Beatriz Suárez-Vence Castro
Tras los pasos de Quiroga
Manuel Quiroga nació en 1892 en Pontevedra, en la calle que lleva su nombre. Estudió en Madrid y París y fue, junto con Sarasate y Manén, uno de los más grandes violinistas de la Historia. El conservatorio de nuestra ciudad lleva su nombre. También aparece representado en el grupo escultórico de la Plaza de San José, a la que debido a la estatua que lo recuerda se conoce, curiosamente, como Plaza de los músicos, cuando en realidad el resto del grupo son escritores.
Pontevedra ama la música. Su festival de Jazz en Verano atrae gente de todas las nacionalidades y la Sociedad Filarmónica fundada en el año 1921 mantiene el objetivo con el que se creó: difundir la música clásica.
El violín es un instrumento imprescindible en cualquier orquesta clásica y también tiene múltiples posibilidades para ser utilizado dentro de otros estilos musicales. Desde hace varios años la Isla de San Simón, en la ría de Vigo, acoge el San Simón Fiddle un campamento de música para jóvenes de entre ocho y diecisiete años que tengan al menos un año de estudios musicales. El máximo protagonista: el violín. De él se destaca en estos encuentros musicales su especial importancia en la música folk.
El pasado mes de Septiembre la orquesta clásica de Vigo puso sobre el escenario una interesante propuesta en la que se fundían violines clásicos con música de Jazz.
Este evento, que no tuvo en los medios la repercusión suficiente a mi entender y al que tuve ocasión de asistir, reunió por primera vez en España a tres jóvenes promesas del violín moderno con importantes trayectorias que, a juzgar por lo visto se harán más importantes todavía: Apel-les Carod, Joao Silva e Ismael Cabaleiro, los tres formados en centros superiores de música de Barcelona. Todos ofrecieron estupendas interpretaciones.
Ismael Cabaleiro es pese a su juventud, un viejo conocido para los amantes del violín en Pontevedra. Mitad artística de El Gato de Cheshire con el que toca temas propios y versiona otros junto a la guitarra española de Jonathan Balbuena compenetrados a la perfección.
Con el Gato ha ofrecido conciertos de manera asidua en diversos locales del Casco Histórico como A taberna do Jazz o La Posada de Indiana.
En el Auditorio do Concello de Vigo interpretó tres temas entre los que destacaría Canción para un paxaro. Ismael tocó sin partitura, preciso y concentrado. Menos divertido que cuando toca con El Gato, porque la ocasión era bien distinta.
Ismael hace del violín el instrumento perfecto para adaptarse tanto al registro clásico como al jazzístico. Es difícil imaginarse un solo de violín o un acompañamiento sin que aparezca su imagen, consiguiendo cualquier nota de las cuerdas.
La orquesta clásica de Vigo reunió casi una docena de violinistas jovencísimos, además de media docena de violonchelos y tres violas. Lo original llegó con la combinación de todos ellos, dirigidos por el maestro Manuel Martínez Álvarez-Nava con guitarra, batería y dos contrabajos, otorgando el papel protagonista a los tres violines solistas.
Un concierto bonito y apto para todos los bolsillos en el Auditorio do Concello de Vigo que no se llenó porque el público no responde igual ante talentos consagrados que ante jóvenes promesas pero recuerden: Quiroga también fue en su tiempo una joven promesa.
Sigan a Ismael, escuchen su violín y denle tiempo. Solo tiempo.