de un club que dispone de una estructura lo suficientemente amplia para subsanar estos errores. Estas cosas restan seriedad a la imagen de una institución.
Al margen quedan los "sainetes" de cambios -de cara a la galería- en la cabeza visible de la administración. El presidente anunció que se iba y pese a que le costó, lo cumplió. Eso sí, a medias. En primer lugar porque él sigue formando parte del consejo de administración lo lógico es que un accionista minoritario como él se desvincule completamente de la gestión-. Segundo, porque si su lugar lo ocupa el vicepresidente, poco se ha cambiado. La hoja de ruta si es que la hay- será la misma. La poca masa social del Pontevedra que todavía aguanta la tempestad, no está conforme con la gestión. Lo demuestra, por ejemplo, la escasa aceptación que ha tenido el proceso de ampliación de capital. La afición demanda cambios.
Y es ahora cuando salta a la palestra Acción Granate, una agrupación comandada por Alberto Argibay, cuya desvinculación del club hace años fue un tanto polémica. Argibay conoce la entidad y es una persona preparada. Tiene las ideas claras y aporta un soplo de aire fresco que rompe con la monotonía y la falta de iniciativa reinantes. Acción Granate es un proyecto ambicioso y supone una alternativa interesante, pero quizá está demasiado ligado al éxito deportivo de la entidad -que fue lo que hipotecó al club en sus años en Segunda B-. Acción Granate deberá contar con un respaldo mayoritario de la masa social del club si quiere convencer a los accionistas para obtener un hueco en el consejo de administración. Lo de pasar a controlar la gestión de la entidad suena más utópico. Al menos de momento.
Lo que sí está claro es que esta directiva debe dar un cambio de rumbo. Si los del sillón no están por la labor de hacerlo, que dejen paso a la savia nueva. Se precisan soluciones severas para poner el primer cimiento de un nuevo Pontevedra similar al de antaño, ese equipo del que un servidor podía sacar pecho. La solución no está en abandonar al club en estos momentos duros. Nunca lo he hecho ni lo haré. Pero he de reconocer que ahora, cuando me preguntan por mi equipo, no puedo evitar sonrojarme y hablar de él con resignación.
29.07.2013