José Benito García Iglesias
La noche más mágica del año
La noche de San Juan, la noche mágica por antonomasia, sobre la que existe las más variadas creencias relacionadas con espíritus sobrenaturales y de ultratumba, en esta noche se comunica el mundo del más allá con el del más acá.
El fuego, ese fuego robado al sol o arrebatado a Zeus por Prometeo para llevárselo a los hombres, es el símbolo purificador y regenerador, y en las hogueras que se encienden durante la madrugada y ante ese fuego embriagador se pueden hacer todo tipo de hechizos, pedir deseos y ahuyentar los malos espíritus.
Se cree que los primeros cultos solsticiales comenzaron hace unos 8.000 años, cuando nuestros ancestros observaban con curiosidad las estrellas y el cielo, y percibieron que en determinadas épocas del año el sol se desplazaba desde una posición a otra llegando a la conclusión de que días concretos tenían la misma duración el día y la noche (los equinoccios), mientras que otros días marcaban el final de ese recorrido y los días se alargaban o decrecían (los solsticios).
Los antiguos celtas llamaban "Litha" o "Alban Heruin" a este festival, y su principal significado era el de celebrar el instante en el que el sol se hallaba en su máximo esplendor, cuando duraba más tiempo en el cielo y mostraba su máximo poder a los hombres y, al mismo tiempo, el día en que empezaba a decrecer. Para conmemorar y atraer su bendición sobre hombres, animales y campos, se encendían grandes hogueras y así celebrar que la luz triunfase sobre las tinieblas.
Esta celebración de origen pagano fue adaptada por la iglesia y se cristianizó en honor a San Juan el Bautista, único santo de quien se celebra el día de su nacimiento y no el de su muerte, como es tradición en el santoral. El culto al sol se remonta a tiempos inmemorables y hay constancia de la existencia de estas fiestas paganas en el solsticio vernal por toda Europa.
En Galicia se rinde culto al fuego, al agua y a las hierbas, mezclando de esta forma la celebración del solsticio de verano con las tradiciones de la mitología celta. Sin olvidarse de espantar a los malos espíritus.
1. La protección del fuego.
Saltar la hoguera o pasar por encima de ella asegura protección durante el resto del año. El ritual en Galicia marca que es necesario hacerlo al menos nueve veces.
2. El agua garantía de salud y fertilidad.
El fuego es el elemento purificador pero de igual forma, la presencia del agua es uno de los grandes símbolos de las celebraciones de San Juan que parece no tenerse en tanta consideración y que, sin embargo, es una parte esencial de numerosos ritos de esta festividad.
La ermita de A Lanzada se encuentra mirando hacia el mar y pocos metros más adelante hay unas escaleras que bajan hasta las rocas. Allí se encuentra la denominada como “cuna da Santa”, un conjunto de piedras de formación natural que tienen forma de cama y que constituyen una pieza imprescindible en el ritual de fecundidad. El otro elemento del mismo son las propias olas de la playa.
La tradición manda que el ritual debe realizarse en la noche de San Juan. Los amantes deben ir esa noche a la cuna de la santa y consumar el acto sexual en este espacio que forman las piedras junto a la playa. A continuación, la mujer debe ir a la playa que está junto a la ermita y mojarse con agua de nueve olas, de modo que cada una de ellas le llegue hasta el vientre. Éstas simbolizan los nueve meses de embarazo.
3. Las hierbas de San Juan
Las plantas son una de las cuestiones más importantes durante la noche de San Juan. Sus propiedades terapéuticas y limpiadoras las convierten en uno de los rituales más repetidos a lo largo y ancho del territorio gallego.
Las brujas salen esa noche a recoger las plantas del bosque, entre ellas la mandrágora que se decía que crecía debajo del árbol donde había permanecido alguien ahorcado, y que en el momento de arrancarla profería un chillido tremendo que mataba a quien pretendía hacerlo; por ello las brujas lo hacían poniéndose unos tapones de cera en los oídos y tocando estruendosamente un tambor, llevaban además un perro al que ataban a la raíz de la mandrágora y seguidamente le lanzaban un hueso, el perro al correr tras él arrancaba la mandrágora.
Las plantas juegan un papel importante en esta noche de rituales. En Galicia se recogen plantas e hierbas aromáticas de varias clases, “herbas de San Xoan”, que se dejan macerar en agua para lavarse a la mañana siguiente la cara.
Es la noche más corta del año, pero la más telúrica, en la que los elementos tierra, agua y fuego, son los auténticos portadores de lo fantástico y purificador, aunque el ritual se debe realizar desde las doce de la noche hasta el alba.