Pedro De Lorenzo y Macías
¡Fuente Santa: "Su primerizo Mayo"!
Fotografía: @Xoan Arco da Vella
En el año 55, recién inaugurada la Barriada de Campolongo, el Sr, Barquerito y otros mayores nos ilusionaron con presentar un mayo, "nuestro mayo" en el festejo de la anterga plaza de la Herrería.
Saltamos de contento. Todos explayábamos imaginación, ilusión y ansias de ser campeones. Barquerito alquilara una finca cerca de nuestras viviendas. Allí elaboraba barquillos que se degustaban en eventos: toros, romerías, playas. Todos, en silencio, escuchando, observando, soñando. "¡qué bonito será nuestro mayo!".
No entendíamos ni papa. Se opinaba cómo debía ser la base y el esqueleto. Se pelearon: la forma piramidal no era el motivo: "La base". Unos la quería cuadrada, otros triangular.. Optaron por la más sencilla: Pirámide con base cuadrada, cubierta con musgo, huevos y flores. ¡Nada de coronas! Éramos principiantes.
Nos acoplaron varias cestas para recolectar el fiuncho, las margaritas, musgo y otros helechos. Nos sentimos llenos de orgullo, de contento. ¡Se jorobó! Las niñas reclamaron sus derechos. Tratamos de convencerlas de los peligros. Ellas alegaron que eran las encargadas de recoger las margaritas. ¡Primera derrota!
El bosque de San Román, adornado de verdes campiñas floridas, era nuestro centro de aventuras. Lo conocíamos y él nos aceptaba con agrado, con alegría. Lo ha mutilado el cemento: autopista, urbanizaciones. Está tullido y sin encanto.
Dejamos a las niñas en las suaves campiñas, plenas de amarillas y blancas margaritas. Nos internamos en el bosque. Varios sudores, rasguños. ¡No importaba! Llenamos repletas las cestas de fiuncho y musgo. Encontramos las niñas sentadas en ruedo, repletas de margaritas deshojadas. Entre ellas, idiotas, "me quiere, no me quiere", buscando desconocido novio. Sus cestas vacías. Nos vieron, nos hicieron ¡buuff!, se fueron deshojando. Los cestos vacíos. Nuevo trabajo.
El sabio, un señor muy amable; nos contaba historias y poemas. Le encargaron hacer las copillas. Las tres primeras vinieron devueltas. ¡Empezamos a cuestionar su sabiduría! "Escribe con faltas, habla bien y no sabe.." ¡Chiquilladas! La cuarta vino aprobada. Comentaba de la fuente de hierro que era caprichosa; ahorraba el agua de la traída y soltaba pocos chorros. La banderilla de la escalera de entrada en el barrio nació anémica y con síntomas de desmayo. ¡Una reclamación justa y oportuna!
Mayores, niños, las niñas de miranda y de crítica, confeccionamos nuestro Mayo: era estupendo, brioso de coloridos y con bastantes huevos. Cojeaba un poco, pero era nuestro. ¡Sí! El primogénito de la barriada.
Con nuestros palitroques, cantigas para la venta, llenos de euforia, partimos para el evento. En la Plaza de San José fuimos la admiración: una rápida ojeada y sonrisitas. Mis amigos limpiabotas nos felicitaron y compraron cantigas. El guardia urbano paró el tráfico y nos dio preferencia. Le regalamos un panfleto. Desfilamos por la oliva, siendo la atracción y sonrisas de paseantes. ¡Pobres como Carpanta! No compraron las cantigas.
En la Herrería un fiero gigante de camisa azul nos envió junto Hacienda. ¡Narices! Grandiosos mayos, de mucho colorido. Cruces enormes y floridas. ¡Grandísimos! ¡Claro! Ellos tenían más años y el nuestro es recién hecho. ¡El nuestro era pequeño, gordito y con mucha elegancia! ¡Envidia cochina! El último será el primero.
Por megáfono empezaron la contienda: ¡¡SANTA MARIA!! Vestían conjuntados y adornados de flores, berreaban de lo lindo. Siguieron llamando y nosotros en el olvido. El gamberrete sol abrasaba; nos refrescamos y bebimos en la fuente de Casto Sampedro. ¡¡FUENTE SANTA!! FUENTE SANTA. ¡¡¡FUENTE SANTAA!!
Nos tocaba. Nos cambiaron de nombre; llevando el mayo, se iba discutiendo. No sabíamos que la barriada se llamaba Fuente Santa. ¡Menuda metedura de pata! Íbamos a criticar la fuente. En la cima del palco hubo sus cosillas: uno rompió un palitroque, a otro se le rompió un tirante.. La gente se escangallaba, parecíamos el ejército de Panco Villa. Terminada la actuación muchísimos aplausos y hurras. ¡Que se joroben, somos los mejores!
Reparten los premios. Iban subiendo el representante de cada mayo, recibía su rosca. Nosotros, con flema británica, a la espera. Todos ya habían recibido su premio, estábamos mosqueados. ¡¡FUENTE SANTA!! Fuimos corriendo. Nos dieron una rosca, porque sobraba. Cogimos nuestro Mayo y regresamos triunfales y comentando que para el año nos coronaban. Lo celebramos y nunca olvidamos nuestro pequeñito "Mayo".
Pedro de Lorenzo y Macías.