Cristina Ogando
De estereotipos y otras bromas
¿Han leído ya el polémico artículo «How to be Spanish» publicado por The Times? Si, esa maravilla del periodismo de sociedad donde los ingleses han vuelto a hacer alarde de su habitual sarcasmo británico y su humor cruel. Porque es algo para echarse a reír…lo digo en serio.
Las críticas, las bromas, los estereotipos entre distintas nacionalidades han sido pan de cada día para buscar nuevas formas de echarnos unas risas. Siempre que la finalidad sea esa, claro. Desde impresionar a una alumna americana con tus conocimientos sobre su país, todo gracias a los Simpson, hasta putearnos entre nosotros mismos dentro de una misma comunidad. Porque si, señores, todos hemos visto esos mapas de hace unas semanas sobre «Cómo dividir Galicia» y nos hemos reído porque es demasiada verdad junta.
La cuestión es ¿nos vamos a molestar por ello?
Todo viene de la finalidad que busques en tus bromas. Solo puedo hablar de mis experiencias personales al respecto. Como todo el mundo, hay cosas que son imposibles de no ver desde la subjetividad. He tenido conversaciones a carcajada limpia con gente de Vigo, con el mítico debate de quien debe de ser la capital y hasta bromas en plena clase universitaria, con un profesor que había soltado en plena explicación «Pontevedra huele mal». Podría hablar incluso de las discusiones (esas conversaciones en las que solo buscas molestar a tus amigos desde el cariño un sábado por la noche) que he tenido con gente de Xeve y Verducido ante las cuestiones de los resaltos y demás desastres naturales.
Pero todo, siempre ha sido, desde las risas.
Estamos en una época donde la conciencia social está ascendiendo como las deudas que acumula este país. Lo cual, por supuesto, no es malo. Se están librando duras batallas por los derechos de igualdad y el respeto, sin embargo, hay un aspecto que me asusta hasta cierto punto. Y es que es posible que con todo ello, vayamos a perder la capacidad de reírnos de nosotros mismos.
Y ojo, no lo digo solo por ese artículo de The Times, sino que quiero que se den cuenta de que las murgas están a la vuelta de la esquina. Ya han caído aluviones de críticas sobre las chirigotas en Cádiz y no quiero ni pensar en la que podría caer aquí. Tal vez por un año, las señoras gritando, empujándose y tirándose de los pelos por conseguir un sitio, no sean el mayor de nuestros problemas este año.
Recordemos que nuestras murgas suelen ser bastante globales. Tenemos desde críticas directas a nuestro alcalde, el cual está sentado en primera fila; alusiones a la corona, las tramas de corrupción, famosos del Sálvame y demás políticos de dudosa reputación, además de que seguramente caerá alguna a Trump.
Y yo lo digo claramente, me voy a reír. Hasta llorar y terminar por los suelos. ¿Saben por qué?
Porque para eso está o Entroido, para eso están las murgas y para eso están los estereotipos. Para reírse. Para disfrutar, aunque solo sean unas horas o entre bromas con gente de tu más entera confianza. Porque en mi opinión, hacer parodia con ciertos aspectos de la sociedad, es lo que hace que sea más fácil vivirla.
No la banaliza, no la hace menos real, no la hace menos cruda, sino que simplemente, la hace más fácil de sobrellevar.
«Viva o rei Urco, viva o Ravachol e feliz Entroido a todo o mundo».