Beatriz Suárez-Vence Castro
María (y los demás)
María va siempre corriendo. Es incapaz de relajarse. Ocupada con algo que no tiene destino en ella. Siempre corre hacia otro o para ayudar a otros: Su padre, sus amigas, su novio (o lo más parecido a un novio que se ha cruzado en su camino), su jefe. Todo es prioritario menos ella.
María vive siempre en un segundo plano, borroso, desenfocado. Sueña otra vida en la que consigue cosas para ella. Solo para ella. Pero siempre hay algo o alguien que le obliga a posponer sus sueños para complacer a los demás.
María es una mujer joven, guapa, inteligente y buena persona. Demasiado buena persona, de esas que la gente confunde con tontas. De esas de las que abusa todo su entorno. La vida de María es un sacrificio continuo que ni siquiera le hace feliz. Pero ella no se da cuenta porque nunca se ha parado a pensar en su propia felicidad.
María es un personaje que encarna maravillosamente la actriz Bárbara Lennie en una película que ha pasado prácticamente desapercibida en la cartelera española, en los Goya y en la crítica: María (y los demás). Una pequeña gran historia que refleja la vida de muchas mujeres que han sido educadas para complacer al prójimo, especialmente si es un hombre, olvidándose de ellas mismas.
Esa voluntad de la protagonista- que más que voluntad es una especie de inercia vital- de permanecer siempre en segundo plano, se contrasta visualmente con muchos primeros planos: De sus ojos, de su cara, de su cuerpo, de su espalda. Porque María existe, mucho más que cualquiera de los demás, porque siente mucho más. Por eso nos la acercan desde el primer fotograma. Es imposible no enamorarse de ella, no quererla, pero a María en realidad, nadie la quiere lo suficiente porque como tantas otras marías reales , no las valoramos hasta que las perdemos.
Hay muchas mujeres que no logran desprenderse de la María que llevan dentro porque tienen un lastre educativo que no las deja realizarse como personas, un sentido del deber que se les ha impuesto tácitamente y que les pesa como una losa pero que no ven. Les han grabado a fuego aquello de "el burro valiente es el que lleva la carga y no la siente".
La película es interesantísima principalmente por el retrato humano de su personaje principal y también de los secundarios que vienen a ser cada uno de los hilos que convierten a María en una marioneta. Ella tiene un interior riquísimo, más rico que cualquiera de los que la rodean pero no permite que nadie lo vea, por no molestar y porque a fuerza de esconderlo no es capaz de encontrarlo.
María es dramática y cómica – puede convertir a un osito de peluche en un auditorio lleno y atento - María no se atreve con nada, hasta que toca fondo y se atreve con todo.
María (y los demás) es una película discreta como su protagonista, sin alardes de ningún tipo: una historia al desnudo.
Dirigida por Nely Reguera, ha sido rodada en A Coruña y provincia con muchos actores gallegos en su reparto.
Es una obra que se disfruta despacio, como un bombón, dándonos cuenta poco a poco de su sabor, suave al principio para ir creciendo en intensidad, dejándonos un regusto entre dulce y amargo. Tiene un principio precioso y un final abierto. No sabremos quizá si a su protagonista conseguirá lo que se merece pero sí que va a pelear por ello y eso es lo que cuenta.
A María (y los demás), igual que a su protagonista, no se le ha reconocido su valor.