Luis López Rodríguez
Lógica Kaibil
El Ejército de Guatemala cuenta entre sus filas con uno de los grupos de élite más temidos y respetados por sus homólogos internacionales. Conocidos por la exigencia y la brutalidad de sus entrenamientos, por su compromiso y lealtad al grupo, por su destreza y desarrollo de las tácticas de combate, no son pocas las leyendas ni las atrocidades documentadas que se atribuyen a este grupo de guerreros. Pero no quería hablarles de esto, me interesaba hacer hincapié en la filosofía que los mueve y que se resume a la perfección en su propio lema: "Si avanzo, sígueme; si me detengo, aprémiame; si retrocedo, mátame. ¡KAIBIL!" Un lema, como vemos, que haría dar diente con diente a la misma cabra de la Legión. Un lema, una filosofía que nuestros políticos y sus pregoneros de la prensa parecen haber incorporado con toda naturalidad al ejercicio de sus profesiones.
Hace un par de semanas uno de los diarios de mayor tirada en el ámbito nacional publicaba un ¿artículo? en el que se señalaba a nueve maestros catalanes como instigadores de una campaña de odio contra la Guardia Civil y sus familias. En la ¿noticia? se incluían las fotografías y los datos personales de dichos maestros y en el propio titular eran señalados como <<Los 9 maestros catalanes de la infamia>>. Poco después de su publicación el líder de un conocido partido político compartía la noticia (si avanzo, sígueme) añadiendo un comentario que pasaba por alto la presunción de inocencia de los acusados e iba todavía un paso más allá, pidiendo al Gobierno que abriese expediente a los profesores cuando la investigación de los hechos todavía no ha finalizado (si me detengo, aprémiame). Ni al periódico ni al político ni a los miembros de su partido les importó señalar y pedir medidas contra los nueve maestros antes de que se pusiera en marcha el proceso judicial. Las consecuencias del señalamiento no se hicieron esperar: el muro que rodea el instituto en el que presuntamente se produjeron los hechos amanecía con pintadas donde aparecían los nombres de los maestros bajo acusaciones de fascismo, adoctrinamiento y alguna que otra amenaza más o menos velada. Hace un par de días el juzgado que instruye el caso ha decidido archivar la causa contra cinco de los acusados. La rectificación en forma de disculpa por parte del diario o de los políticos no ha tenido ni se espera que tenga lugar (si retrocedo, mátame), ni hacia los cinco maestros absueltos ni hacia los cuatro restantes cuyo proceso sigue en marcha.
He tomado este ejemplo, pero podría haberme valido de otros (se me ocurren muchos, demasiados para un solo artículo). La lógica kaibil, la búsqueda de confrontación y de no retroceso, es extensible a la práctica totalidad de nuestros representantes políticos y medios de comunicación. Si he escogido este caso es porque me parecía especialmente sangrante que quienes así han actuado se identifiquen a ellos mismos como víctimas de señalamientos y persecución ideológica, y también por el silencio mediático que ha acompañado al archivo de la causa contra los profesores después de haber copado editoriales y tertulias en las que se les ha acusado de todo.
En el ámbito de la confrontación militar la lógica kaibil puede ser digna de las mayores reverencias; adoptada por la clase política y mediática sólo nos prometen nuevos episodios de bochorno e ignominia. Suponemos que si no la abandonan, será porque les funciona.