Manuel Pérez Lourido
Por fin es lunes
"Hay días que es mejor no salir de casa". Esta frase lapidaria seguro que nos suena a todos de algo. Seguro que todos la hemos pensado o dicho alguna vez, quizá incluso nada más salir de casa, cuando aún no ha sucedido nada que la justifique, como si se tratase de una premonición que un minuto después confirmaría la asociación de un charco, un auto veloz y nuestros pantalones nuevos. En otra versión de esta frase se hace referencia a la posibilidad ( perdida) de permanecer en cama, ajenos al traqueteo del mundo, envueltos en nuestra propia salsa, en la que podríamos flotar durante casi todo el día sin aspaviento alguno. Sea como fuere, de lo que se trata es de desvelar una hostilidad general hacia el rumbo de nuestra vida y en particular hacia el que ha de llevar ese día en concreto. Normalmente se trata de un lunes, aunque será difícil hallar estadísticas al respecto. Los lunes amanecemos con un humor si no de perros, si de gatos rencorosos, enfrascados en pensamientos que han sido asaltados a golpe de despertador y que se arremolinaban en torno a la voluntad palpitante de continuar durmiendo a pierna suelta. Bob Geldolf escribió para los Boomtown Rats un exitoso tema en torno a unos niños ingleses y salvajes que habían asesinado a su nanny porque no les gustaban los lunes. Algo que había leído en la página de sucesos de un periódico.
Los lunes tienen, es evidente, mala fama. Y eso es por algo. No ha habido ningún sorteo para elegir un día al que colgarle el sambenito que se le ha colgado al lunes, por tanto será que se lo ha ganado a pulso. No es casualidad, lector, que esté usted leyendo esto un lunes, en lugar de un miércoles que es cuando servidor suele asomarse por estos pixeles. De hecho, esto es una especie de venganza hacia el lunes. No este en concreto, sino el lunes genérico, universal, que se nos pone delante cual muro que hay que saltar para dar tumbos después durante toda la semana. Ya dice el refrán que llorar el lunes de mañana es llorar toda la semana. Todo esto hay que terminarlo de un modo menos cenizo: ¿algo mejor que la música para animarse?