Pedro De Lorenzo y Macías
Tertulias, recuerdos de nuestra niñez
Fotografía: @Sofía Lorenzo.
¡Nuestro Café Moderno! Estamos todos mosqueados. Esta imagen hace memoria a muchos de nosotros, de nuestros amigos y parientes. ¿A quién representa? Hubo divertidos comentarios y la amena conversación se trasladó a tiempos de antaño.
Fue refugio de generaciones de intelectuales antes de una guerra estúpida, sin razón.
Yo sé que mi perfil será tranquilo
en el norte de un cielo sin reflejo…
Libre signo de normas oprimidas
seré, en el cuello de la yerta rama
y en el sinfín de las dalias doloridas.
Este poema se lo dedicó Federico Garcia Lorca a Marie Blanchard, en noviembre de 1932. Un canto a la autonomía, independencia, lleno de dulzura, sensualidad, a la generosidad de la pintora granadina.
Nace a primeros del siglo XX, en el auge modernista. Fue un lugar de cultura y de grandes pasiones: derroche creativo, de belleza literaria, de pasiones y libertad. En sus salones se fraguaron nuevas ideologías.
Estuvo eclipsado durante la Guerra Civil, resucitando y siendo acogedor de nuevas generaciones. En los años sesenta cerró y se ubicó La Caja Rural, absorbida por la Caixa Galicia. Hoy vuelve a su origen, siendo una fundación cultural, enriquecida por sus actividades.
Evoca recuerdos de mi niñez. En frente se ubicaba el ultramarinos Capilla, uno de sus dueño jugaba en el Pontevedra; bajaba un camino de tierra hacia el aniquilado puente del ferrocarril.
A mano derecha tenían las oficinas los buses, cuya parada estaba en Pastor Díaz. Recuerdo un comercio de encajes. Era amiguete del guardia urbano, que asesoraba a los pocos vehículos y viandantes con su ingenioso, educado silbato. ¡Nuestra envidia en Navidad! Lo rodeaban de un montón grande de regalos: turrones, jamones, botellas y otras muchas cosas. Pasábamos horas viendo y observando cómo le saludaban y le obsequiaban.
En las aceras del Moderno se asentaban limpiabotas. Mojica, pequeño, delgado. Había hechos pinitos de trompeta… No reconocieron sus méritos y montó su tenderete en la afamada acera, cantaba: "No se limpia, no se trabaja". Le tenía aprecio. Los domingos emborraba mis zapatos, dándole un tinte de novedad. Sonriendo: "Vaite adentro. Xa están calentando os do bolón de pe".
En la esquina izquierda, junto a la ventana, hablaban, discutían mis ídolos de entonces: Estévez, Carlos Chacón, Balea, Mi primo José, Pirelo, Ferradás y otros. Tomaban sus buenas copas. Un portero, viendo mi expresión dubitativa, me espetó: "Con unas copas, se para mejor". Mi mente de niño respondió. "¡Ya! Ve doble." Carcajadas y caminando me llevaban al Pasarón.
Sentado, hoy los veo, alegres, unidos. ¡Ya no están! ¡Quedan sus recuerdos! Viendo esta estampa de jugador, trae a mi memoria el más simpático y buen jugador. Tal vez la exhiban en su memoria, pero está un poquito chamuscado por el sol.
Pedro de Lorenzo y Macias.