José Benito García Iglesias
Aquel verano del 67. El verano del Amor
Han pasado cincuenta años desde que la ciudad de San Francisco se convirtiera en el núcleo del movimiento hippie. Grupos como The Mamas and The Papas o Grateful Dead, y sobre todo el cantante Scott McKenzie (Philip Wallach Blondheim era su nombre real) compusieran su banda sonora.
Era el verano de 1967 y una canción entonada por Scott McKenzie se alzaba a los primeros puestos de las listas de ventas de todo el mundo. La canción se titulaba “San Francisco” y había sido compuesta por John Phillips, uno de los miembros del grupo The Mamas and The Papas, que por aquellas fechas gozaban de gran popularidad gracias a dos de sus éxitos, “Monday, Monday” y “California Dreamin”, que también fueron himnos de aquel movimiento hippie y que en 1967 vivía sus mejores días de esplendor.
The Mamas and The Papas la había cantado por primera vez en junio de ese año, siendo catapultada en muy poco tiempo a los primeros puestos de las listas de Estados Unidos. Esta canción fue el escaparate publicitario del Festival Pop de Monterey de 1967, la primera de las multitudinarias concentraciones de aficionados a la música rock, cuyo ejemplo prendió en otras celebraciones, como las de la isla de Wight en Inglaterra y Woodstock en los Estados Unidos.
La canción animaba a acudir a esa ciudad “con flores en el pelo” para consumar “una celebración del amor”, lo que conllevó a que aquel verano multitud de jóvenes de todo el mundo iniciaran un éxodo que tenía como destino final la ciudad de San Francisco.
En su letra invitaba a visitar esa ciudad de la costa oeste estadounidense en uno de cuyos barrios de alquileres baratos para bohemios, Haight-Ashbury, se concentraba lo más granado de la contracultura hippie.
Gracias al llamamiento de la música aquel verano se congregó en San francisco una mixtura variopinta de idealistas, pacifistas e inconformistas de todo tipo de naturalezas, que protagonizaron un acontecimiento pacífico que tenía como principal lema el amor.
Love era la palabra que se podía leer en todas las pancartas, en las camisetas, en los manifiestos y sobre todo en las letras de las canciones y aquel Summer of Love quedó para la historia como una de las grandes manifestaciones de la contracultura.
La música pop-rock se constituía en la religión de aquel movimiento contracultural y pacifista que tenía como lemas el amor libre y la sicodelia, promoviendo el consumo de drogas entre las que el LSD era la más popular.
Hay que tener en cuenta que en ese momento de la historia se estaba viviendo el período más crudo de la guerra de Vietnam, con las consiguientes protestas de los jóvenes norteamericanos hacia este conflicto bélico.
El movimiento hippie duró unos cuantos años más, hasta comienzos de los años setenta, aunque todavía hoy encontremos algunos nostálgicos que quedaron enganchados en alguno de sus recovecos.
El amor fue protagonista de aquel verano de 1967. Un momento irrepetible, imaginativo, desbordante, creativo y también para muchos letal, lo mejor de aquel verano del amor, además del espíritu pacifista, fue su banda sonora, una de las más excepcionales de la música popular contemporánea.
De Scott McKenzie nunca más se supo, dicho tema lo colocaría en la lista de artistas que con un solo éxito permanecerían en un lugar en la historia de la música popular. Pero la canción se convirtió en el himno del movimiento hippie de todo el mundo e hizo de la ciudad de San francisco el foco internacional de la contracultura y la sicodelia.