Félix Hernáez Casal
Más pardilladas foráneas, una lavadora pública y esa realidad tozuda
Hace pocas semanas el que esto escribe se felicitaba por la victoria lograda a domicilio por el Pontevedra CF en el campo de A Malata por un tanto a dos.
En aquella columna titulada "por fin" se aludía a una circunstancia sucedida en el último minuto de juego que me había llamado poderosamente la atención.
Expiraba el tiempo de prolongación señalado por el árbitro en aquel partido de Ferrol cuando el Pontevedra forzaba un saque de esquina al que acudían (presuntamente para dar "carpetazo" al choque) Prosi y David Añón.
En efecto, el córner se sacaba en corto. Sin embargo, el punta granate de manera harto sorprendente decidía no mantener la pelota en la esquina como el lógico guión del partido demandaba sino mandar un centro hacia el área sin que ningún compañero estuviera cerca. Ese absurdo "pase al portero" permitió a este poner un saque de puerta largo y dar la posibilidad a sus compañeros de gozar de un ataque más que por suerte aquella jornada no acarreó consecuencia alguna para el marcador.
En el día de ayer el Pontevedra CF demostró no haber aprendido nada de sus errores y la serie de "pardilladas" cometidas a lo largo del último minuto de encuentro sí conllevaron efectos muy dolorosos para el equipo al colaborar en gran medida a que la Ponferradina consiguiese marcar el único gol del encuentro cuando ya nadie lo esperaba.
Si quedan treinta segundos para el final y se señala una falta a nuestro favor en campo ajeno lo lógico, lo normal, lo que el sentido común debería dictar es que el partido debe morirse en ese mismo instante o como mucho después de dar dos pases en corto hasta que el colegiado hiciese sonar por última vez su silbato.
Si se comete la "locura" futbolística de tirar a puerta desde la frontera orensana con la provincia de León y esa circunstancia provoca que el rival recupere con rapidez y lo intente de nuevo, ese sentido común también requeriría no cometer falta alguna que pudiera proporcionar la opción de colgar un balón sobre nuestro área cuando ya ese tiempo se había consumido por completo.
Ahora bien, lo peor todavía estaba por llegar. El Pontevedra, es cierto, jugaba con diez desde hacía unos minutos por la expulsión de Kevin Presa. No obstante, en el campo estaban cuatro centrales (Bruno, Goldar, León y Mongil) más dos puntas de considerable envergadura como Iván Martín y Berrocal.
Argumentos, por tanto, más que de sobra para evitar por todos los medios que una vez botada la última falta hacia el segundo palo llegase por esa zona un jugador contrario completamente libre de marca para cabecear hacia el primero y descolocar a toda la defensa que tampoco pudo impedir el remate del delantero berciano.
Es cierto que ese remate es de Pallarés que desde hace tiempo no le marcaba un gol al arco iris y que su acrobacia conllevaba cierta dificultad pero sencillamente no resulta de recibo ni lanzar nuestra falta de esa forma sin contemporizar lo suficiente para terminar con el partido; ni permitir ese ataque rápido del rival que desembocó en la falta del gol ni defender tan rematadamente mal dicho lance con las consecuencias tan lastimosas que para el marcador contrajo.
Después, como ya ha pasado en otras ocasiones sin que afortunadamente haya tenido consecuencias para el vestuario, delante de los micrófonos no se "cuenta hasta tres" y se señala públicamente a un jugador dejando la tan manida frase deportiva "de que la ropa se lava dentro del vestuario" sin efecto alguno en un ejercicio de desahogo que nunca se debería realizar en una rueda de prensa y sí al día siguiente en el entrenamiento dejando a los jugadores con los oídos finos y "matándoles" a dar vueltas al campo hasta que suelten espumarajos por la boca si es necesario.
Esa cadena de errores en los últimos instantes del partido echaron al traste con la posibilidad que ya se tocaba con las manos de lograr un punto que iba a resultar más importante desde el punto de vista psicológico que clasificatorio pues es tal la fragilidad del equipo a domicilio que cualquier cosa que se consiga fuera se recoge a la ribera del Lérez con la misma necesidad que la de un bebé a la hora de meterse la tetilla del biberón entre sus labios.
No fue la victoria en Ferrol un punto y final a la endeblez granate lejos de casa sino simplemente la excepción a la regla que sigue plenamente vigente de que jugando fuera somos un desastre y que incluso hacer un gol a domicilio resulta misión titánica para los nuestros.
Son ya once partidos ligueros disputados y ese "mantra" de que esto acaba de empezar o sucedáneos ya no tiene aplicación.
La realidad implacable nos muestra que de seis partidos disputados como visitantes se ha ganado uno y se han perdido cinco y que en cuatro de esas cinco derrotas se ha quedado nuestro marcador a cero en una reedición de lo que ya pasaba la temporada pasada.
¿Qué conlleva nuestra ineficacia desesperante como foráneos? Lo primero que ascender en la clasificación resulta una labor cuasi imposible y segundo que de flojear en casa, de no ganar nuestros partidos en Pasarón (ya sea dando la buena imagen del Sanse o Castilla o la mala del Coruxo) los puestos de abajo se aproximarán como hienas sedientas de sangre y el nerviosismo podría volver a instalarse en la entidad con más intensidad que al principio de la campaña.
Para terminar algunos datos que resultan incontestables: Los tres "9" con los que cuenta el Pontevedra en esta Liga llevan entre los tres en once partidos de Liga dos goles (uno Berrocal medio de rebote y otro Jon Etxaniz de penalti). Que en los dos últimos partidos jugados fuera el lateral derecho del equipo ha sido sustituido prematuramente por los problemas defensivos del equipo en esa parcela. Y que hasta este momento de la temporada de los nuevos fichajes solo Adrián León ha demostrado no ya el acierto de su incorporación sino que podría incluso jugar de titular la temporada pasada.
Me cuesta mucho imaginar a cualquiera de los otros fichajes (quizá a Goldar a pesar de lo de ayer pues Portela y Capi no estaban para muchas empresas) jugando con asiduidad en ese equipo que nos clasificó en la cuarta posición de la Liga 16/17.