Félix Hernáez Casal
Pontevedra es azul
Conectada a un respirador artificial no hace demasiado tiempo la SD Teucro culminó el pasado sábado otro éxito deportivo alcanzando de forma matemática el ascenso a la Liga Asobal.
Muchas veces se ha hablado del maltrato económico sufrido por el Pontevedra CF y su penoso caminar agonístico (siempre al filo de la desaparición) hasta encontrar un 'tratamiento' adecuado que le mejorase la salud y garantizase su continuidad en el tiempo.
La SD Teucro no fue por desgracia un caso diferente y en los últimos años ha pasado igualmente una situación económica límite que hizo temer incluso por la continuidad de esta maravillosa institución que comparte decanato de antigüedad en nuestro balonmano con el histórico Granollers.
Como siempre en tiempos oscuros aparecen algunas personas decididas a coger el toro por los cuernos aún a pesar de lo astifino de dichos apéndices y las elevadas probabilidades de sufrir una cornada letal. Con ellos, siempre fieles y siempre constantes en su apoyo y cariño al club, estuvieron esos aficionados que con su perenne presencia en las gradas del Pabellón dejaban bien a las claras que el Teucro es un estandarte deportivo de nuestra ciudad y que había que dejarse la piel en despachos inhóspitos y oscuros para encontrar el oxígeno necesario para seguir vivos.
Hace dos años, cuando todavía los cimientos del edificio no estaban los suficiéntemente asentados tras un tortuoso proceso de concurso de acreedores, el excelente trabajo del equipo trajo consigo un ascenso quizá algo inesperado por lo madrugador pero que permitió a la masa social de la entidad saborear otra temporada en la máxima categoría.
Una segunda vuelta desafortunada nos devolvió a Plata pero lejos de cundir el desánimo el Teucro fue consciente que aquel ascenso había venido como un regalo pero que el futuro a corto plazo podría traer iguales o incluso mayores alegrías.
En efecto, en esta temporada 16/17 el grupo comandado en la pista por Quique Domínguez ha vuelto a demostrar que el trabajo bien hecho y la disciplina en el día a día no lleva sino al éxito conseguido a base de dejarse la piel y el sudor en la tarea desde la pretemporada hasta que la competición alcanza su culmen.
Sirva esta modesta columna como homenaje a esa plantilla preñada del compromiso de veteranos como Carlos García o Dani Hernández y también de jóvenes como Borja, cuyo futuro esplendoroso en este deporte todavía está por escribirse; como recuerdo a esos pocos hombres y mujeres que decidieron “pringarse” en el peor momento de la entidad para evitar la muerte de la misma a costa de la pérdida de muchas horas anegadas de preocupación y cansancio pero sobre todo sirva como reconocimiento a todos esos teucristas que llevan en el corazón la camiseta de su equipo y que ahora ven recogidos sus frutos a esa dedicación y seguimiento inveterado a su color azul.
Ojalá ahora que esos cimientos de los que antes hablábamos parecen más sólidos y resistentes pueda el Teucro asentarse en la categoría en la que por incontables razones de mucho peso debe consolidarse y convertirse en una referencia del balonmano español.