Félix Hernáez Casal
El fogueo asusta, el plomo mata
Ayer fue un día feliz para la familia granate.
Seis semanas, seis, sin ganar y ni siquiera marcar viendo como la diferencia obtenida en la tabla a base de esfuerzo se iba evaporando lentamente han resultado realmente duras.
En algunos de esos partidos, especialmente frente al Racing de Santander, los nuestros elaboraron juego que dio lugar a ocasiones lastimosamente falladas ante la portería rival. El fusil se encasquetaba cada vez que había que hacer fuego y finalmente un disparo perdido de los santanderinos nos precipitó a la derrota.
La primera parte jugada ayer por el Pontevedra volvió a poner de manifiesto que esas armas con las que intentamos abatir la resistencia del contrario utilizaban balas de fogueo.
No se puede ser más superior al Burgos de lo que lo fue en esos primeros 45 minutos el conjunto granate. Con un ritmo alto de juego, ahogando constantemente a los castellanos que apenas podían acercarse al área de Edu y llegando con asiduidad a la zona de peligro consiguiendo que la impresión fuera que un solo equipo existía sobre el terreno de juego.
Pero esa superioridad, esa preponderancia evidente del Pontevedra en el juego no se acababa de traducir en el marcador por la nulidad absoluta demostrada ante el marco blanquinegro.
La oportunidad marrada en el minuto 3 por Eizmendi es difícil de explicar pues ni el portero estaba bajo palos para despejar un remate que se fue por encima del larguero. Pero es que antes del minuto diez Jacobo conectó un buen cabezazo que fue a estrellarse contra un palo de la portería burgalesa; Mateu tuvo otra en la que no conectó bien y Kevin Presa no controló bien una pelota cuando de haberlo hecho con acierto se habría plantado en clara ventaja delante del arquero rival…
Son ejemplos esas jugadas, la primera en su máxima expresión, de que el ataque granate (cuando digo ataque no me refiero a la delantera con exclusividad) seguía mostrando una ingenuidad y falta de puntería tal que otro resultado que debía estar en el cesto podría empezar a correr peligro tras la pasada por los vestuarios.
Y es que si hay otro detalle en el que el Pontevedra CF está recayendo esta temporada es salir sin tensión en las segundas partes. Volvió a pasar tal circunstancia en el día de ayer y de ello dan muestra la ocasión clara de gol que disfrutó el Burgos nada más reanudarse el juego y el gol conseguido por los visitantes en el minuto cinco de esas segunda parte.
Pero en el 55 llegó el aprovisionamiento al campamento granate. Y entre las nuevas existencias se hallaban una ristra de nuevos fusiles que pronto se podría comprobar que contaban con munición de plomo.
Con una cerrada y esperanzada ovación, los otra vez demasiado escasos aficionados granates que allí nos encontrábamos, festejábamos la vuelta de Mario Barco que reaparecía tras recuperar ese tobillo que tanto nos ha dolido a todos.
Junto a Barco salía también al césped el pequeño Alex González.
A partir de ese momento ya no hubo fogueo y cada vez que se llegaba al área del Burgos se disparaba con balas de verdad.
En un par de acciones nada más salir (un pase de primeras a la izquierda y un remate de cabeza subiendo al cielo con una escalera invisible que atrapó el portero) el nueve granate que ayer salió con el 16 le dejó claro al Burgos CF que las cosas habían cambiado en el frente de batalla.
Y así, con dos ráfagas mortales de necesidad, el Pontevedra consiguió abatir a un rival que acariciaba la posibilidad de puntuar aquí.
En la primera Barco filtra un pase al corazón del área para que un extraordinario ayer Alex acabase con esta dichosa racha sin marcar que tanto nos ha hecho sufrir ese mes y medio.
La segunda. Ayyy la segunda.
El corajudo Miguel (hace ya tiempo que tapó la boca del que esto escribe a base de trabajo y saber hacer) arranca por la derecha y suelta un centro maravilloso al que no llega Mateu claramente derribado por un defensa contrario. Pero no pasa nada porque detrás del balear aparecía majestuoso Mario Barco para conectar en carrera un cabezazo sublime que hizo provocar el delirio en las gradas del ex vetusto.
Es lo que tiene disparar con plomo o hacerlo con balas de fogueo.
Decir que sólo la lesión y consiguiente ausencia de Barco era la causante de la mala racha del Pontevedra sería faltar a la verdad pues de esos seis partidos sin marcar cuatro lo han sido fuera y en esa condición de visitante los granates llevan siendo un equipo vulgar desde el comienzo de Liga. Pero negar que el Pontevedra es más con Barco y que este chaval no hace prisioneros sino que ataca a la yugular de su contrincante sería atentar contra las leyes de la lógica.
Su condición física no es todavía óptima e incluso en el último minuto del partido jugado ayer volvió a dar muestras de dolor en ese tobillo en una jugada y estuvo renqueante hasta el final. Aún así, su reaparición resulta determinante para que el Pontevedra cuente con muchas más opciones de plasmar su superioridad con goles en el marcador e incluso la atención que las defensas contrarias deben dedicarle será beneficiosa para un Mateu que ayer volvió a trabajar a destajo sin encontrar la suerte del gol y que podrá evolucionar sobre el campo con menos presión de la que acumulaba en las últimas jornadas.
Valladolid y Ponferradina siguen al trote y no acaban de coger un ritmo de caza sin cuartel.
Quizá sea el momento de galopar sin descanso para acabar de cristalizar esta muy meritoria clasificación.
Ahora bien, para ello y como ya se ha dicho más veces no basta solo con desperezar la montura al calor de los aplausos de casa sino que será necesario ganar alguna carrera lejos de Pasarón.
Villaviciosa será la siguiente parada. Veremos.