Cristina Ogando
Libres para respirar
Libertad.
A la gente se le llena la boca con esa palabra a la hora de defender sus derechos porque vivimos en una hipótetica democracia donde todos somos iguales ante la ley. Todos somos libres de hacer lo que queramos. Y permítanme que me ría bien fuerte.
La libertad de un individuo termina donde comienza la de su compañero. Tienes libertad de gritar en medio de la calle, por supuesto, pero vas a molestar a la pobre chica que está sentada en el banco con una migraña nivel apocalipsis. Tienes la libertad de pensar lo que quieras y expresarlo, pero cuidado con ello porque podrías decir algo que no te gusta.
Como pueden ver, es un concepto abstracto y subjetivo que siempre termina con que una persona es coartada por una segunda. Lo peor, o lo mejor, como lo quieran ver, es que hoy en día todos nos creemos libres.
Twitter es el lugar durante los pájaros tiene la libertad de volar. Literalmente.
Todo el mundo puede expresar su opinión en 140 caracteres y esperar que nadie le salte al cuello virtual. Por desgracia, si tú eres libre de decir lo que opinas, otro también. Y otro y otro... así hasta que se termina creando una bronca en la red con argumentos sustentados en «tengo la libertad de decir lo que opino», también tienes la libertad de respetar a tus iguales, pero ¡hey! ¿El tuit que pusiste hace unos minutos sobre cómo defendías el feminismo y con él la igualdad entre personas? Olvidado con el correr de la timeline porque es increíble lo rápido que uno olvida los "principios" cuando se intenta ir por el mundo con la verdad absoluta.
Y es que así es la sociedad actual ¿Verdad? Gente escudada en el anonimato que salta de un lugar a otro de la red intentando hacer justicia virtual, cuando la justicia está en el mundo real. O más bien, la injusticia.
Pensamos que somos libres en el extenso mundo de Internet, una gota en el mar digital. Y cuando ambos mundos se juntan, el desastre.
Muchos lo habrán adivinado, pero esto viene a raíz de Cassandra y su reciente caso de condena por unos chistes sobre Carrero Blanco. ¿La pena? Un año de cárcel para una chica trans de 21 años. ¡Es más joven que yo! Está empezando la universidad, empezando a vivir una vida que le acaban de arruinar para siempre. Se va a pasar el resto de sus días con antecedentes ¡por hacer un chiste!
Ya era de risa que se censuraran revistas satíricas como El Jueves o que, en su momento, se intentara imponer la ley SOPA para la censura y control de Internet. ¿Se piensan que se puede controlar algo tan grande y abstracto? Si se hubiera querido eso, el proyecto ARPA (el bebé de lo que hoy es la Word Wide Web) se habría quedado en sus primeros pasos: investigación entre universidades. Si se abrió al mundo, si se creó y evolucionó hasta el punto de convertirse en la Web 2.0 que hoy es porque alguien quiso que el mundo fuera libre de estudiar, hablar y aprender. Ha sido en el momento en que los Gobiernos del mundo intentan controlarlo, que ha estallado todo.
Por ponerme un poco más satírica, a veces me pregunto si aquellos que tienen el poder son conscientes de lo que implica la historia en la sociedad. Podría decir, casi sin temor y como profesional de la materia, que somos de los pocos países que intentan ocultar su pasado más reciente. Carrero Blanco, ex Presidente del Gobierno de un régimen dictatorial asesinado por una banda terrorista que lleva años intentando dejar las armas. Si tan malo es hablar de ello ¿Por qué el Gobierno actual no les permite abandonar la violencia desde la época de Zapatero? Ay, las cortinas de humo para esconder los errores del poder. ¡Pero cuidado! No los puedes nombrar, o acabarás en la cárcel. Como Cassandra, y otros tantos que intentan hacer de la historia algo del pasado sobre lo que bromear. Porque si se llama pasado es porque es algo que no volverá. O quién sabe, tal vez me equivoque y lo que intenten es traer los buenos tiempos de la España de los años 60.