Beatriz Suárez-Vence Castro
Días extraños
¿Nunca les ha pasado abrir un periódico y quedarse tan estupefactos con las noticias que no saben si reír o llorar? A mí sí. Ayer.
Cierto es que yo ya estaba fastidiada porque no había podido disfrutar el Día del Libro como hubiese querido: asistiendo a las librerías Paz y Cronopios a escuchar a tres de mis autores locales preferidos, dejando aparte a Rodrigo Cota. A Cronopios había acudido Carmen Quinteiro a ofrecer un recital de poemas de sus dos libros, Caleidoscopio y Desde esta orilla. En la librería Paz, programados juntos, Manuel Pérez Lourido, compañero de Opinión los miércoles en cuyos artículos encuentro el antídoto para muchos venenos y la poeta Elisabet Oliveira, capaz de escribir poesía en cuatro lenguas: Español, Gallego, Portugués y Francés.
Así que el martes decidí empezar de cero y abrí el periódico cuando estaba casi caliente, como las tostadas del desayuno. La cuestión es que aún con sueño, no daba crédito a nada de lo que estaba leyendo. Les cuento y juzguen ustedes mismos si no son unas noticias con las que no sabes muy bien si estás a 24 de abril o a 28 de diciembre con los Santos Inocentes.
Soy de esas personas que leen la portada y, si no hay nada que me llame especialmente la atención, me voy directamente a la contraportada y empiezo a leer el periódico desde atrás hacia adelante. Así, cuando llego a las nuevas con más enjundia, ya estoy totalmente despejada. Pero ayer me quedé completamente atascada, como en el limbo.
Me enteré en primer lugar de que se ha recuperado un relicario robado que contenía nada más y nada menos que el corazón de la Reina Ana de Bretaña.
Ana fue dos veces reina consorte de Francia y, al morir, tuvo el capricho de que separasen su corazón del resto del cuerpo. Durante la Revolución Francesa, como había un fuego en cada esquina, el corazón de la reina estuvo a punto de derretirse. Pero se salvó.
Sin embargo fue robado hace no mucho del museo de Nantes donde se encontraba expuesto. De esmalte verde y rojo y con corona de nueve puntas, no fue muy difícil de localizar y ya está de vuelta en su lugar. Los ladrones, o no tenían el objetivo demasiado claro o son de gustos eclécticos, porque robaron además una colección de monedas de oro y una estatua dorada de procedencia Hindú. Lo único que pude sacar en claro ante tal botín es que se echaron a lo que más brillaba, como las urracas. Sin tener un plan muy organizado.
La siguiente noticia, en mi particular orden de sobresaltos fue la que se montó en una funeraria de Florida en la que los agentes utilizaron el dedo de un muerto para desbloquear su teléfono móvil en una investigación de asesinato.
En la columna de al lado me hacen saber que se ha realizado también en Estados Unidos el primer trasplante mundial de pene y escroto. El receptor que ,lógicamente prefiere permanecer en el anonimato, es un excombatiente de la Guerra de Afganistán.
Llevaba ya demasiadas vísceras en mi desayuno, pero como estaba necesitada de lectura, continué, con ese enganche absurdo que sucede cuando estás viendo una película o leyendo un libro que no te gusta pero aun así quieres saber cómo termina. Me encontré entonces con una nueva perla del actor Willy Toledo, que lleva una temporada larga empeñado en lo que él cree que es ejercer su libertad de expresión y que consiste básicamente en cagarse en todo lo que se mueve. "Yo me cago en Dios y me sobra mierda para cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María", ha escrito el actor en su Facebook. A un juez de Madrid le ha hinchado las narices y lo ha citado por delito contra los sentimientos religiosos, lo que a mi parecer es darle más importancia a otra de las "boutades" que suelta este hombre cada vez que abre la boca, porque trabaja poco y tampoco debe tener ningún pasatiempo que le mantenga ocupado.
Para seguir con este viaje al mundo de los disparates, leo que una pelea en un parque de bolas infantil en Huelva acaba con la intervención de la Policía Nacional y varias madres con heridas leves.
Relacionada con los niños también me llama la atención que un error en el prospecto deje a toda España sin el popularísimo medicamento Dalsy.
Pero lo peor de lo peor de lo peor de toda esta antología de cafradas patrias me ha parecido –(porque me vincula a mi infancia) que, lo crean o no, ha desaparecido de los armarios del vestuario histórico de TVE el disfraz de Espinete. Así como se lo cuento.
Para quienes no hayan tenido la suerte de conocerle, Espinete era un erizo color rosa monísimo y muy simpático, inocente como él solo, que vivía en barrio Sésamo y del que disfrutábamos todos los que fuimos niños en los ochenta.
Dentro de Espinete, que tenía una voz inconfundible, estaba la actriz Chelo Vivares.
También han sido robados del mismo fondo de televisión los trajes de Armani, Loewe o Adolfo Domínguez que vestía la reina Leticia cuando presentaba el telediario. No me parece bien, pero no me duele.
En ese punto, sensible como estaba, tuve que detener mi lectura del periódico porque un país en el que alguien es capaz de llevarse a Espinete de su casa, es un país en el que no merece la pena vivir. Igual les parece una afirmación desmedida pero una tiene su corazoncito así que no les extrañe si un día decido cambiar de residencia y me establezco en Portugal, que al contrario de lo que creemos aquí es un país mucho más civilizado que el nuestro.
Si devuelven a Espinete igual recapacito y me quedo. Pero como le hayan tocado, aunque solo haya sido media púa, me voy.